Reflexionaba sobre la mendacidad del panismo, su histórica y tradicional hipocresía y su cinismo al respecto, cuando Juan José Arreola me hizo recordar el poema sobre el sacerdote venal que utiliza una mascarada ensotanada para vivir sus pasiones más que humanas (como el PAN, que vive con una careta de buena conciencia y ética a toda prueba, pero sus hechos muestran lo contrario); es decir, vive en la corrupción de su ordenación de oficiante de dios y la simulación. Y la gente lo sabe, lo conocen sus feligreses aunque muchos quieran cerrar ojos y oídos; y así nace la picardía. Y así el poema de Luis de Góngora:

Cura que en la vecindad

Vive con desenvoltura,

¿Para qué le llaman cura,

Si es la misma enfermedad?

Y si revisa su pasado y su práctica política, eso es el PAN: la enfermedad. Y su cinismo le lleva a proponer como cura lo que es un cáncer mayor que el representado por el PRI. Porque a éste ya lo conocemos de sobra. Pero que Acción Nacional se ofrezca como alternativa, como “verdadero cambio” después de haber gobernado de forma desastrosa durante doce años, de haberlo hecho mal a consciencia, es mentir con descaro.

Y a mentir están acostumbrados y lo hacen todos los días Calderón, Anaya, Vázquez Mota, Zavala, Fox, Lozano... Como se ha reiterado aquí, Daniel Cosío Villegas los intuyó muy bien y pronosticó su fracaso como gobierno desde 1947. Porque ya desde entonces percibía que el PAN no tenía estatura moral ni capacidad para gobernar a México. Los doce años perdidos de  su gobierno lo comprueban. Fox, beneficiario gratuito de la lucha democrática de la izquierda, traicionó la democracia, se corrompió junto con sus amigos y familia. Felipe Calderón arrojó al país a una embriaguez de violencia y muerte (y su esposa estuvo allí, en silencio cómplice, validando a su marido en cada acto). Y la pregunta que siempre se les hará a ambos: ¿qué hicieron con los excedentes petroleros de que gozaron como nadie?

En las consideraciones sobre la elección recién pasada me preguntaba sobre el fenómeno de que los mexicanos voten por sus verdugos. ¿Por qué, más allá de las prácticas diversas del fraude y aun del voto “duro”, los mexicanos votan alternadamente por el PRI y/o el PAN como si se viviera en un bipartidismo a la gringa que no requiere de erradicación o modificación alguna? Como si se viviera en un mundo formal que en lo básico está bien y el juego de la alternancia es el sistema deseable que apenas castiga o premia a los dos equipos participantes. Como si la gente de Tamaulipas, Veracruz o Quintana Roo, tan maltratada por el PRI, con el PAN fuera a encontrar la solución extraordinaria que se necesita, sobre todo con políticos ex priistas tan desprestigiados. Votar por Acción Nacional es hacerlo por el fracaso, la corrupción, la hipocresía y la mentira de que significan un cambio verdadero y valioso para México.

Dos ejemplos presentes de la mendacidad panista fracasada y aspirante:

Anaya Cortés. Presidente del partido y cómplice instigador del asesinato de Nochixtlán al llamar a la represión a los “barbajanes”. El 5 de junio, en la mesa de análisis postelectoral de López Dóriga, acusó a maestros de la CNTE de trasquilar a profesores “cumplidos” en Chiapas, cuando ya desde el 01-06-16, cinco días atrás, Armando Castellanos, uno de los maestros agredidos, había aclarado en entrevista con Gómez Leyva que no habían sido integrantes de esa organización quienes cometieran ese acto barbárico y que, por el contrario, ellos simpatizaban con la Coordinadora. Mintió con pleno conocimiento de los hechos, en televisión nacional; si hace esto teniendo a mano la información comprobada, ¿qué no hará en “lo oscurito”? Esto se llama mentir con impunidad. Esto se llama ser mentiroso y manipulador; ser vil.

Zavala de Calderón. Cómplice silenciosa y valedora de la política criminal de su esposo. Su sola presencia queriendo pasar como una candidata ética y honesta a la presidencia de la república, es una mentira, una vergüenza. Miente cuando no admite su complicidad en el sexenio anterior; miente “nadando de a muertito”. Miente cuando elude su intervención en el crimen de la guardería ABC, en Sonora. Miente cuando niega que el sexenio del cual ella es cómplice, fue un fracaso que enlutó al país. Miente cuando usa el subterfugio de la misoginia y el antifeminismo para descalificar a sus críticos y calla ante el fenómeno del femenicidio. Miente cuando afirma que ella y el PAN representan un “cambio auténtico”, cuando la realidad dicta que son más de lo mismo; pan con lo mismo, prianismo. Fácil de comprobar si se mira la vida compartida de ambas organizaciones a partir del salinismo.

¿Pueden ser opción para la presidencia estos dos botones de muestra y el historial que les acompaña?; ya se les conoce bastante bien. Han fracasado y colaborado en el hundimiento del país. Como dice el poema, parecieran ser la enfermedad, el cáncer y no la cura que México necesita.

Un poco más de Góngora para el PAN, dos líneas concluyentes:

Cura que en la vecindad

Vive con desenvoltura,

¿Para qué le llaman cura,

Si es la misma enfermedad?

Ya no es cura, sino peste

Por tan mala cualidad.