El domingo próximo, 7 de junio, se renovará la cámara de diputados federales, por ello, los partidos políticos nacionales empiezan a ponerle aceite a sus maquinarias para competir, para ello, el Instituto Nacional Electoral, sesionó el pasado 14 de enero, entre otros temas, la asignación del financiamiento público para los partidos políticos, el cual es un monto de $5,356,711,247.26 (cinco mil trescientos cincuenta y seis millones setecientos once mil doscientos cuarenta y siete pesos 26/100 M.N.), monto que en proporción recibirá cada partido político, que a su vez, tendrán que destinarlo en un 70% en actividades ordinarias, un 20% a las campañas, y el resto a otras actividades, donde solo un 3% se destinará a actividades de liderazgo de mujeres, una cifra ridícula, si consideramos que las últimas reformas electorales han sido encaminadas a la equidad y paridad de género.
Es cierto que está la partidocracia, pero también está por comprobarse si las candidaturas ciudadanas son realmente efectivas, o es a través de los partidos el único modo efectivo para acceder al poder y ejercelo. También es cierto, que el costo de la democracia, o llamada partidocracia, al pueblo le genera desconfianza, ya que ésta se mantiene con los impuestos de los primeros y el descontento social aumenta con la poca o nula rendición de cuentas de nuestros legisladores, con el pésimo actuar de su desempeño, por supuesto, ya que los legisladores están más preocupados por intereses cupulares, que por la de sus electores, como quedó demostrado en las reformas lesivas y pactistas, que bajo el argumento de mover a México, fueron aprobando una a una al ejecutivo federal.
Pero bueno, el financiamiento público es necesario para que nuestra democracia pueda seguir caminando, ya que tiene como finalidad, que las actividades de los partidos se desarrollen tendientes a la obtención del voto durante los procesos electorales, en esa búsqueda de crecimiento y credibilidad, pese a la mala percepción ciudadana, por eso, el camino que tenemos que seguir para poder elegir el rumbo del país, es con la participación ciudadana, la que en este caso, debe expresarse a través del sufragio efectivo.
Pero la cancha no está pareja para todos los partidos políticos, si bien el numeral 41 de nuestra Carta Magna, contempla la distribución del financiamiento público a los partidos de manera proporcional al voto, en el plano real esto resulta ser una cancha dispareja para los partidos, mayúsculo para los emergentes, que tienen que cumplir con un porcentaje mínimo del 3% de la votación total para mantener el registro, todavía con ello, se encuentran con que algunos partidos, hacen uso de programas sociales para aumentar su clientelismo.
Tal es el caso del PRI y PAN, que reciben un financiamiento público de más mil millones, pero no solo es ahí su ventaja sobre los demás partidos, sino a sabiendas de sus estrategias electorales, podemos sumarle las prácticas clientelares del PRI, a través de programas como ?Prospera?, ?La Cruzada Nacional contra el Hambre?, o estrategias focalizadas como los es en Michoacán, ?Plan Michoacán? y en Guerrero ?Plan Nuevo Guerrero?, que los utilizarán para poder aumentar su votación. Casos similares podrán hacerlo en menor escala el PAN y PRD, que gobiernan algunas entidades federativas. He ahí parte del disparejo.
La cancha es dispareja, sobre todo para los partidos emergentes o coloquialmente llamados ?partidos chicos?, para los partidos de reciente creación, como lo es Morena, Humanista y Encuentro Social, que ante lo señalado con anterioridad, se encuentran con una considerable desventaja, ya que legalmente los programas sociales deben ser suspendidos durante el proceso electoral, pero que en realidad no sucede así, ya que se condicionan a favor de los partidos que gobiernan dicha entidad o de los funcionarios de dependencias federales, lo cual, la lucha de dichos partidos nacientes, se desarrolla en convencer al electorado, que parece ser la más limpia de todos los partidos, ya que al tener un presupuesto austero, su trabajo es más cercano a la gente, además, son los partidos que más han defendido al pueblo, lo que ha quedado demostrado, como ha sido el caso en la actual legislatura, con el diputado Ricardo Mejía Berdeja de Movimiento Ciudadano, que ha votado en contra con argumentos serios sobre las reformas retrogradas propuestas por el ejecutivo federal.
Es que la cancha es tan dispareja, que es necesario ver los financiamientos otorgados a cada partido, el PAN recibe $1,157,974,667.8; el PRI, $1,375,978,133.66; PRD $886,136,473.2; PT, $389,740.205.97; VERDE, $444,719,546.34; MC, $368,372,261.77; PANAL, $371,227,013.49; MORENA, HUMANISTA y ENCUENTRO SOCIAL $120,874,315,01. Si observamos los montos de los partidos de nueva creación, comparados con los del PRI y el PAN, es apenas un poco menos y un poco más del 10% obtenido por éstos, es ahí la desventaja, pese a lo que dicen los críticos, en el tema de que nuestro sistema de partidos está sobrerrepresentado, ya que contamos con 10 partidos políticos nacionales, aunque también, esto no podría ser distinto, debido a la multiculturalidad y diversas expresiones que imperan en nuestro país, lo que puede dar una disponibilidad de alternativas para una mejor democracia.
Por lo anterior, los futuros legisladores y funcionarios del INE, deben replantear la posibilidad de que el reparto de financiamiento público a los partidos políticos, si bien es excesivo, deba hacerse la propuesta de reducirlo, esta sin duda, sobre bases de equidad y proporcionalidad, para que a su vez, partidos de reciente creación, puedan estar en condiciones de competir en una elección, así como conseguir una de las principales características de una democracia, que es la participación ciudadana.