El proceso electoral del próximo domingo, en Puebla, está viciado de origen. Es consecuencia de una tragedia que acabó con la vida de quien fuera la primera mujer gobernadora del Estado: Martha Érika Alonso. Ese “accidente” no ha sido esclarecido a pesar de que han transcurrido más de cinco meses desde que ocurrió. La Secretaría de Comunicaciones y Transportes no solo no da resultados, tampoco informa. Guardan silencio apostando al olvido. Y la dirigencia del Partido Acción Nacional (PAN) no ha tenido el arrojo, la firmeza ni la insistencia necesaria para exigir resultados de esa eterna investigación sobre las causas de la caída fatal del helicóptero, en el que también viajaba Rafael Moreno Valle Rosas, coordinador del grupo parlamentario del PAN en el Senado de la República y exgobernador de Puebla.

No es el único yerro que se le debe achacar al PAN en esta triste historia. Su proceder en la designación del gobernador interino fue torpe y  negligente. No enviaron a la titular de la Secretaría de Gobernación la terna con nombres de candidatos al interinato y se limitaron a poner sobre la mesa el de Jesús Rodríguez Almeida. De Jesús se dijo que no cumplía con los requisitos constitucionales para ocupar la primera magistratura del Estado y, sin embargo, se insistió en que o era él o no era nadie. No hubo pues esa cortesía política que siempre ha prevalecido en interinatos o sustituciones ante la falta absoluta de algún mandatario. Por el contrario. Morena, con oportunismo y traición, echando mano de su mayoría en el Congreso local y con el apoyo del PRI, colocó a Guillermo Pacheco Pulido (un veterano y respetado priísta) como Gobernador Interino y éste nombró a Fernando Manzanilla, enemigo número uno de Rafa Moreno Valle, como Secretario General de Gobierno. Manzanilla es, además, el verdadero operador político detrás de Miguel Barbosa, candidato de Morena a la gubernatura. Por increíble que parezca, el PAN en la Cámara, votó a favor de este interinato.

Hay que agregar que, en ausencia de cuadros realmente competitivos y tras los resultados de julio del año pasado, el PAN optó por adherirse a la candidatura del partido Movimiento Ciudadano, Enrique Cárdenas Sánchez, respetado y reconocido economista y académico, pero sin carisma ni experiencia política. Olvidó la cúpula panista (o quizá esa fue la razón) que Cárdenas ha sido uno de los más virulentos críticos del gobierno de Moreno Valle. Cada vez que puede le cuestiona su proceder en materia política y en el manejo de las finanzas públicas, particularmente, en cuanto a deuda y asociaciones público-privadas se refiere. Por si fuera poco, Enrique Cárdenas buscó, infructuosamente, la candidatura de Morena en el pasado proceso electoral para intentar, más adelante y sin éxito, postularse como candidato independiente.

En adición a lo anterior, durante prácticamente todo el proceso electoral, se han transmitido en  el Estado de Puebla, las conferencias de prensa mañaneras del presidente López Obrador, utilizando los medios públicos del Estado Mexicano, como lo es el Canal Once, de manera íntegra y sin incorporar los spots de las campañas electorales, como lo marca la ley. Esto trastoca, evidentemente, la equidad en la contienda.

 Acción Nacional debió abstenerse de participar en este turbio proceso extraordinario. Sin resultados en la investigación de lo que podría ser un atentado y no un mero accidente, y con un gobierno

 interino a modo para facilitar la llegada de Barbosa a Casa Puebla, prefirieron ungir a un crítico del morenovallismo que protestar con la dignidad de la abstención. Participa el PAN en una contienda que es producto de una tragedia no resuelta, en un ambiente que presagia una burda elección de Estado y con un afán de borrar toda huella, vestigio o residuo del legado de Rafael Moreno Valle y Martha Érika Alonso.

Así, el PAN estará legitimando, con su participación, el triunfo de Miguel Barbosa como abanderado de Morena a la gubernatura de Puebla y pulverizando la imagen y obra de gobierno de Moreno Valle. Se revertirá la transformación iniciada desde el 2010 y volverán por sus fueros quienes habían sido desplazados. Los acompañarán, descaradamente, quienes hasta hace poco vivían a la sombra de Rafael y Martha Érika y que, ahora, se han convertido en alegre comparsa del candidato morenista.

Qué pena por Puebla. Qué pena por el PAN y, también, por la memoria de quienes le dieron vitalidad, buen gobierno y resultados a nuestra entidad. Ya estará contento el señor presidente.