La ‘teoría del péndulo’ que Cosío Villegas esbozó para el pasado mexicano me sigue pareciendo no sólo sugerente sino exacta.<br>

Enrique Krauze (1994)

¿Qué es la teoría del péndulo? En 2018, en Milenio, Jorge Torres Castillo la explicó muy bien:

Daniel Cosío Villegas afirmaba que el sistema político mexicano funcionaba como un péndulo “que se movía ideológicamente entre la izquierda y la derecha”.

√ Cosío Villegas tomó “como referencia al general Lázaro Cárdenas que gobernó al país desde la izquierda al atender los compromisos con las masas de la Revolución”.

√ El sucesor del general Cárdenas, Manuel Ávila Camacho, “se desplazó a la derecha al invitar a los estadounidenses a invertir en México”.

√ Después, “Miguel Alemán favoreció al sector empresarial”.

√ Más tarde, “Adolfo Ruiz Cortines adoptó una política moderada inclinada hacia el centro”.

Adolfo López Mateos, a su vez, se declaró de ‘izquierda dentro de la Constitución’.

√ “Gustavo Díaz Ordaz dejo constancia de su autoritarismo en el 68 que lo ubicó en la derecha”.

√ “Luis Echeverría hizo un gobierno de apertura política que lo acercó a la izquierda”.

√ “José López Portillo se orientó al centro”.

Pero, pero, pero...

Dice el citado colaborador de Milenio que, “a partir del gobierno de Carlos Salinas de Gortari se rompió el ritmo pendular definido por Cosío Villegas porque hasta la fecha todos los gobiernos han sido conservadores o neoliberales”.

Es decir, hasta 2018, cuando Torres Castillo publicó su artículo, habían sido neoliberales todos los presidentes mexicanos que llegaron al poder después de Salinas.

Como bien dijo Enrique Krauze, la teoría del péndulo para entender la sucesión presidencial fue exacta hasta 1994.

¿Cree AMLO en la teoría del péndulo?

Por lo que ha dejado ver el actual presidente de México en sus primeros dos años de gobierno, AMLO usará al péndulo para impulsar a quien desea lo reemplace al frente del gobierno federal en 2024.

Pero el de Andrés, que quede claro, no es un péndulo ideológico, sino de características personales.

Dijo este sábado, en la costa de Guerrero, que hay gente “de calidad” para dar continuidad a la 4T el próximo sexenio.

Si el neoliberalismo tuvo seis presidentes al hilo —De la Madrid, Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto—, es justo que la izquierda aspire al menos a ligar dos gobiernos consecutivos.

¿Gente de calidad?

Empecemos por definir calidad antes de saber quiénes tienen esa virtud en el equipo ampliado del presidente López Obrador.

En internet recogí las siguientes definiciones:

√ Ernesto Che Guevara: la calidad es el respeto al pueblo.

√ E.W. Deming: la calidad es “ese grado predecible de uniformidad y fiabilidad a un bajo costo”.

√ Harrington: la calidad es “el hecho de cumplir o exceder las expectativas del cliente a un precio que sea capaz de soportar”.

√ V. Feigenbaum: la calidad es “un proceso que debe comenzar con el diseño del producto y finalizar solo cuando se encuentre en manos de un consumidor satisfecho”.

Roger. G. Schrolder: “la calidad es incluir cero defectos, mejora continua y gran enfoque en el cliente”.

NC/ ISO 9000 2005: “Según la norma, la calidad es entendida como el grado en el que un conjunto de características inherentes cumple con los requisitos”.

Vale decir, más allá de la no muy adecuada definición del Che Guevara, que calidad es un concepto neoliberal. Como quiera que sea, lo mismo que las neoliberales vacunas, puede ser usado sin mayor problema para asegurar la gobernabilidad de un proyecto político de izquierda.

¿Y en política que es la calidad?

Pregunté a un experto, Javier Treviño, colaborador de SDP Noticias, y me dijo que la calidad en una persona que se dedica a la política tiene que ver con dos factores: (i) su reputación personal y (ii) su prestigio profesional.

En la 4T solo quedan tres políticos y una política con la reputación y el prestigio que se requieren como para aspirar a la presidencia de México.

Había dos opciones más pero abandonaron la competencia: Alfonso Durazo prefirió buscar la gubernatura de Sonora y Esteban Moctezuma se irá a Estados Unidos a torear a Joe Biden y sus demócratas.

Solo quedan en la carrera las siguientes personas dividas en dos grupos:

(i) Los formados en la cultura del esfuerzo, esto es, Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum y Ricardo Monreal, quienes construyeron sus reputaciones y prestigios en muchos años de dura lucha política.

(ii) Hugo López-Gatell, el privilegiado a quien sin mayores méritos el propio Andrés Manuel se sacó de la manga quizá para ponerle una dosis excesiva de chile y limón al guiso sucesorio.

El nuevo péndulo, el de López Obrador

Si se sale con la suya, y creo que así ocurrirá, Andrés Manuel influirá para que su gobierno izquierdista no cambie a una administración de centro o de derecha.

El péndulo del presidente López Obrador es otra cosa: buscará que su sucesor o sucesora sea alguien de izquierda, sí, pero con características personales muy distintas a las suyas.

Veamos:

√ Andrés Manuel es simpático, cercano a la gente, carismático, sumamente agradable como persona. En el péndulo su sucesor, entonces, debería ser todo lo contrario: arrogante, altanero, antipático, mamila pues. En este sentido, el líder sería el megacoágulo López-Patell, pero ahí pisándole los talones, casi en empate técnico, el higadazo Ebrard. Bastante más lejos, porque es muy engreído pero no tanto como los otros, marcha Monreal. Si la competencia tiene que ver con quien acumula más altivez, Sheinbaum está perdida.

√ Ahora bien, si el péndulo sucesor de Andrés Manuel tiene que ver con equidad de género, esto es, que al fin un hombre entregue la presidencia de México a una mujer, Sheinbaum es la única competidora. Hay otras mujeres valiosas en la 4T, pero no parecen tener posibilidades: Olga Sánchez Cordero no está en edad, desgraciadamente —habría sido una gran presidenta—; Irma Eréndira Sandoval, inteligente y preparada, no ha mostrado la virtud más importante de todas, la prudencia; Luisa María Alcalde no ha hecho el mejor trabajo, y aunque podría corregirlo a esta funcionaria le estorba, y mucho, ser tan mal vista en los principales espacios mediáticos de la izquierda; Martha Bárcena, profesional intachable, en forma incomprensible no llegó al gabinete, por lo que prefirió retirarse del servicio público. Tatiana Clouthier sería un lujo en Palacio Nacional, pero quizá no sea aceptable por Morena por no ser suficientemente de izquierda.

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En fin, ese es el péndulo de Andrés Manuel. Ya veremos, muy pronto, en pocos años, qué decide este histórico presidente mexicano.