La información no es nueva. Ni sorprende. De acuerdo a un reporte del INEGI correspondiente al primer semestre del año en curso, la economía mexicana está aletargada, débil, sin ánimo, en punto muerto, estancada.

Y, lo peor, al menos ahora sin tendencias firmes en los indicadores adelantados, que avizoren un repunte, un crecimiento de 2 por ciento para el 2020, como lo plantea (¿desea?) el gobierno de la 4t en el paquete económico para el año siguiente.

La OECD ya dijo, y mereció la misma respuesta de AMLO, la que ya conocemos; la OECD, le comento, pronosticó que el año en curso el crecimiento será de apenas 0.5%.

Al ritmo actual, el pronóstico del OECE es posible.

Si se concreta este augurio, creceríamos menos que el año pasado, cuando el PIB repuntó 2% de modo que el nuevo gobierno tendría en su primer año un resultado más pobre que el que recibió.

La foto que presenta el INEGI del primer semestre tiene lecturas relevantes. Lo nuevo es que detalla, el comportamiento de variables clave. Ya se sabía del crecimiento de 0% en el segundo trimestre, pero no del dinamismo de sus componentes.

 

  • El consumo privado de los hogares mexicanos, cayó; si, cayó en el segundo trimestre (vs el mismo lapso del año pasado. Y ya incluido el desempeño de los consumidores en el segundo trimestre, en los primeros seis meses marcó un aumento, lánguido, marginal, de apenas 0.3%.

Ya lo hemos dicho aquí: los consumidores no están comprando. Son renuentes. No quieren auto nuevo (las ventas de autos están bajando cerca del 10 por ciento); ni un nuevo aparato para el hogar.

¿La razón? Obvio: temen no poder pagar. No tener empleo seguro. Privilegian lo básico, los comestibles, gastos corrientes diarios, etc. Al parecer tampoco están demandando créditos por la misma razón.

  • Las compras del gobierno están estancadas. Bajaron 0.3% de enero a marzo (comparado con mismo lapso de 2018); y de enero a junio, fueron 0.2% menores. Ya se vio. Hay subejercicio. Ya sabe. Señores del gobierno de la 4t: suelten la chequera. Hay dinero público, pero no se gasta. Dinamizar el gasto (en bienes de consumo) enviaría buenas señales a los agentes económicos.

  • Lo más preocupante. La inversión, motor del crecimiento, está cayendo. En el segundo trimestre bajó 1.5% (importante caída); y en el semestre como un todo, el desliz fue de 0.8%. Si no hay inversión quiere decir, también, que no hay crédito, ni proyectos nuevos. Ni más empleo. Ya lo decíamos aquí en los días previos, y hablábamos de la esperanza, expectativa, de López Obrador de que los acuerdos con las cúpulas empresariales dinamicen la inversión. El acercamiento se dio después de junio. Ojalá las cifras del tercer trimestre reflejen un mayor dinamismo.

  • Lo más positivo. Las exportaciones, flojas, pero siguen creciendo. Obvio: la economía de EU, hacia donde van el 80% de estas ventas, continúa con dinamismo. Subieron 0.9% en el segundo trimestre, y un ritmo similar (0.9%) en el primer semestre del 2019. Pero…viene el, pero, si –como ya temen los analistas- ¿hay recesión a la vuelta de la esquina? Importante, también, es que se concrete la firma del acuerdo de libre comercio en el Congreso norteamericano. Será el acontecimiento más esperado de la relación México/Estados Unidos en el año. Mejor no pensar en que aborte el tratado. Serían muy malas señales para la economía mexicana.

  • Relevante el mensaje del estancamiento de las importaciones. ¿Por qué los consumidores de bienes y servicios del exterior - es decir los hogares- y de insumos adquiridos en el exterior -la empresas- no compran más si el dólar está barato, quieto? Por lo mismo. Los temores de perder el empleo, en las personas físicas; y de no vender sus productos, en las empresas. Para todo fin práctico, estas compras externas están aletargadas: en el segundo trimestre cayeron 0.5%, y de enero a junio, apenas repuntaron un débil 0.1%.

 

La economía importa : y mucho. Sin actividad económica no hay empleo, ni bienestar.

Urge salir del estancamiento. Inyectar ánimo es de la más alta prioridad. Esto no se logra con discursos, con exhortaciones, y – difícilmente- con pactos.

La foto del INEGI, de la economía como un todo dibuja este estancamiento: el PIB cayó; si, cayó, 0.8% en el segundo trimestre, y -como un todo- en el primer semestre aumentó un frágil 0.2%. Cerca de casi nada.

Los indicadores de consumo, inversión y exportaciones que presenta el INEGI, son consistentes con esta debilidad de la actividad económica.

Por ahora, no veo cómo podamos crecer al 2% como prevé el Paquete Económico para el otro año.

Activar la economía es de enorme prioridad.