Escribe: Javier Lozano
Hay una dicotomía mayúscula en el título de esta columna. Quizá su relación sea inmensa; no hay punto de comparación entre lo que significa el nombre histórico del general, Lázaro Cárdenas del Rio y quienes conservan su apellido ilustre producto de la consanguinidad y la razón familiar que involucra su lazo en parentesco.
Hablar del general Lázaro Cárdenas del Rio, es profundizar la raíz de una historia llena de riqueza, trabajo, tenacidad y un sentido estricto de lucha de un representante del pueblo cuyas ideas de sensibilidad y el proyecto político que, a lo largo de su etapa como presidente de la República, dejó grandes aportaciones ante las circunstancias adversas que arrojó un periodo posrevolucionario, sobretodo, en rubros económicos, sociales, educativos, así como el programa de reformas que durante su ciclo se materializaron.
El caso de las empresas ferroviarias y petroleras, así como el desarrollo incipiente de una transformación al trabajo del campo, fueron también importantísimas en el progreso del país. Ese legado tiene una enorme contribución además de histórica, de una agenda estricta social que atendió a trabajadores y campesinos de una clase popular que necesitó el ímpetu de un gobierno de sensibilidad que hiciera hincapié en las demandas urgentes de una población que padeció años atrás el desencanto de las instituciones del poder público.
Seguramente me faltó sintetizar más. Aunque recordé una de las etapas más trascendentales de la vida sociopolítica del país, no me deja de generar inquietud como en fechas actuales, el apellido sigue cargando la razón que demanda un peso específico en el apellido, es decir, nada tiene que ver el pasado con el presente. Siempre destacaremos la historia de Lázaro Cárdenas del Rio, el general: hombre de convicciones firmes que construyó su propia línea del tiempo entre la justicia y el nacionalismo. Eso por supuesto que ni siquiera está en tema de discusión; sin embargo, la realidad nos hace reflexionar el intento desmedido por aprovechar su herencia célebre.
Eso le sucedió a su nieto y ex gobernador de Michoacán, Lázaro Cárdenas Batel. Quizá, el nunca haber forjado su propio camino en la política, desató una serie de críticas. Los que en su momento mostraron su inconformidad tuvieron razón: el ahora funcionario del gobierno federal como servidor público ha sido un profundo fracaso. En nuestra columna anterior, citamos la forma en que se deterioró el territorio Purépecha en temas de educación, pero sobretodo de economía; la deuda pasó de una cifra considerable, a una cantidad exorbitante que ocasionó grandes complicaciones de operación financiera para las futuras administraciones.
En Michoacán se despreció el talento educativo de sus profesionistas, y nunca venció la alfabetización a través de un programa fallido como Alfa TV. Quizá eso, y los fantasmas de Odebrecht, dejaron una profunda grieta en medio de acusaciones graves de corrupción por los sobrecostos en algunos temas de infraestructura en el estado que fueron un escándalo a gran escala. Además de las irregularidades, quedó el sello que acompañó el fracaso revelado por poner en marcha la designación de personajes como Lázaro Cárdenas Batel.
Aunque la evidencia salió a la luz, no pasó a mayores. Más bien, las coincidencias o, tal vez el apellido, hicieron que, su reacomodo en la oficina del presidente López Obrador como jefe de los asesores, tuviera cabida. Por esa razón, aprovechó la coyuntura y la relación con funcionarios de primer nivel y quizá tener injerencia en el proceso democrático y plural que actualmente vive Morena.
Eso en la 4T se acabó. Mario Delgado tendrá que dejar fuera las presiones de este tipo de personajes que piensa que, desde la oficina de asesoría del presidente, puede tener injerencia y toma de decisiones en la vida pública del estado. Pensó que, el Cardenismo, sigue marcando condiciones como fuerza política en el territorio Purépecha.
En Morena comenzó una fase democrática, no del dedazo. Por esa razón trascendió que en medio de su posición como funcionario metió fuertes presiones para que el resultado de la encuesta en Michoacán, no beneficiara al puntero que se anunció llegaría sin contratiempos por el respaldo inmenso de la mayoría de la población; sin embargo, Mario Delgado tuvo que suspender el anuncio. Vaya, ahora resulta que el exgobernador pensó que, desde una oficina de Palacio Nacional, pudo maniobrar la decisión, está muy equivocado. Por más que, su apellido sea Cárdenas y su abuelo tenga un lugar bien merecido en la historia de México, no significa que puedas llegar a manipular un proceso plural.
Las presiones no tienen cabida en Morena. Por un momento la democracia en Morena pudo haberse encontrado amenazada por los intereses personales de un funcionario de apellido Cárdenas. Sin el afán de omitir la historia que nada tiene que ver, Lázaro Cárdenas Batel quiso o, más bien, pretendió que se le abriera la puerta grande con el puro parentesco que, desde hace mucho tiempo, dejaron de tener injerencia en Michoacán. El Cardenismo existe: es un legado inocultable por su aporte al desarrollo del país; no obstante, el Batelismo, es un espejismo que pretende arrastrar fuerza para someter una voluntad que solo está en manos del pueblo.
Batel quiso apoderarse de las decisiones del colectivo. Alguien necesita explicarle al jefe de los asesores del presidente, que ese tipo de acciones se afirman en Morena como antisociales. Recuérdale que, no mentir, no traicionar y no robar, son valores básicos de la 4T. El albazo se terminó.
Notas finales
Raúl Morón que actualmente es el presidente municipal de Morelia, se saltó una de las reglas más sagradas de la 4T, no mentir. Crea cuentos de hadas donde autoproclamó el ganador de un proceso del que nunca fue favorito; se adelantó pensando que eso confundiría a la sociedad. Sin duda una estrategia sucia y obsoleta que solo demuestra que, las emociones y la ansiedad, invadieron al grupo de asesores del edil. Que ironías de la vida, hace poco residió en el PRD en que estuvo al frente de una Senaduría; al ver el partido hundido brincó y emigró a Morena; hoy pretende poner en práctica ese legado de las tribus que desbarataron al Sol Azteca. Una total radiografía hueca donde no tiene cita en la candidatura estatal.