La muerte de Rogelio Mendoza constituye la pérdida de un luchador ejemplar, de un combatiente por la liberación, la felicidad y el bienestar pleno, que hizo de su vida una entrega permanente y sistemática a los ideales comunistas. Su esposa Delia, sus hijos, toda su familia, sus camaradas y amigos más cercanos, siempre vieron en él un ejemplo a seguir. Va para ellos nuestro más sentido pésame.
Tuve referencias de él desde mi militancia en el Partido Comunista Mexicano, que también fue su partido. Entendí que si la militancia comunista de Nuevo León seguía descollando por su claridad de ideas, por su capacidad para convertirlas en organización popular con una alta eficacia y, sobre todo, por la moral revolucionaria que una y otra vez les llevó a deslindarse de arribistas y corruptos, era porque Rogelio Mendoza plasmaba esas cualidades en la dirección del Partido.
No hace mucho, el camarada Jesús Sosa y yo, a nombre de Rumbo Proletario, visitamos Monterrey a una reunión de encuentro de nuestro Colectivo con un equipo de dirigentes y activistas neoloneses que buscan alternativas, que desean encontrar nuevos asideros para poner en práctica propuestas y experiencias nacidas de su actual empeño revolucionario. La huella de Rogelio, de Lalita su esposa, de los camaradas que se forjaron bajo el ejemplo de Rogelio, me resultó evidente luego luego. El médico había prohibido a Rogelio asistir a esa reunión, pues su salud era ya precaria. Sosa y yo nos unimos al ruego a Rogelio de que guardara reposo. Ya empezada la reunión, Rogelio, con su esposa, se presentó en el auditorio donde se realizaba el evento. Recuerdo bien el brillo de cariño y respeto en los rostros del público; atronadores aplausos le recibieron. Rogelio, serio como era, profundo en el meditar y en su forja de opiniones se sentó, permaneció callado, escuchando, llevando a su rostro y a su mirada las emociones que le producía oír de revolución, oír de lucha, oír de dar la vida por superar este sistema que en ese momento se dibujaba en nuestras intervenciones y que se proclamaba caduco y causante de todos los males del pueblo mexicano. En un determinado momento, Rogelio se levantó; todos callamos, varios de sus camaradas le condujeron a la salida, y le vi partir, después de darle un fuerte abrazo y decirle mi admiración y mi respeto. Ya no volví a verle.
Hoy, Sosa me habló comunicándome la triste noticia. El hecho me golpeó, pues muertes como la de Rogelio Mendoza son inteligencia que se va, voz que dejamos de oír, rebeldía que no alcanzamos a ver fácilmente, ejemplo vivo que se integrará a la memoria histórica pero que físicamente dejará de estar aquí, con nosotros, en estos momentos en los que más se requiere el consejo sabio y maduro, la conducción de dirigentes como Rogelio. Pero, ya sabía, también, que la semilla sembrada por Rogelio ya estaba germinando; aquellos dirigentes y activistas neoloneses que, en aquella para mí histórica reunión, le recibieron y le despidieron con fuertes aplausos, plenos de respeto, de amor, de veneración por el ejemplo dado, sobre todo Lalita su compañera, fundan la certeza de que la vida de Rogelio, en ellos y en todos los jóvenes que hoy vuelven rebeldes a la calle a dejar patente su desconfianza y hasta su repudio a este sistema de agravios y de tristezas sin fin, sigue aquí convocándonos a que continuemos por siempre ondeando las banderas libertarias de su pueblo.
Nosotros, los militantes del Colectivo de Reflexión en la Acción Rumbo Proletario, sabemos del dolor y la tristeza que produce la muerte de camaradas. Nuestra historia es una historia de camaradas que murieron, que dejaron de acompañarnos físicamente. Pero sabemos sobre todo que cuando se tienen militantes fallecidos sin haber abandonado la lucha, es prueba de que el corazón y las entrañas de los militantes que quedan, están solidificados en la determinación de no permitir nunca que las banderas de nuestros héroes sean arriadas.
Rumbo Proletario está de luto. Rogelio era nuestro; su ejemplo, su inteligencia, su energía revolucionaria están y estarán aquí en nuestras filas, por siempre. Nos inclinamos ante la memoria de Rogelio Mendoza, y ante él y por su memoria reiteramos la indeclinable decisión de seguir su ejemplo. ¿Gloria eterna al camarada, al entrañable camarada Rogelio Mendoza!
Domingo primero de octubre de 2017; a las 14 horas.