Vi este domingo “Gimme the Power”, el documental de Otallo Rubio y me pareció una joya para la cinematografía nacional.
La película (porque un documental es una película) tiene como eje central narrar la historia de la reciente política mexicana tomando como pretexto la banda Molotov.
Creo que acierta Otallo Rubio en tomar como pretexto a Molotov, porque Molotov representa el sentimiento de muchos como mexicanos.
Molotov se sintió jodido ante el sistema de poder, y no sólo se quejó ante una docena de cervezas, sino que expresó y contagió ese sentimiento mediante la música.
La música de Molotov logra algo que muchas bandas buscan, pero no todas pueden: transmitir un mensaje.
La película de Otallo provoca. No puedes entrar al cine, verla, sentirla, salir de la sala de cine y seguir inmune. La película te toca, te mueve, te conmueve. Te hace nudos de garganta.
Retrata de una manera inteligente el repudio que tenemos un chingo por la clase política mexicana. No importan los colores, los discursos, o los spots, pero a muchos mexicanos nos sulfura la actual política mexicana.
Molotov, como muchos de nosotros, quiso mentarle la madre al sistema y expresarle su descontento.
Otallo Rubio hace bien en NO montarse al ferrocarril blanquiazul, tricolor o amarillo. Otallo se sube al Metro: todos estamos hasta la madre de estos políticos de porquería, que prometen productos milagro y terminan defraudando.
Durante el desarrollo de la película se evidencia la represión, la doble moral de los mexicanos. Donde “está bien” robar, pero se te ve mal cuando dices “chinga a tu madre”, “puto” o sale una mujer con las tetas bien puestas en el vídeo de Rastamandita.
Gimme the Power es un desahogo, no importa si te gusta el rock, el pop, la balada, o la jalada. Lo que importa es sentir esa impotencia que tenemos todos. Cuando queremos ser como somos, sin poses, cuando queremos decir lo que pensamos, y aparece el personaje que nos reprime.
No se puede entender la música en este País sin Molotov. No se puede entender el cine mexicano sin este tipo de proyectos, como el de Otallo Rubio.
Uno de los mensajes más contundentes aniquila todo tipo de esperanza, o como narrara el buen Chava Flores ¿A qué le tiras cuando sueñas mexicano? Muchos soñaron con el “cambio” con la llegada del “expresi” de la Coca-Cola. Ahora soñamos con subirnos a la alfombra de Aladino y cantar “Un Mundo Ideal”, de la mano de López Obrador, todo esto porque vomitamos JUSTIFICADAMENTE al PRI y al PAN.
Todo se resume en esperanzas. ¿Marchitas? ¿Irracionales? Todo el poder queremos ponerlo en la mochila de un político. El que sea.
Independientemente de la película, creo que el gran líder que necesita México es AMLO. Lo apoyo desde el 2000, voté en 2006 por él y votaré por él nuevamente el domingo 1 de Julio. Lo critico, porque es por quien daré mi voto. Los otros son del sistema, no me interesan.
Pero me aterra una lamentable, pero asequible posibilidad: Si gana AMLO y seguimos igual. Quizá será momento para jalar el gatillo.
De los otros dos (EPN, JVM) no espero nada, más que la desventura. Pero de la esperanza masiva, sería atroz la desesperanza.
Eso lo critica Otallo en su película. Un pueblo mexicano que no sabe de matemáticas. Porque Pitágoras y el INEGI dicen que somos más de 115 millones, pero aún así insistimos en DELEGAR todo en UN individuo. ¿Y el poder popular? Bien, gracias.
Gimme the Power es una referencia para nuestro cine. Es de fundamental importancia verla.
Gracias Molotov, Gracias Otallo, Gracias productoras… por regalarnos este tipo de enseñanzas.
Y muy a título personal, gracias por permitirme escuchar una de sus canciones con unos caballos de tequila de por medio y vociferando: “Cada vez que te miro se me para”. Frase que todo hombre ha dicho ante su conciencia o ante una chica de tetas y culo firme…