El "amor" como palabra y como sentimiento tiene significados y alcances imprecisos. Tan impreciso o esquivo ha sido su significado que lo bello de amar radica en lo indescifrable pero excitante u onírico de su acontecer.
Quien alguna vez ha sentido que ama, no puede explicarlo pero se siente el ser más bendecido de este planeta. Tan pronto pasa el tiempo, la normalidad vuelve y es cada vez menos probable que el mismo sentimiento vuelva a ocurrir.
Al tratar de entender estas experiencias, también resulta cada vez menos probable que amemos en el tono en que lo hicimos la primera vez (en la adolescencia normalmente) pero ¿eso significa que dejamos de amar? Por supuesto que no.
El "amor" antes que un objeto es una palabra y como objeto es sólo significado, es decir, nada que pueda tocarse. Quizá de ahí viene su cualidad embelesadora que entorpece a todo aquel que presume haber amado.
Ahora bien, el significado es como una piedra para el escultor y los escultores somos nosotros.
Siempre ha habido muchas formas de amar y muchas de estas formas dependen del significado que hemos adquirido acerca de lo que debe ser "la mujer" o lo que debe ser "el hombre".
En internet hay muchas muestras (videos) de cómo la mujer siempre es percibida como "débil" y el hombre como "fuerte". Esta preconcepción siempre lleva a grupos sociales a responder de manera diferente en escenarios que son los mismos (por ejemplo: una mujer es golpeada y las personas alrededor le ayudan o protegen; un hombre es golpeado y las personas alrededor ironizan sobre ello). El mensaje "social" pareciera uno sólo aunque se interprete de diferentes formas, tales como: "si eres hombre debes tener el control de la situación"; "si eres hombre eres fuerte"; "si eres hombre debes ejercer violencia".
Esta alimentación constante del rol masculino ha llevado a que muchos grupos sociales también respondan procurando ser asertivos, y entonces la lógica ha sido: "si te conciben débil empodérate". Ahora bien, ¿es correcta esta solución? No del todo. Hoy en día estamos construyendo un mundo donde existen leyes especiales para proteger al "sexo débil", solamente que ese sexo no puede ser femenino o masculino sino simple y llanamente el de las mujeres.
De nuevo en relación con el amor, la preconcepción que se ha generado sobre lo que debe ser el hombre y lo que debe ser la mujer, durante siglos se ha entendido como si al hombre le tocara el rol de buscar y a la mujer el rol de elegir (activo y pasivo en concordancia con su "sexo").
La equidad de género tiene un papel importante en la concepción del amor o, viceversa, el amor tiene un papel importante en la equidad de género. De ahí que sea necesario que como adultos (madres, padres, maestros, etc.) enseñemos a las niñas, niños y adolescentes a amar, y para ello debemos procurar entender el significado de esta palabra más allá de la tradición onírica que ha sobrevivido durante años.
En el amor como en la equidad no hay sexo débil. El amor y la equidad son piedras para nosotros escultores y debemos pensar que queremos forjar mujeres y hombres libres, respetuosos, autosuficientes y felices o mujeres y hombres en una pugna eterna contra sí mismos o entre ellos mismos.
Amemos ya no como si pretendiéramos ser dioses amando a diosas, amemos como humanos proclives a morir y cometer errores.