Tomémosle la palabra a Ebrard
Marcelo Ebrard se quedó fuera de la foto del TLCAN (o como se le llame al acuerdo ahora). Tal vez por lo mismo invitó al país (tanto al partido mayoritario, como a la oposición) a que volteemos hacia el Sur; a la gran América Latina.
Esa podría llegar a ser una de las mejores políticas públicas o un rotundo fracaso. Todo dependerá de si la administración lopezobradorista quiera realmente entender qué demonios sucede, vez tras vez, con las sociedades y gobiernos latinoamericanos —no importando la postura política— que llevan a sus países a la ruina.
Entonces, ¿para qué mirar hacia el Sur?
a) Para “comercializar”. Ese slogan vende bien en estos momentos, más si viene de un gobierno emanado de la izquierda. Pero, seamos serios. La verdad es que la gran mayoría de las economías de los países de América Latina están en tal estado de descomposición que es poco lo que se puede comercializar con ellos. La diversificación del comercio y de las exportaciones sería marginal.
b) Por solidaridad y apoyo. Bienvenido. México ya ha tomado la batuta en ese sentido y se ha solidarizado con sus “hermanos” del Sur no una sino múltiples veces a lo largo de la historia.
c) Obtener aprendizajes y marcar rutas de acción. Aprender de las peores prácticas y de lo que hemos hecho mal en America Latina, independientemente del tipo de sistema de gobierno.
Las experiencias latinoamericanas
Lo cierto es que América Latina tiende a las peores políticas para despilfarrar la riqueza de sus naciones y terminar en situaciones tétricas.
No es un tema de ideología. Tanto gobiernos de izquierda como de derecha en toda Latinoamérica han logrado llevar a sus respectivos países a inflaciones galopantes, dictaduras escalofriantes, economías derruidas y éxodos migratorios de sus ciudadanos cuando ven que no pueden salir adelante.
Si bien, siempre que hablamos de los venezolanos nos referimos a aquellos que huyeron de Chávez (ahora de Maduro), olvidamos que prácticamente todo el continente comparte una especie de maldición de la que no podemos escapar.
Así, para ser justos, habría que sumar también a los refugiados igual del pinochetismo que del fujimorismo y, dentro de poco, también tendremos miles de argentinos (como sucedió a inicios de este milenio y en la centuria pasada) quienes buscarán en México mejores oportunidades económicas, mismas que no pueden encontrar en la Argentina comandada por la derecha de Macri. ¿Ya tiene preparado el próximo gobierno federal un plan para hacer frente a este nuevo éxodo, al remasterizado Efecto Tango que ya se ve venir? Lo dudo.
O, ¿qué decir de un Brasil convulsionado por gobiernos corruptos (aunque Ud. no lo crea, igual o peor que el nuestro actual), donde la izquierda logró llevar las olimpiadas y el mundial a un país que nos enseñó una “ilusión” de crecimiento? Un ex presidente y ahora candidato en la cárcel. Un desarrollo de mentira disfrazado de oropel; lleno de deudas que siguen pagando los brasileiros con una economía convulsionada y gobiernos que sólo se culpan unos a otros.
Si acaso Chile se salva por ahora de la debacle económica de América del Sur, donde los gobiernos de izquierda y de derecha apuestan por la competitividad y el crecimiento incluyente. Lo cual, no desaparece ni disminuye la pérdida de libertad sufrida durante tantos años por una dictadura militar.
Perú tuvo un cambio revitalizante, donde la violencia y mano dura se transmutaron en una democracia que está compartiendo aprendizajes y experiencias para no retornar dichas vivencias. Llama la atención la lucha al narcotráfico, diferente a nosotros, donde lo que buscan es que los productores en lugar de droga ilegal, vayan por la coca sustentable (ojo, no es droga legal) y por el cacao.
Habrá que esperar para juzgar si las cosas en serio estructuralmente han mejorado en Colombia, esto es, para ver si el nuevo presidente, Iván Duque, avanza en la pacificación del país o de plan retrocede. Eso de que Duque cambiará los acuerdos de paz con las FARC sin romperlos no augura nada positivo.
Lecciones para México
Ebrard puede voltear a América Latina, para aprender de los errores (y por ende, ayudar a que el nuevo gobierno NO los repita); evitar las malas lecciones de todos los gobernantes que se vuelven dictatorcillos y retornan al cero crecimiento de países que deberían de ser grandes por sus recursos naturales y por la capacidad de sus habitantes.
La “década perdida” fue para México y para el resto de América Latina sufrida por diversas razones, como una inflación galopante, impresión de papel moneda, gobernantes que apostaron al déficit sin crecimiento, guerrillas, intromisión de Rusia y Estados Unidos (era antes de la caída del muro de Berlín) y otra vez, más allá de ideologías, se debió a la pusilánime actuación de los gobernantes y pésimas políticas públicas. El nombre no fue en vano; fueron diez años perdidos, donde el crecimiento desapareció desde la tierra del fuego, pasando por las pampas, cordilleras, desiertos y selvas.
En términos económicos, México también tiene tratados de libre comercio con nuestros vecinos del sur, pero hasta ahora, hemos salido raspados de los mismos, porque al hacerlos, no se hacen pensando en el bienestar de los diferentes socios. Se han hecho basados en un “latino-americanismo” anacrónico. Basta de ejemplo, el tratado con Perú, donde nuestros productores de chiles jalapeños enfrentan una competencia por demás desleal en cantidad y cosechas.
El verdadero reto de la región
Ergo, sí es bueno ver y voltear al sur, pero que esto sea para que México vuelva a ser el líder de la América de Bolívar (no, nada que ver con Maduro) y entonces, como bloque, tengamos un poco de peso en el mundo. Para que AMLO, como líder de América Latina, encuentre y señale ventanas de luz y soluciones que si bien complejas, sean las adecuadas.
De cualquier otra manera, “amarrarnos” a Estados Unidos o a América Latina, sólo por un sentimiento latino o gringo, será contraproducente para cualquier política económica, social o diplomática para nuestro país.
En ese sentido, AMLO —acompañado de Ebrard y de la SRE— tendrán un doble reto. El reto de erigir a México como ejemplo de la región, mostrando las ventanas de luz a los demás países; pero más importante aún, el reto de llevar a buen puerto un gobierno que tiene todas las probabilidades de fracasar, igual que lo han hecho la mayoría de las administraciones que lo han antecedido.
Como región hemos probado de todo y nada parece funcionar. ¿Porqué ahora habría de ser distinto? La oportunidad estriba no en ver al Sur, sino en encontrar porqué, invariablemente, terminamos siempre por tropezamos.
AMLO y Ebrard, escuchen Sur
Mientras llega la hora de las definiciones, disfruten el futuro presidente de México y su canciller este tango: