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Los cuerpos de “policías secretas” suenan más a sistemas de regímenes represivos, como el de la ex Unión Soviética, Corea del Norte o China.

Viene a cuento porque cinco policías de Seguridad Pública del Estado, que trabajaban “encubiertos” están acusados de cinco delitos tras la muerte de un sospechoso, quien “sospechosamente”, cayó del piso 14 de un edificio en construcción.

La Dirección General de Investigaciones, de la que dependían al menos tres de los cinco elementos detenidos, ya no va a existir dentro de la Secretaría, o así lo prometió el titular de la policía estatal, Aldo Fasci Zuazua.

Los que saben del tema ven que ya se politizó por la presunta rivalidad entre la Fiscalía General del Estado, que encabeza Gustavo Adolfo Guerrero, que investigará a los policías detenidos, y el Gobierno del Estado.

Pero el punto importante es ver cómo operan nuestros cuerpos de seguridad.

Se entiende que los detectives que investigan en la persecución de delitos lo hagan con la discreción de la vestimenta de civil.

Pero los policías preventivos (y esto sucede aquí y en cualquier parte del mundo) usen su uniforme (el cual deben de honrar) para ejercer el servicio de protección ciudadana.

Tener trabajando a uniformados de encubierto suena a aberración.

Pero en este caso, si le rascan, no nada más los policías detenidos van a salir involucrados. Porque este cuerpo más que prevenir, se dedicaba a extorsionar a delincuentes, sobre todo a vendedores de droga.

Si de veras quieren acabar con esta mafia policíaca, es cuestión nada más se seguir la ruta del dinero.

¿Habrá suficiente voluntad?

obedcampos@gmail.com

@obedc