Reporteros y reporteras de primera

Llama la atención lo que dice este miércoles el diario La Jornada en su Rayuela: “Para la cancillería hay periodistas de primera y de segunda. Ayer, los primeros viajaron con el Presidente y los segundos fueron abandonados en otro vuelo”.

Marcelo Ebrard ha quedado bien con los medios que le importan, sobre todo el periódico Reforma —innegable el trato de privilegio a la reportera Isabella González. Es su derecho, desde luego, pero el titular de Relaciones Exteriores no le está haciendo ningún favor a su jefe, el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Cuando el presidente de México vuelva de Estados Unidos, tendrá trabajo extra el vocero Jesús Ramírez; siempre es complicado arreglar el desorden que alguien más hizo. Pero, por complicado que le resulte, Ramírez deberá hacerlo. No tiene AMLO por qué pagar los pecados de su canciller, quien imprudentemente ha permitido un trato de privilegio a ciertos medios de comunicación.

Gatell, turistero del año

El especialista en turismo del periódico Excélsior, Carlos Velázquez, piensa que la incontrolable crisis de la pandemia en México y Estados Unidos terminará por beneficiar a nuestra industria de los viajes.

Millones de estadounidenses salen de vacaciones en verano —otros tantos en invierno—; el vecino país del norte es quizá el que más turistas aporta en todo el mundo, y son también los que más gastan.

Algunos de sus destinos favoritos —todas las naciones europeas y Canadá— han cerrado las puertas a los turistas estadounidenses, que desde luego no dejarán de viajar por la pandemia del coronavirus.

Lógicamente, como dice el columnista de Excélsior, se conformarán con hacer turismo en su propio país o salir al extranjero a otros destinos que sí les acepten y que igualmente les agradan bastante, las playas mexicanas, especialmente Los Cabos, Cancún, la Riviera Nayarit y Puerto Vallarta.

Si la prohibición, que también afecta a México, de viajar a Europa y Canadá se mantiene durante todo el año, ni duda cabe de que se recuperará más rápidamente nuestro sector turístico, el más dañado debido a la crisis global generada por el Covid-19.

¿Por qué no cerramos las fronteras mexicanas a los visitantes estadounidenses? Simple y sencillamente porque no tiene caso: hemos combatido tan mal la pandemia como en Estados Unidos.

Si el jefe de la lucha contra el coronavirus, Hugo López-Gatell, hubiera hecho correctamente su trabajo, estaríamos obligados a no permitir la entrada de los vecinos.

Pero como López-Gatell falló, entonces bienvenidos sean los gringos con sus dólares.

Más allá del premio a Turistero de Oro que merece Gatell, lo que se necesita es que se pongan las pilas los hoteleros mexicanos y que resistan nuestras aerolíneas ya casi quebradas.