Los políticos de México, han usado la amistad como una herramienta de manipulación a lo largo de la historia. Una de las cartas más sagradas en la interacción de la humanidad, se pueden convertir, en lo más peligroso para el que esté involucrado en las esferas de la política.
"La política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos”, citó Louis Dumur.
Los políticos actuales, pretenden fingir ser tus amigos; cuando en realidad, a cualquier individuo de la sociedad lo ven con un provecho político. La analogía famosa de "piezas de ajedrez" es sumamente aplicable en este caso.
Cada ciudadano juega un rol en la sociedad, (ya sea en grupo o de manera individual), y con ello, representan un valor de diferentes dimensiones a todo aquel que es un actor político.
Como miembros de una sociedad. Todos tenemos amigos involucrados en política, en algún momento de nuestra vida, hemos pensado en involucrarnos en ella o simplemente ya lo estamos. Cuando esto pasa. En el ambiente político, nos empezamos a rodear de "amigos". Pero la verdad es que pueden ser lobos vestidos de ovejas. El político te va a hacer sentir como su amigo cuando representes un provecho para sus intereses, pero "La carta de la amistad". Va ser usada en tu contra cuando afectes intereses.
Después de ser "el mejor amigo" te convertirás en la "PEOR" persona.
"En la política no hay amigos solo intereses".
Entonces, ¿qué? ¿Se mete uno en política para hacer amigos… o en ella se pierden? ¿La participación política facilita el «compromiso político» y el sostenimiento de las amistades o, más mal que bien, colabora a su deterioro?
Como advirtió Sigmund Freud con trágica claridad, de todas las fuentes de sufrimiento que amenazan al ser humano –el propio cuerpo, el mundo exterior y las relaciones con los otros seres humanos, nada soportamos peor como la que proviene de la mano del prójimo, por creer, acaso demasiado confiadamente, que aquélla está hecha para acariciar y no para golpear. Buscamos estar cerca de los demás, pero nos incomoda que se acerquen demasiado.
Para Carl Schmitt, por su parte, la perspectiva del asunto tal vez no sea muy distinta de la anterior, aunque, ciertamente, el germano va mucho más lejos que el austriaco en su determinación política; o, dicho de otro modo: lleva los conceptos políticos hasta sus últimas consecuencias. En el célebre texto El concepto de lo político, leemos esta célebre aseveración: «Pues bien, la distinción política específica, aquella a la que pueden reconducirse las acciones y los motivos políticos, es la distinción de amigo y enemigo.» No es este prefacio el lugar para dilatarse en explicaciones mayores ni para entrar en el detalle de la cuestión; baste, entonces, con delinearlo y definir sus contrastes. Pues bien, si el alma de la ciudad es para el Estagirita la philía, para Schmitt, la política acarrea la condición de hostis (y no de inimicus, por cierto). Para Schmitt, en la ciudad se reconoce, en efecto, la virtualidad del amigo, pero la fuerza de la política es la enemistad, o dicho con mayor precisión, la hostilidad. El concepto de político se forma no por la noción de concordia, sino que prospera a partir de oposiciones antagónicas, de modo polémico. Acaso lo que no llegó a afirmar Aristóteles de modo explícito, lo expresó sin contemplaciones Schmitt al llevar su razonamiento hasta la conclusión final: para que los miembros de una comunidad o pueblo se sientan unidos, conviviendo en calidad de amigos, es preciso fijar con claridad la figura del enemigo. Éste es el extraño, aquel con quien no se puede vivir y a quien, en última instancia, hay que quitar de en medio. Liberado de las constricciones de la ética (de las ambigüedades que provoca una idea de la política preñada de ética, como ocurre con Aristóteles), Schmitt formula el problema político sin aderezos superfluos, de una manera pura, o diríamos mejor: cruda y bruta. En ningún caso, cede a las ficciones o a las normatividades, sino que pretende sacar todo el partido posible «de la realidad óptica y de la posibilidad real de esta distinción.
Así de simple, si cualquier personaje está participando en política; tiene que ser responsable del rol que juega para el beneficio de una sociedad.
¿Eres el "amigo" a quien la mayoría eligió para seguir? ¿O eres el extraño, aquel con el que no se puede vivir?
Todo va a depender cómo juegues tus cartas...
Y la más importante, "la carta de la amistad".
Twitter: @SergioSotoAzua