Son dos cosas distintas.
Sin embargo, parece que lo que está a juicio no es el proceso electoral, sino la figura de López Obrador y de las izquierdas, lo que sea que esto signifique.
Usted, estimado lector, puede pertenecer a cualquier corriente política y ser testigo a la vez, del inmoral dispendio que significó el hecho de comprar una elección en lugar de ganarla. Democracia simulada, tal cual.
En un país donde la impunidad es la norma y no la excepción, el término “legal” parece amparar sólo a aquellos que, paradójicamente, se caracterizan por prácticas realizadas en los márgenes del término. “Todos lo hacen” es su mejor argumento.
Entonces, en un acto de mínima congruencia, debemos pedir que se invalide la elección. Toda. Lo que está en juego aquí es mucho más que la figura del líder de las izquierdas, estamos hablando de democracia, un término que según Koch, no existe, porque la manipulación y la muchedumbre psicológica siempre estarán presentes en las decisiones de eso que llaman “pueblo”
Posiblemente tenga razón y lo vemos en mexicanos que antes de asumirse como tales, se califican como soldados rasos de tal o cual partido y se etiquetan a sí mismos en tal o cual color. La patria, sin duda, está antes que el partido y no al revés.
¿Tenía pruebas el señor presidente a través de las instituciones federales de la compra de la elección? Así como se subió al ring con el tema de MVS, debió responder la solicitud de información de AMLO al respecto. Sin embargo, el Lic. Felipe Calderón ha demostrado ser un buen peleador (estrategia unilateral de combate al crimen organizado, tema MVS, entre otros) antes que un buen mexicano.
¿Usted qué opina, estimado lector?