“Al Mexicano lo discriminan en el extranjero para que se sienta como en su casa”.

Raúl Prieto “Nikito Nipongo”.

 

En el año 2000, cuando se formó Milenio Diario, Fernando Rivera Calderón (entonces editor de la sección Mil Cosas Más), nos convocó a Luis Usabiaga y a un servidor, para que hiciéramos una página cómica, que planeamos entre los tres, y que bautizamos como “El Pasón, periodismo fumable”.

Al principio manejábamos todo tipo de humor, aunque al final (por exigencias superiores) se clavó exclusivamente en humor político (del que he tratado de huir, sin éxito, pues me gusta más el humor absurdo; ni siquiera en SDPNoticias me he podido librar, pues aquí rifa la política; honestamente, a mí ni me gusta la política, ni le entiendo, lo único que me ayuda a tener chamba es mi sentido del humor ácido, que se amolda a todo tipo de temas).

“El Pasón” fue, durante muchísimos años, la página más exitosa de Milenio Diario (prueba de ello es que el periódico se agotaba los viernes). Cuando Fernando y Luis abandonaron sus páginas, yo hice “El Pasón” solito, luego al alimón con Juan Alberto Vázquez, hasta que, en sus últimos días, lo hice con Karina Vargas. Nunca dejé de participar en un “Pasón” (salvo cuando falleció mi mamá, que lo hicieron entre todos los de la sección) por ello, me parece una ingratitud ejemplar, la manera ordinaria como me trató la empresa cuando (junto con más de 200 compañer@s) me obligó a firmar mi renuncia; cuestión que, sumada al robo de mi finiquito, me obligó a ponerles una demanda.

Un día del año 2000, llegó Luis Usabiaga a nuestra junta, con estas palabras: “Brothers, les propongo un chiste súper políticamente incorrecto”, sobre la publicación del retrato de una persona con rasgos indígenas, y el pie de foto: “En México no hay racismo, declaró este pinche naco”.

Aplaudimos la idea. Yo elegí la foto, sacándola de la contraportada un disco con grandes éxitos de la salsa, que inexplicablemente tenía un montón de fotos de diversas personas (solas o en grupos) posando en un estudio de fotografía.

“Sin querer, queriendo” (como dijera el Chavo del 8) así surgió en “El Pasón” lo que podríamos llamar un “proto-meme”, cuya popularidad ha llegado hasta nuestros días. Su eficacia, creo yo, consiste en la ironía sintetizada con mínimos elementos.

Saco a colación el tema porque El Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación (Conapred) acaba de suspender el debate sobre racismo y/o clasismo en México, que tenía programado para el 17 de junio, con la participación del youtuber Chumel Torres, junto con el periodista Alejandro Franco, y l@s histriones Maya Zapata y Tenoch Huerta, moderado por la propia presidenta de Conapred, Mónica Macisse, debido a las quejas que hubo contra Chumel Torres, ya que gran parte de su humor es políticamente incorrecto y raya en una actitud discriminatoria; pero sobre todo influyeron los señalamientos de la pareja del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, quien “sigue esperando una disculpa pública por los ataques contra su hijo menor de edad”. Ante las quejas, Conapred dijo que buscaba “un diálogo entre posturas discordantes”, pero aun así canceló el debate, dándole pie a Chumel Torres para twittear: “¿Dónde denuncia uno si Conapred lo discrimina?”

Les platicaré un antecedente a mi opinión. En 1983 yo acaba de entrar a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en la carrera de Ciencias de la Comunicación; ese año, el Canal 8 recién se había convertido en un Canal Cultural y estaban generando contenidos ad hoc. Una compañera me invitó a salir en un programa juvenil de debates (con otros “chavos del ocho”) cuyo nombre no recuerdo; acepté, pues siempre he sido mega-exhibicionista. Un programa que pretendía ser la respuesta de Televisa a “La casa de los muchachos” de Canal 13 (donde Jorge Saldaña se la pasaba regañando, de manera déspota y jocosa, a los millennials del ayer).

El tema era: “¿Hay racismo en México?”. De inmediato me di cuenta que, para generar polémica, habían contratado deliberadamente a un estudiante de la Escuela Libre de Derecho para que diera opiniones provocadoras (recuerdo una muy cotorra: “¿Qué tiene de racista decirle indita a un indita que es feliz, esperando con cariño que regrese su indito a su jacal, después de sembrar la milpa?”).

Yo había leído en la biografía de Charles Chaplin que, cuando éste solo era un cómico asalariado de la Keystone, metía sus improvisaciones personales al principio y al final de cada toma, para que no pudieran editarlo (ya que al sacarlo se dificulta su empalme con la escena precedente y con la que sigue). Por eso, mañosamente, cuando el moderador preguntó: “Jóvenes, ¿creen que hay racismo en México?” Fui el primero en levantar la mano y participar: “¡Claro que hay racismo en México! ¡Y lo promueve principalmente la televisión!” Bueno, pues sir Charles Chaplin tenía razón: como no me pudieron editar, ¡volvieron a grabar el programa con otros jóvenes, donde yo no estaba! (el único que tuvo doble llamado fue el estudiante de la Escuela Libre de Derecho).

Evidentemente siempre ha habido racismo en México, no de la misma forma e intensidad como en los Estados Unidos, cuyos conflictos raciales se han radicalizado tras el asesinato de George Floyd, a manos de la policía de Minnesota, pero no se puede negar que existe una relación entre raza y situación social, pues la gente más blanca tiende a tener una posición económica más elevada, por una natural herencia colonizadora, donde la mayoría indígena ha sido explotada.

Aquí intervienen dos factores: 1. la auto-discriminación (ya que por prejuicio popular se considera superior a quien tiene más aspecto de “patrón”) y 2. La ideología que promueve la televisión. No solamente por los modelos de belleza (pues en los castings, el tipo Yalitza Aparicio está condenado solo al papel de sirvientas, y jamás aparecerán en un comercial, aunque se traten de productos mexicanos), sino por la romantización del indígena en las puestas en escena (como en los comentarios del ya citado estudiante de la Escuela Libre de derecho, que hablaba de la ternura silvestre tipo Tizoc).

Este racismo no se presenta en México de manera tan dramática, como en Estados Unidos (u otros países desarrollados, donde la migración de africanos, árabes, latinos y asiáticos entra en conflicto con la población blanca nativa, en precariedad económica), pero es igual o más grave, porque no se percibe y se considera normal; una falta de educación y cultura en la población promueve actitudes auto-discriminatorias en las clases medias y bajas, como la compra de cremas para aclarar la piel, o hablar con cantadito fresa.

Mal hizo el Conapred al cancelar su foro. Cayó en otro prejuicio nefasto: “Si la pareja del presidente dijo que Chumel está mal, pos no hay que llevarle la contraria, no se vaya a enojar el preciso”; eso fomenta el servilismo, defecto primo hermano del racismo.