No deben militares y marinos volver a realizar maniobras aéreas en el Desfile Cívico Militar

La prudencia de los mandos militares debe ser una virtud superior a la pericia de la Fuerza Aérea y la Marina Armada de México

La historia vuelve a repetirse... No es tango, simplemente  tiene sentido recordar que con el de hoy, lunes 16 de septiembre, ya ha habido accidentes aéreos en los primeros desfiles de dos presidentes mexicanos.

Dos presidentes tan distintos y tan parecidos. Uno, Zedillo, es neoliberal, y el otro, López Obrador, defiende los valores de la izquierda.

Pero tanto Ernesto Zedillo Ponce de León como Andrés Manuel López Obrador son hombres eficaces y honestos. Grandes gobernantes ambos comparados con todos los otros que hemos conocido en los últimos cinco lustros.

Otra coincidencia: Zedillo y Andrés Manuel iniciaron sus administraciones con el país en crisis.

Una similitud más: los dos —como otros presidentes de México— se equivocaron y permitieron a sus subordinados de las secretarías de Defensa y Marina realizar maniobras aéreas para hacer más espectacular el Desfile Cívico Militar.

Los dos, Zedillo y López Obrador, han tenido que lamentar serios accidentes.

Peor el de 1995, cuando murieron seis personas porque un avión de la Fuerza Aérea chocó con otros, lo que afortunadamente ocurrió lejos de la CDMX.

Veinticuatro años después, un paracaidista de la Marina perdió el control y se desplomó muy cerca del Zócalo. Lo reportan “estable”. ¿Estable en su gravedad? ¿Estable fuera de peligro?

El boletín oficial dice que el elemento de las Fuerzas Especiales tomó la decisión —correcta— de buscar una zona alterna de aterrizaje “con el fin de evitar poner en riesgo la vida de otros paracaidistas e inclusive de los espectadores”.

¿Era necesario “poner en riesgo” a decenas o cientos de familias?

Nadie duda de las habilidades y de la valentía de los soldados y marinos mexicanos. Deben ponerlas en práctica —como lo hacen a diario, algo que todos agradecemos— cuando auxilian a la población en los desastres naturales y cuando se ven obligados a enfrentar al crimen organizado.

No veo la necesidad de que realizan maniobras aéreas altamente peligrosas en el centro de la Ciudad de México con miles de personas como público.

Por lo demás, estando el aeropuerto capitalino tan saturado no tiene caso que deba cerrar más de tres horas por tales ejercicios.

Evidentemente son personas prudentes el secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval, y el de Marina, José Rafael Ojeda. Deben reflexionar con toda seriedad acerca de lo que pasó en el desfile de 1995 y lo que ha ocurrido este lunes. Después de hacerlo tendrán que tomar la única decisión sensata cuando planeen el Desfile Cívico Militar de 2020: rechazar las maniobras aéreas en el centro de la capital mexicana. No vale la pena.