El uso de redes sociales se ha generalizado entre los políticos que aspiran a conquistar y ejercer el poder. En estas modernas herramientas de comunicación, los políticos sufren desfases que van desde el cognoscitivo, hasta el tecnológico y el de personalidad.

Queda claro que la mayoría de quienes hoy nos gobiernan en México, por cuestión de rango de edad no son nativos digitales, sino usuarios que debieron adaptarse, cruzar la tendencia, montarse mientras entendían el funcionamiento de las redes sociales, el pensamiento colectivo, los nuevos códigos sociales, las tendencias, el tipo de mensaje y contenidos que son publicables para acceder a buenos resultados y tuvieron que construir una reputación digital paralela a la personal que ya tenían.

Dos casos en comparativa son Andrés Manuel López Obrador, Presidente de México y Enrique Alfaro Ramírez, Gobernador de Jalisco. Ambos, ante la imposibilidad material de mantener contacto permanente con sus electores potenciales, utilizaron sofisticados equipos pagados para obtener miles de seguidores en sus redes sociales, principalmente apostando a Facebook como la red más extendida en el país por número de usuarios, y Twitter, la red social de los líderes y generadores de opinión, que exige mayor sofisticación de mensajes y un uso más elaborado para lograr atención y penetrar en la discusión social.

También requirieron apoyo para estudiar los mensajes que se publicarían, adaptar los contenidos de sus discursos, plataformas de campaña, banco axiológico, identidad, cultura y personalidad, para producir personajes virtuales que sin duda resultaron de apoyo en la búsqueda de sus aspiraciones políticas, llevándolos al paso del tiempo a obtener victorias electorales, donde el uso correcto de las redes sociales se significaron con varios puntos porcentuales como factor decisivo del elector ante la urna.

A pesar de la comparación en uso, los ámbitos de uno y otro son todo el país y sólo el estado de Jalisco, así que los números de seguidores y el impacto variará, por lo que se sugiere mantener dicha situación en la mente.

Sus indicadores analizados son:

Cuentas principales en Twitter:

@lopezobrador_

Se unió en octubre de 2009. Ha realizado 4.40K tweets. Siguiendo a 195. 5,9M seguidores. De ellos, Twitteraudit reporta 4´987,894 como reales y 511,438 como fake, dándole 90% positivo en el score.

@EnriqueAlfaroR

Se unió en febrero de 2010. Ha realizado 27.8K tweets. Siguiendo a 5,156. 413,5K seguidores. De ellos, Twitteraudit reporta 282,552 como reales y 129,331 como fake, dándole 68% positivo en el score.

Páginas principales en Facebook:

@lopezobrador.org.mx

Le gusta a 6´068,821 personas y 6´538,535 personas siguen su cuenta.

Su publicación del día de hoy a las 7:30 horas obtuvo mas de 10 mil comentarios, 3.7 mil veces fue compartida y siete horas después logró 330,000 reproducciones.

@EnriqueAlfaroR

Le gusta a 813,676 personas y 798,233 personas siguen su cuenta.

El día de hoy realizó 2 publicaciones. La primera publicación, cuenta con 283 reacciones, 73 comentarios y 18 veces compartida; la segunda fue un video con 150 comentarios, 99 veces compartida y 10 mil reproducciones.

(la hora de corte de ambos monitoreos es 14:30 horas).

Acorde al historial de sus publicaciones, podemos identificar que ambos personajes políticos utilizan las redes sociales con propósitos propagandísticos, promoviendo sus actividades y publicando contenidos bien cuidados, convirtiendo sus redes en plataformas informativas, de escasa interactividad con sus seguidores. La auto crítica es prácticamente inexistente. La veracidad de lo publicado es subjetiva. Ambos pretenden llenar vacíos informativos sin depender de la cobertura de los medios de comunicación tradicionales.

En el caso del Presidente López Obrador, la cantidad de visualizaciones que registra en cada publicación le permite sentirse satisfecho, toda vez que ha logrado penetrar las redes y circula su mensaje de manera efectiva, tomando como ancla sus conferencias de prensa mañaneras.

En el caso de Alfaro Ramírez, no ha logrado generar dicha condición de fortaleza, debido a la cantidad no suficiente de seguidores y a la mayor presencia de cuentas fake o bots que aunque aumentan la cantidad en las cuentas, no registran movimiento ni actividad, no comentan, dan likes o comparten los contenidos publicados.

Por ello, en ocasiones recurre a promover sus post pagando, lo cual reduce la credibilidad y confianza en sus cuentas.

Ambos políticos coinciden en usar las redes como distractor, desviando la atención e intentando incidir en la agenda social, en la agenda política y en la propia de los medios de comunicación.

De hecho emplean las redes como escudo argumentando cuando quieren focalizar, filtrar, desvirtuar, reducir o confundir a su audiencia, que la información y los datos están publicados en redes o incluso negarse a declarar sobre algún asunto que supuestamente ya fue abordado anteriormente en redes, lo cual es un ardid que burla a la democracia, a la prensa, enrarece el debate y complica el juicio y escrutinio público por parte de sus gobernados.

Pese a ello, la apuesta que realizan por el uso constante y permanente de las redes sociales ha modificado sin duda los esquemas de las oficinas de comunicación social gubernamentales y el papel que juegan los medios de Comunicación masivos, tanto impresos como electrónicos.

Sin duda alguna, la influencia digital crecerá y será aún más decisiva de cara a los comicios electorales intermedios en 2021 y seguiremos viendo novedades en su uso dignas de comentarse.