En el marco de la polémica renegociación del Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) y de los informes oficiales extraordinariamente alegres del desempeño económico, hay dos señales que restan brillo al triunfalismo gubernamental: la percepción de la inseguridad y los datos de la inversión privada.
Ambos temas están íntimamente ligados y son constitutivos de la credibilidad de las políticas públicas en nuestro país.
Del primero, en la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) destaca que al menos tres de cada cuatro residentes en México se sienten muy inseguros de vivir en su ciudad, ante la escasa efectividad de las diversas corporaciones policiacas.
Pero el tema no queda ahí, en el documento elaborado por el INEGI expone que para el tercer trimestre del año, el 37.4 por ciento de la población considera que el clima de inseguridad empeorará en los próximos 12 meses. Lo más inquietante es que esa tendencia, que ha sido persistente durante varios trimestres, no logró atenuarse por el apoyo que mostraron a la ciudadanía las fuerzas de seguridad pública durante los recientes terremotos.
Estos datos dan sentido a diversos indicadores que generalmente no son materia de difusión porque restan brillo y sientan bases el análisis prospectivo de la función pública. Son hechos que no se cuentan, pero que cuentan mucho sobre la realidad nacional.
Vinculados a la percepción de la inseguridad, el Banco de México muestra un significativo deterioro de la demanda interna.
Si bien en el segundo trimestre de 2017 el consumo privado siguió registrando una trayectoria creciente, algunos indicadores oportunos, aunque de menor cobertura, como los ingresos en establecimientos al menudeo y las ventas de vehículos ligeros, han mostrado una significativa pérdida de dinamismo en lo que va del año.
Pero hay más.
En el periodo que va de abril a junio se extendió la debilidad de la inversión. En particular, persistió la atonía que el componente privado ha mostrado desde mediados de 2015, al tiempo que la inversión pública continuó registrando la tendencia decreciente que ha presentado por varios años.
Si consideramos el gasto en inversión física como proporción del gasto programable del gobierno federal representó 16 por ciento durante el primer trimestre. Comparativamente, en los primeros trimestres de 2016 y de 2015 la proporción fue de 19 y 22 por ciento, respectivamente.
El concepto atonía, que surge de la biología, explica que cuando la debilidad persiste por un largo periodo -más de dos años - el sistema no es saludable.
Se puede advertir, entonces, que la creciente percepción de inseguridad en las ciudades del país ha mermado el interés de los particulares por invertir en actividades productivas y en la generación de empleos seguros y bien remunerados, temas clave para el bienestar y el progreso nacional.
Hay datos que cuentan, pero que no se cuentan.
@lusacevedop