En momentos donde permanecemos mudos y aislados ante los frenéticos eventos desatados por el coronavirus, quizá ninguna teoría en el mundo sea más pertinente como la – poco conocida- de los Cisnes Negros.

Tal idea empezó a circular desde hace poco tiempo en algunos círculos de pensadores por su autor, ahora famoso en el mundo entero: Nassim Nicholas Taleb, un erudito libanés, disruptivo, quien estudió negocios en Wharton, y luego dedicó años a su obra que salió a la luz en 2007, y lo convirtió en una celebridad; teoría que anidó en su mente desde sus años mozos, cuando en un sótano de su ciudad leyó cientos de libros, muchas veces en medio del estruendo de las bombas de una cruenta guerra que azotó a su ciudad natal.

Me refiero a la teoría de los Cisnes Negros.

Dejo la palabra al autor (Cisne Negro: el impacto de lo altamente improbable, de Paidos, edición 2013), para sintetizar su teoría, que embona en la explicación del surgimiento del coronavirus, que en muy poco tiempo está produciendo un giro radical de consecuencias imprevistas en la salud, la economía, y la vida cotidiana de miles de millones de personas.

Nassif Nicholas Taleb dice:

“Antes del descubrimiento de Australia, las personas del Viejo Mundo estaban convencidas de que todos los cisnes eran blancos, una creencia irrefutable pues parecía que las pruebas empíricas lo confirmaban en su totalidad.

 

“Este hecho ilustra una grave limitación de nuestro aprendizaje a partir de la observación o la experiencia, y la fragilidad de nuestro conocimiento.

“Lo que aquí llamamos Cisne Negro (así, con mayúscula) es un suceso con los tres atributos que siguen:

Primero, es una rareza, pues habita fuera del reino de las expectativas normales porque nada del pasado puede apuntar de forma convincente a su posibilidad.

Segundo, produce un impacto tremendo (al contrario que el ave).

Tercero, pese a su condición de rareza, la naturaleza humana hace que inventemos explicaciones después del hecho, con las que se hace explicable y predecible”. El coronavirus es un Cisne Negro

Clarísimo.

El coronavirus es un Cisne Negro, como otros que comentaré abajo, algunos de los que da cuenta Taleb, porque, repito:

1.- Es una rareza. Nada del pasado apuntaba en forma convincente a su posibilidad. Al surgimiento del virus.

2.-Está teniendo un impacto tremendo en la humanidad. Sin duda alguna.

3.- Al aflorar súbitamente a la superficie, se inventan explicaciones del temido microbio, hasta después de que aparece. Así es.

 

Lógica no lineal

Más allá de la curiosidad intelectual, o el morbo, un Cisne Negro como el coronavirus, es un ejemplo, que, como lo señala el autor, “ilustra una grave limitación de nuestro aprendizaje a partir de la observación o la experiencia, y la fragilidad de nuestro conocimiento”.

El texto de Taleb es desafiante, que va contra la metodología del saber convencional, basada en la observación y experimentación. Un modo de pensar diferente, una lógica no lineal, disruptiva, contraria a quienes hemos sido educados en el pensamiento convencional como yo -en la economía o los estudios de opinión- pero igualmente retadora para la mayoría de las profesiones.

Taleb es categórico:

“Una pequeña cantidad de Cisnes Negros explica casi todo lo concerniente a nuestro mundo, desde el éxito de las ideas y religiones, hasta la dinámica de los acontecimientos históricos y los elementos de nuestra propia vida personal” ¿Ejemplos?

Hay ejemplos de sobra de estos Cisnes Negros en la civilización, de rarezas que han tenido un impacto profundo en la vida de cientos de millones de personas.

Algunos los cita el autor. Otros son enlistados por mí, con el sello inconfundible de Cisne Negro.

*La invención de la rueda.

* La imprenta.

*El cristianismo. ¿Quién previó que Roma abrazaría la fe cristiana tres siglos después del surgimiento de Jesucristo y que este personaje se convertiría en un antes y después en la civilización y permearía esta doctrina a gran parte de la humanidad?

*La primera guerra mundial. Tras la pax previa en Europa de fines del siglo XIX -una época dorada de varias décadas- nadie pronosticó un conflicto de tales dimensiones, duración y pérdidas de millones de vidas. Historiadores británicos como Paul Johnson narran como por ejemplo los jóvenes franceses acudieron eufóricos a la contienda, enfundados orgullosamente en sus trajes de militares, en las semanas previas a 1914, pensando que estarían de vuelta en unas semanas.

* La revolución rusa de 1917. Dice Taleb en su libro: “Muchos rusos que abandonaron el país en 1917, como el escritor Vladimir Nabokon, se asentaron en Berlín tal vez para estar cerca cuando pudieran regresar, lo cual creían que sucedería muy pronto”.

* El ascenso de Hitler en la Alemania nazi. No sólo el hombre común sino líderes como Chamberlain en Inglaterra, no comprendieron, ya con el poderío del dictador nazi en ebullición, las terribles consecuencias de no pararlo a tiempo. Un Cisne Negro.

*La revolución cubana. ¿Una revolución comunista a 200 kilómetros de Miami en las narices de EU? ¡Jamás! Movía al escepticismo. Y hasta la risa. Y pasó.

* En 1985, la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS. El líder soviético, Nikita Kruschev presumió a los norteamericanos de la fortaleza de la URSS. Nixon cuenta en sus memorias que en una reunión privada Kruschev se jactó de que sus nietos vivirían mejor que los de los estadounidenses en la siguiente generación. El imperio se desintegró (un auténtico Cisne Negro) como un castillo de naipes muy poco tiempo después.

* La revolución del internet. ¿Quién pronosticó cómo el internet transformaría radicalmente la vida cotidiana de miles de millones de personas en el mundo, en hogares y negocios?

* La computadora personal. Es conocida la historia, y explicada, (característico de un Cisne Negro) después de que pasó, de cómo Steve Jobs fue recibido con un portazo por los ejecutivos de IBM, quienes no creyeron en su propuesta de una computadora en el hogar.

* Las empresas, como Google, Microsoft, Apple, Netflix, Amazone, You Tube. Todos eventos de Cisnes Negros. Inesperados y con impactos profundos en la vida de las personas y los negocios.

* La caída de las Torres Gemelas. ¿Derribar estos edificios iconos de la Gran Manzana por dos aviones comerciales, secuestrados por terroristas? ¿Estrellar otro contra el Pentágono? Ni el guion más temerario de Hollywood lo imaginó.

 

Como aprender del Pavo

Dice Taleb:

¿Cómo sabemos lo que sabemos? “¿Cómo sabemos que lo que hemos observado en unos objetos y sucesos basta para permitirnos entender?

“Pensemos”, dice, “En el pavo al que se le da de comer todos los días. Cada vez que le damos de comer al pavo confirmará su creencia de que la regla general de la vida es que a uno lo alimentan todos los días unos miembros amables del género humano.

“La tarde del miércoles anterior al día de Acción de Gracias, al pavo le ocurrirá algo inesperado. Algo que conllevará a una revisión de su creencia”

Aprendemos de Taleb, como deja entrever él mismo en su obra, más allá de caer en un absurdo escepticismo que nos lleve a una actitud -errada- de desconfiar de todo, a abandonar la lógica sana, la explicación racional de los acontecimientos, o a buscar respuestas de lo imprevisto en el esoterismo, el castigo divino o la fatalidad; a entender, también - como es el caso de este virus que ahora infunde temor a miles de millones de personas en el mundo- que importa estar alerta a estos Cisnes Negros, que cambian nuestras vidas de manera inesperada.

Aprendamos a no ser pavos, como dice el autor.