29 de abril de 2024 | 06:53 p.m.
Opinión de Alejandro Díaz Romo

    Documentando el optimismo. Chicharito, Peña Nieto y la insoportable necedad de creer que no podemos

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    Querido G3, después de un largo receso en el que justifico mi ausencia con el alegato que mis dedos estaban entumecidos por el frío provocado por la falta de ideas, ustedes comprenden que cuando no se tiene ese calor que te recorre las venas, que te provoca, que hace cuestionarte, se vuelve complejo darte valor para enfrentarte con la pantalla en blanco del ordenador, así que terminas jugando a tener las frases correctas dentro de la sopa de letras que tienes en la cabeza, pero que al momento de querer seducir al teclado para darles sentido terminan por irse a cualquier lado menos a la hoja en Word, en fin, terminé por cambiar de sopa para no complicarme la existencia, hoy dejé la sopa de letras por Maruchan´s, me aligeró bastante el pensamiento. Valga pues este acto de contrición para celebrar el encuentro de nueva cuenta con todos ustedes, entremos a lo importante.

    Dos noticias desbordaron los diarios y las redes sociales en día pasados, la contratación de Javier ?chicharito? Hernández por parte del Real Madrid y el anuncio de un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México, hecho por el presidente Enrique Peña Nieto, temas que pudieran no tener mucho en común entre ellos, pero que tienen más ADN compartido de lo que parece a primer vista. Me explicaré.

    Para nadie es un secreto que el Club de Futbol Real Madrid es el equipo más popular del mundo y uno de los más poderosos en cuanto a poder económico, solo por debajo del Manchester United, no es novedad que el actual presidente del Madrid, Florentino Pérez, es un obsesivo en eso de tener en sus filas a los mejores jugadores, para muestra al portugués Cristiano Ronaldo, al escocés Gareth Bale, al croata Luca Modric y al español Iker Casillas, incorporando para esta nueva temporada a la sensación del mundial el colombiano James Rodríguez y al mejor centro campista del momento, el alemán Tony Kroos; por donde se le mire un rosario de nombres impresionante, tanto talento tiene este equipo que se permite la licencia de no contar con otro súper estrella, el argentino Ángel Di María y de dejar salir sin mayor problema al jugador que le daba el equilibrio en el campo, el español Xabi Alonso, el primero con destino al Manchester United, el segundo al Bayern Munich.

    Pues bien, esta nueva Babel, este emporio que expresa de la mejor manera el modelo de empresa global, en donde sus estándares para ingresar a ella son verdaderamente altos, cometió el descaro (para muchos) de contratar al ?chicharito? Hernández para ser el refuerzo en ataque del Madrid.

    Las reacciones no se hicieron esperar, la mayoría en forma burlona, que su destino seguro y permanente será la banca, que difícilmente podrá tener minutos de juego, que solo hará el ridículo, que su auténtico nivel es la MLS y no el Madrid, en fin, palabras dignas de sepulturero.

    Sin embargo pocos se detienen al análisis de que los números de chicharito son realmente buenos, con 59 goles y 20 asistencias para gol en 154 partidos son cifras realmente sobresalientes, se le critica por anotar goles de ?chiripa? por casualidad, hasta con torpeza, pero su función es hacer goles, no estilizarlos.

    Pero aquí el punto es que en lugar de sentir orgullo de que un mexicano forme parte de un equipo universal, resulta que es casi un pecado, un sacrilegio. Aquí me parece que la crítica o el descontento hacia el éxito de Javier radica no tanto en sus cualidades futbolísticas, que las tiene y de sobra, no me parece casualidad que los dos clubes con mayor poderío económico en el mundo lo hayan contratado, estoy convencido que el gran pecado del chícharo es no ser identificado como alguien del pueblo, sino un chavo privilegiado por una vida, que suponen le fue fácil por ser heredero de un padre y abuelo futbolistas, ese es su pecado.

    Como pecado es que entendió que la profesión a la que decidió dedicarse exige estar en el contexto de modernidad, sí, en verdad estoy convencido de que ese es el mayor de los pecados de Javier, ser un profesional en toda la extensión, entender que su carrera exige entrega, ser profesionalidad, hablar inglés, que llevar una vida dentro y fuera de la cancha dentro de las normas establecidas es el mejor de los caminos para conseguir el éxito, ser educado y como envoltura, por si todavía faltara algo más para sus detractores, tener una sonrisa amable en todo momento.

    Sin embargo parece que para muchos de nosotros todos esos valores, el haberse construido una marca de sí mismo es causa de malestar, lo sienten como soberbia, que el molde para aspirar al olimpo de las patadas debe ser otro, habría que ser que ser pedote (Javier Aguirre dixit) mujeriego, irrespetuoso y de preferencia llamarse Cuauhtémoc para tener garantizado el cielo del aficionado. Así que no hay que buscar en si el chícharo es apto o no para el Madrid, los números dicen que sí, y en su momento lo demostrará, lo que queda en el ambiente es el sentir que preferimos una caguama (cerveza) en bolsita que el tequila en botella de lujo.

    Algo semejante pasa con el anuncio de la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, una obra que por donde se le mire es espectacular, con una inversión impresionante, un proyecto que le apuesta a la sustentabilidad, a la ecología, a la recuperación de mantos acuíferos, a ser la ventana del México moderno, del país que podemos ser, un país de vanguardia, un país preocupado por su entorno, un país del que podamos presumir, del que se no hinche el pecho de orgullo.

    Pero en lugar de alistar la posibilidad de creer que podemos aspirar a ser ese país que despunte, de ser referente, de creación de empleos, de mejor nivel de vida, con un mejor nivel educativo, pero no, lo que vemos son las sombras de nuestras pesadillas que se hacen presentes afilando de nuevo los machetes, descalificando las acciones de gobierno solo por criticar, sin mayor sustento que las ganas de protagonismo y el deseo enfermo de que este México siga por el camino de siempre, del fracaso, del si no es conmigo no será con nadie, algo verdaderamente triste, lamentable.

    Parece ser, que al igual que con el tema del ?chicharito? nos sentimos mejor aspirando a la ruina del otro que ser parte de la solución para obtener el éxito que tanto necesita este país.

    No podemos permitirnos desaprovechar este envión de reformas, que el sacrificio que como sociedad estamos haciendo debe verse reflejado; no se trata de estar de acuerdo en todo con el gobierno, es claro que la diversidad de ideas es lo mejor que puede pasarnos, pero lo que sí es que hoy más que nunca necesitamos de gobernantes responsables, de una clase política que vea más allá de la próxima elección, el Pacto por México dio la prueba que se puede aspirar a mejorar nuestro país, es tiempo de convencernos de que somos la generación que sus ideas y sus hechos cambiaron para bien este México nuestro.