Del odio al amor hay un paso; pero lo mismo ocurre viceversa. Los que se hacen llamar “grandes empresarios” de este país, demostraron su verdadero tamaño con un video donde la juran “amor eterno” a Andrés Manuel.
Es cierto: es de sabios cambiar de opinión; hoy, dichos empresarios tendrán que demostrar con hechos su amor a México y las ganas de trabajar con quien hasta hace unos días denostaban como lo peor que le podría pasar a nuestra nación. Pero, hay que decirlo, el cambio de 180° que han dado, en lugar de generar confianza y provocar ganas de apoyarlos, sólo demuestra su verdadero tamaño: minúsculo.
Enano porque, con la reunión que tuvieron en el Consejo Coordinador Empresarial el día de ayer con el presidente electo, bastó y fue suficiente. Chaparro porque recurren a la imagen simplona, cuando con un comunicado firmado por la clase empresarial, era más que suficiente. Pequeño porque el movimiento se demuestra andando y con un video no se borra todo lo que dijeron contra AMLO y Morena. Disminuidos, porque si bien debieran apoyar al gobierno entrante, nunca debieron humillarse. Al difundir ese video, demostraron el tamaño de sus miedos.
¡Qué bueno que anuncien que seguirán invirtiendo en México! Ojalá lo hubieran hecho todas estas pasadas décadas en que el país requirió su activa participación; cuando esta nación necesitaba de una sólida clase empresarial que realmente impulsara el desarrollo productivo y la innovación. Que así sea ahora, y que trabajen por el bien de todos nosotros (y de sus negocios obvio está), nunca está de más. Es el video lo que sí está de más y sólo habla de una forma ramplona y burda de querer agradar al nuevo poder.
Tristemente, contamos con un grupo de empresarios mediocres, que lejos quedan de otros ejemplos de compromiso, honestidad, productividad, actividad verdaderamente filantrópica… Solo una empresa, a lo largo de la historia empresarial de México se salva. Sobra decir cual; todos sabemos de quien se trata.
¿Tendrán miedo de la amenaza de Taibo de expropiar sus empresas?, ¿Prefieren ser zalameros, en lugar de proponer un plan en conjunto con el nuevo gobierno? Es claro que no lo prepararon con anticipación, pues de lo contrario ya lo habrían dado a conocer.
El tiempo lo dirá, pero la imagen que hoy difundieron demostró a una clase empresarial chiquita, con miedo, dispuesta a abandonar sus creencias, igual que Guadalupe Loaeza. A ser veletas —que no patrióticos ni comprometidos—, diciendo que votaron por uno cuando votaron por otro. Los empresarios de México se manejaron mal antes de la elección y se siguen manejando mal después. Total, no dan una.
¡Qué bueno que ganó AMLO! ¡Qué bueno que hubo oposición! ¡Qué válido es el disenso! Y mejor aún, aceptar que se puede trabajar con el que será el presidente de todos los mexicanos hayamos votado o no por él. Pero que eso no se convierta en un besamanos como al que estuvimos acostumbrados en los 70s, porque no será entonces “culpa” de Andrés Manuel, será culpa de esos que se hacen llamar “la clase empresarial” del país.
¡Pónganse de tapete! Y, con eso, demuestren que AMLO estaba equivocado. Pues no son “mafia”, son unos perritos asustados que brincan a la música del nuevo amo.
Ojalá que haya empresarios, medios de comunicación, organizaciones de la sociedad civil y servidores públicos que trabajen con AMLO. Pero que trabajen, que apoyen sus iniciativas productivas y aquellas que harán un cambio positivo en nuestra nación. Que señalen igual aciertos y errores. Pero que no hagan de un cambio de gobierno, un corifeo que aplaude cómo focas, sólo esperando el pescado que les da su entrenador.
Que quede claro, México requiere y necesita que empresarios y gobierno trabajen de manera conjunta, se abran nuevas oportunidades, mejoremos el nivel de competitividad, los niveles de seguridad y sea una labor conjunta. Se puede lograr el “ganar-ganar”. Pero eso significa que todos paguen los impuestos que se imponen por el tamaño de sus carteras, y dejen de buscar exenciones. Que reinviertan sus ganancias en tecnología de punta y profesionalización de sus empleados. No que proclamen solo en un video sus intenciones. El movimiento se demuestra andando, reza un viejo refrán y es cierto.
Que trabajen con el nuevo gobierno, creando mejores empleos, mayores oportunidades de igualdad. Solo entonces, el amor del video se demostrará con hechos; lo demás, es palabra de chiquillos y no de empresarios.
¿Lo mejor? Aquellos que votaron por Andrés Manuel serán los que finalmente le exigirán el cambio; quienes harán que no se deje llevar por el canto de las sirenas de esa pequeña —muy pequeña— clase empresarial.