La semana pasada tuve oportunidad de leer un ensayo escrito por el periodista Caitlin De Fitz que posteriormente fue publicado por el Wall Street Journal en donde se sostenía como tesis principal el hecho de que la celebración de Independencia de Estados Unidos abrazó también a gran parte de América Latina, esto por la inspiración de libertad que el país del norte emanaba a inicios del siglo XIX. De Fitz nos cuenta que para el desfile oficialista del 4 de julio de 1822 junto a la bandera estadounidense ondeaban también las banderas de México, Perú, Argentina, Chile y Colombia. En aquella época se respiraba un ambiente de hermandad republicana, de aires de libertad y de una profunda esperanza política.
Para el periodo que abarca entre 1810 y 1825 la mayor parte del hemisferio occidental ya era independiente de las grandes potencias europeas, el festejo de los 50 años de vida independiente de Estados Unidos se animó aún más con dicha estadística; Venezuela y Brasil se unían a la hermandad; los patriotas y próceres de la democracia vitoreaban en el parlamento el naciente hemisferio redimido, bañados por nuevas conducciones políticas. Básicamente el ambiente era demasiado positivo para una realidad que pronto emergería en todas y cada una de las nuevas naciones.
Estados Unidos se galardonaba de haber participado activamente en los movimientos independentistas latinoamericanos, presumían a los más de 3,000 corsarios enviados a todos los rincones de América Latina al igual que las miles de armas enviadas por los comerciantes norteamericanos a los rebeldes e insurgentes, además de ello Estados Unidos jugó un papel legitimador en el continente al otorgar reconocimiento diplomático a las nuevas naciones, primero México, Chile, Colombia gozaron de dicho beneficio para posteriormente ser otorgado a Perú, Venezuela, Argentina, Panamá y Ecuador.
Algunos personajes no estaban del todo convencidos del nuevo esquema político, la religión católica promovería políticas y leyes anti esclavistas, además de las ideas políticas por configurar a los países en un esquema de convivencia y republicanismo multirracial; hecho que en Estados Unidos se percibió con cierto recelo, especialmente por los intereses geopolíticos que ya se gestaban para territorios centroamericanos. Incluso relata el propio De Fitz que en la Guerra Civil estadounidense los americanos luchaban convencidos de la formación de una república libre y multirracial recociendo el papel de la América Latina en donde por propia voz de Frederick Douglass las razas convivían pacíficamente en la igualdad de derechos; o eso era lo que se percibía por territorio estadounidense.
Se puede consultar el ensayo completo en el siguiente enlace: http://www.wsj.com/articles/when-the-fourth-of-july-embraced-latin-america-too-1467315697