PRIMERO DE DOS

El Larousse define PRECARIEDAD como “carencia o falta de los medios o recursos necesarios para algo”.

De modo que “precariedad laboral” podría entenderse como “carencia o falta de los medios o recursos necesarios para el empleo”.

 

Es la palabra que define la situación del problema del empleo en México.

Hay otras como pauperización, o empobrecimiento, que también vienen como anillo al dedo para dimensionar este grave mal social.

El termino lo leí ayer en un comentario de Felipe Morales y Gerardo Hernández en El Economista a propósito de las cifras de la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) del INEGI de mayo.

“El incremento en el número de personas con necesidad de empleo está ligado a la precariedad”, dicen “quizá la huella más grande que ha dejado la pandemia”.

Tras escarbar en el reporte de la ETOE los signos de la precariedad laboral, son ALARMANTES.

Encontré por lo menos cinco indicios.

Veamos.

 

PERFIL DE LA OTRA PANDEMIA

1.- El número de personas con problemas de empleo se mantuvo en semáforo rojo intenso. Pasó de 33.1 millones en abril a 34.3 millones en mayo.

Dirán ustedes, estimado lectores: Pues bien, es mucho, pero la cifra “sólo” creció en 1.2 millones.

Pero el “detalle” es que eran 12.7 millones en marzo, previo a la pandemia.

De modo que el número de mexicanos con problemas de empleo creció en dos meses de 12.7 millones a 34.3 millones.

¡21.6 millones en dos meses!

O, un 170% más.

 

 

DESTAZANDO EL MAL SOCIAL

¿Cómo se “destaza” este mal social en México?

El fenómeno -grave- se compone de tres tramos.

El primero: El DESEMPLEO, de quienes buscan y no encuentran trabajo: 1.9 millones de mexicanos (era 1.7 millones en marzo de modo que es el segmento menos gravoso).

El segundo: el del SUBEMPLEO, de quienes aceptarían sin chistar trabajar más tiempo, pero les es imposible por la condición del mercado: agobia a 13 millones de mexicanos en mayo, según el INEGI.

Detengámonos un momento.

Estos mexicanos con problemas de empleo eran 11 millones en abril, de modo que creció 2 millones en un mes.

Pero, previo a la pandemia, en marzo, sumaban 5.9 millones.

Así que, en dos meses, esta enorme masa de subocupados, en precariedad laboral, ¡se disparó en 7.9 millones!

Se dice fácil.

Casi 8 millones de compatriotas en empobrecimiento laboral, 24 millones de mexicanos, calculando tres dependientes por familia.

El tercer tramo. El más alarmante, del grupo de mexicanos que entraron a la condición de desempleo disfrazado. Aquí está la mayor parte de los 12 millones en suspenso laboralmente hablando -el dato del horror que nos develó el INEGI en abril-, que “desaparecieron” del mercado laboral por obra y gracia del confinamiento.

Pero son más de 12 millones: 19.4 millones en mayo. Eran 20 millones en abril. Se movieron una pizca en el confinamiento. Continuaron en stand by. Para apreciar el tamaño del problema hay que compararlos previo a la pandemia, en marzo, cuando sumaban 5.9 millones.

¡En dos meses este grupo de mexicanos en desempleo disfrazado creció en 13.5 millones!

El INEGI las describe en una nota de pie.

Son, dice, “personas ausentes temporales de una actividad y oficio, con necesidad o deseos de trabajar, que, por la pandemia y el cierre de empresas o negocios no esenciales, técnicamente quedan fuera de la fuerza de trabajo al perder el vínculo con la actividad empleadora, muchos de los cuales retornarán a su trabajo una vez que se reactiven las actividades…personas disponibles para trabajar sin posibilidades de búsqueda de trabajo”.

En el limbo laboral.

Disponibles para trabajar, pero –por su condición- sin buscar empleo.

Desempleados disfrazados. En precariedad.

De modo que sumados en mayo (a) los 1.9 millones de desocupados (b) 13 millones de subempleados, y (c) los 19.4 millones con desempleo oculto o disfrazado, SUMAN 34.3 MIILLONES DE MEXICANOS CON PROBLEMAS DE TRABAJO DESPUÉS DE LA PANDEMIA.

Poco más de la mitad de la fuerza laboral ampliada, definida como la población activa más estos mexicanos con desempleo oculto que pueden ser considerados en cierto modo como parte de la masa de trabajadores:

¡Un 52.9% en mayo!

Uno de cada dos mexicanos con problemas de empleo, contra -apenas- 20% previo a la pandemia.

 

MÁS INDICIOS

Ahí no termina el problema.

La encuesta del INEGI devela más síntomas de esta pandemia labora tras el COVID 19, que exacerban la precariedad a la que aludimos.

2.- Dentro de los 1.9 millones de mexicanos en abierto desempleo los más golpeados son entre 45 y 64 años de edad -presumo que es la clase media- donde hay ingresos más altos. Aquí en abril había 21 de cada 100 desocupados. Ahora, en mayo, subió a 35 de cada 100.

3.- Quienes -también dentro del grupo de desocupados- dijeron que tienen de uno a más de tres meses buscando trabajo, pasaron de 40% en abril a 48.8% en mayo, de modo que la agonía para buscar acomodo está creciendo.

4.- Dentro de quienes tienen empleo, la población ocupada informal, vulnerable según el INEGI, creció en 1.9 millones de personas, hasta 22.9 millones en la foto de mayo.

5.- Quienes, ante la tempestad, se refugiaron en micronegocios para sobrevivir se fueron por los cielos.

1.9 millones más: pasaron de 17.9 millones a 19.7 millones.

Changarrización, pauperización, precariedad de la fuerza laboral, pues.

 

CONCLUSION

Patético, sombrío, triste, desgarrador, doloroso, dramático, agobiante, preocupante, peligroso, riesgoso, perturbador, polarizador…

Hay más palabras en el Larousse para definir la precariedad laboral, que está empobreciendo los empleos a la velocidad de la luz en esta sacudida histórica, que será la crisis económica más grave en casi un siglo.

¿A qué se debe?

Lo veremos mañana.