La captura del exgobernador veracruzano Javier Duarte de Ochoa sigue siendo nota de ocho columnas en todos los medios informativos en este regreso de vacaciones. Mientras las diferentes agencias de noticias abundan en pormenores y detalles del operativo policiaco que culminó con el encierro del exmandatario, los columnistas y articulistas de opinión de la prensa mexicana prodigan toda clase de teorías sobre los motivos y fines de esta detención.
Entre la opinocracia mexicana hay, como es lógico, diferentes puntos de vista sobre el caso Duarte; sin embargo, la mayoría de los articulistas que hoy abordan el tema dan cuenta del escepticismo que se ha generado alrededor del asunto, en parte debido a los puntos que las autoridades aún no aclaran del todo y que la opinión pública ya comenta con suspicacia. ¿Por qué no se detuvo a Karime? ¿Por qué viajaron sin ninguna discreción nada menos que ocho familiares de Duarte desde el aeropuerto de Toluca a Guatemala? ¿Fue una entrega pactada? ¿A cambio de qué? Y un detalle que tampoco se le escapó a los opinólogos mexicanos es el que adelantamos ayer en este espacio: ¿de qué se reía Javier Duarte al ser llevado prisionero?
Para el columnista Salvador García Soto de El Universal, esa risa “entre burlona y cínica fue lo que más llamó la atención de todos los mexicanos”. En su Serpientes y Escaleras, el autor afirma que la esposa de Duarte, Karime Macías, vio llegar a los agentes de seguridad que detuvieron a su esposo, pero ya no quiso salir de la habitación a despedirse de él. García Soto se pregunta: ¿a Duarte lo entregó su propia familia política?
Ricardo Raphael en su columna Política Zoom sugiere en cambio que el discreto mutis de Karime habría sido negociado por el propio Duarte, para no exponer a su mujer al escarnio público. Lo que no deja de ser sospechoso dado que tanto la madre como la hermana de la señora Macías habían sido acusadas por la PGR el año pasado por lavado de dinero, y ambas mujeres habían llegado el día anterior al complejo turístico donde fue detenido el exgobernador. Sólo Duarte fue detenido; sólo a él se le vio ante las cámaras de televisión y prensa. ¿Pacto de protección familiar?
Como ya es costumbre en sus Historias de Reportero, Carlos Loret presume de sus fuentes “al más alto nivel” que presuntamente le habrían revelado hasta los diálogos que sostuvo Duarte con sus captores. Según el joven Loret de Mola, sus contactos en las agencias de inteligencia del gobierno mexicano le informaron sobre la ruta de escape de Javier Duarte desde Xalapa hasta Guatemala; sobre los celulares intervenidos que ayudaron a la captura; sobre qué hacía Karime al momento de la detención, y hasta sobre el estado de ánimo de los hijos de la pareja en desgracia. Nada más le faltó en su crónica teatralizada informarnos qué marca de ropa interior portaba el veracruzano en el instante de ser aprehendido.
Otro periodista que se jacta -con razón- de sus múltiples conectes en los sótanos de la seguridad nacional es Raymundo Riva Palacio, quien se pregunta: ¿se entregó Duarte? y consigna las múltiples interrogantes sin respuesta alrededor de esta “captura profiláctica” donde hasta el dinero que le llevó su familia a Duarte y Karime fue “respetado” y no se decomisó.
Este escepticismo casi unánime de la opinocracia mexicana sobre el caso Duarte tiene por supuesto sus excepciones. De manera totalmente servil y sin crítica alguna, Pablo Hiriart en El Financiero le adjudica el mérito absoluto de la detención de Duarte ¡a Enrique Peña Nieto!, al que felicita por este “gran paso” que, asegura, le devolverá al presidente la credibilidad perdida. Como si Duarte hubiera sido un completo extraño al que se hubiera detenido en Atlacomulco o Toluca, y no un connotado priísta al que Peña Nieto llamó “amigo” en innumerables ocasiones, y cuyas aportaciones financieras a la campaña presidencial de 2012 aún están pendientes de aclararse.
Y en el colmo de la histeria, Ricardo Alemán en Milenio Diario llega el extremo de proclamar “¡AMLO lo solapó!” para luego repetir los mismos infundios sobre la inexistente y por ello nunca demostrada “alianza” Duarte-López Obrador; calumnia que como adelanté aquí ayer, habrá de ser usada como arma política contra el tabasqueño, con la comedida cooperación del hoy detenido. Alemán, un sujeto miserable que padece una obsesión patológica con AMLO, será uno de los principales voceros de la campaña sucia que ya preparan el PRI y el PAN. Como dice ese calumniador profesional: al tiempo.
Usted, amigo lector: ¿qué opina?