Vivimos tiempos de solidaridad humana. Lástima que sean transitorios. Ojalá después de la cuarentena prevalezca todo lo que ha beneficiado al mundo como consecuencia del aislamiento humano. Pero lo verdaderamente complicado será, una vez que volvamos a poblar las calles, recuperar todo aquello que considerábamos hermoso y que teníamos antes de la pandemia. Me refiero a los abrazos, a los besos, al arte, a las multitudes que comparten un sueño.

 

Desafortunadamente no todo pinta tan romántico en el Opus Dei. Su escuela, el IPADE y su outsourcing, Man Power, han cometido una tropelía, una canallada: despidieron a ochenta trabajadores en plena parálisis económica, de manera injustificada y sin dar un quinto como concepto de gratificación. Es decir, no liquidaron. Mandaron a la calle a ochenta almas para ver qué migajas encuentran entre las cenizas del mundo que se desmorona.

recibo
Recibo

Y no sólo es eso: ponen en riesgo la seguridad social de esta gente. Ante la interrogante de qué hago si me atiendo o si sigo teniendo derecho a la atención médica durante la emergencia de salubridad, les contestaron: “ya no tienes, campeón”. Aquí están las fotos. Tengo todo documentado. 

 

Y aunque exista un periodo de gracia ante el Instituto Mexicano del Seguro Social, el abogado que les respondió no tenía idea. No asesoraron, no pagaron. Despidieron injustificadamente. Así. Sin más.

También hay gente que se quedó sin seguro. Que a la fecha no tiene derecho a servicio médico. En plena contingencia de salubridad, hay empresas que dejan en estado de vulnerabilidad absoluta a sus trabajadores.

 

Las imágenes son desgarradoras. Sin respetar la sana distancia, un abogado entregando cheques por las cantidades raquíticas. Peor aún, alegando que el pago de la semana no se podía hacer por estar saturado de trabajo. Tengo el testimonio de un trabajador que así lo describe, porque está en vídeo:

“El licenciado explica que tuvo que hacer el trabajo de tres semanas en un día. Que está bajo presión y necesita la firma de todas las renuncias. Y que somos muchísimos. Así que o se firma la renuncia o no se paga ni la semana ni el finiquito”.

 

La contradicción moral y filosófica es titánica. No son tiempos para ser inhumano, y menos si eres un referente de la Cruz en la tierra.

Obviamente, los sinvergüenzas están medianamente asesorados. Obligaron a la gente a firmar renuncias. Condicionaron la firma de las mismas a cambio del pago de salarios y prestaciones devengadas. Finiquitaron a trabajadores con más de diez años de antigüedad con menos de cinco mil pesos.

Finiquito

Me explico: los abogados de Man Power, por instrucción del IPADE, retuvieron sueldos, prestaciones y el finiquito hasta no recabar la firma de la renuncia. Al tratarse de gente que vive al día, esta acción es infalible, pues el trabajador se ve en la cruel y penosísima necesidad de firmar el documento con tal de recibir el pago de su semana o quincena.

El finiquito va de consuelo. Los montos irrisorios. Insisto: menos de cinco mil pesos para una familia en plena pandemia, en plena crisis económica.

Sesenta personas firmaron el día veinte de marzo, y veinte el día treinta y uno del mismo mes.

Si bien es cierto que prometieron recontratarlos, al firmar la renuncia los trabajadores perdieron de manera automática su antigüedad y prerrogativas derivadas de la misma. Les vieron la cara, abusaron de ellos.

Tanto el IPADE como su outsourcing lucran con la humildad y la necesidad de la gente; embaucaron a ochenta personas, con tal de evitarse un litigio o el pago de las liquidaciones que correspondían. Terrible.

Ahí se dispararon en el pie: si yo demando colectivamente el despido injustificado reclamando la nulidad de la renuncia, apelando a la inverosimilitud de los documentos mediante los cuales inexorablemente se excepcionarían y defenderían la escuela y Man Power, tocaré fibras sensibles en los criterios de la autoridad, de la 4 T.

¿Por qué? Porque hay una presunción clavada. Resultaría ilógico, absurdo, que en plena Emergencia Sanitaria ochenta personas renunciaran simultáneamente. Sesenta de ellas el día veinte de marzo y otras veinte el treintaiuno del mismo mes, a la vez. Todas las renuncias contienen el mismo texto. Sería irracional que la autoridad se creyera la farsa de la renuncia.

Renuncia

Hoy nos queda claro que la gente que manejó este despido masivo es falsaria, hipócrita.

Nada de despidos durante la Pandemia. Pero hay quien prefiere hacerse el loco y proceder de manera inmoral e incorrecta.

Ahora bien, no dudo que procesalmente sería complejo. Y quizás la ley mañana los absuelva. Pero hoy la gente, el pueblo, debe condenarlos.

A la fecha no vemos resultados. Al contrario. Quisieron parar el tema con calumnias. Mintieron sobre el origen del problema. Quisieron envilecerlo acusando a la persona que me platicó del tema de tener conflictos económicos detrás. Como si todo fuera monetario y no moral. Pero la mentira se cayó. Y a mí no me van a callar.

El colmo de la ironía es que yo, como agnóstico, les recomiendo aprender algo de la Biblia:

Mateo 23:27- 28

27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.

28Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad

Man Power o la Universidad Panamericana deben de pagar. O ambos. Los invito a poner cada uno cuarenta y cinco días de salario por cada trabajador despedido más sus Primas de Antigüedad. No sean crueles. Muestren a la gente que tienen alma.

Mientras que estas empresas no estén dispuestas a ayudar, se pone a su disposición la Fundación NOSOTR@S POR LA DEMOCRACIA, A.C. para hacer donativos. Esta gente está apoyando precisamente a los meseros que fueron víctimas de un despido injustificado en México. Para ayudar, basta inscribirse en el formulario siguiente: 

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScrMsVC8Qu4crbkHjGXgRB2GZCvkSMmCv-aAcG1cgsI90ZN_g/viewform

Unidos por la democracia