Irreverente

Durante los nueve meses que “El Pelusa” vivió en Culiacán (Sept. 8-18-Junio 14-19), nacieron en Sinaloa 187 Diegos.

Sus padres -todos aficionados al futbol y más a los Dorados- les pusieron ese nombre a sus hijos para celebrar la llegada a tierras culichis de quien “sembró alegría en el pueblo y regó con su gloria el suelo”.

Les platico: Hoy murió Diego Armando Maradona y esta frase que reproduzco entrecomillada me la dijo el dueño de ese equipo, cuando me dio la noticia de la contratación bomba que había hecho el futbol mexicano, no le hace que haya sido en la llamada División de Ascenso, vulgo “2a”.

Me acuerdo que cuando mi amigo Carlitos (no puedo dar sus apellidos aunque casi todo mundo los sabe) me llamó desde Tijuana (allá vive él, cerquita de su hipódromo y de su casino, jeje) para darme la primicia de la contratación de uno de sus dos equipos, lo primero que le respondí fue que a mí me gusta el beisbol. “Deberías darle esa exclusiva a un articulista del fut, hay un chingo”.

Y me contestó: “No jodas, ya te la di a ti, tú sabrás que haces con eso” y remató su breve alocución telefónica con su palabra favorita: "cabrón".

Y ahí me tienen, siendo el primero en todo México que escribió en su irreverente columna que el astro argentino llegaba a Culiacán a esparcir su polvo de estrellas. Me acuerdo de que así lo escribí.

Mi amigo Carlos le pagó a Dieguito -como le gustaba que le llamaran- la mejor suite del mejor hotel de Culiacán, El Lucerna. Tenía un equipo McIntosh de sonido donde se sentaba a escuchar los tangos que siempre le gustaron, privado de la vida con sus audífonos inalámbricos Bose.

También le mandaron poner una pantallota LG de chingos de pulgadas, pero Dieguito ni la veía. A él gustaba escuchar tangos y eso hacía.

Los meros dueños del Lucerna dispusieron que la suite fuera atendida por sus empleados más añejos en la empresa y uno de ellos que se llama Pedro Calderón me confió un día, que el astro argentino era el huésped más espléndido que había tenido ese hotel en toda su historia.

Repartía propinas de miles de pesos y cuando no tenía suficiente dinero en su cartera Mont Blanc de posta blanca, les daba vales en los cuales escribía su nombre y los firmaba. A la siguiente vez que se los encontraba, les preguntaba por sus vales y si no los traían, igual les daba la lana.

Además de generoso, era excéntrico de a madres. Le gustaba jugar con los periodistas que lo asediaban día y noche y por eso, pidió entre sus cosas raras, un auto de super lujo que sirviera para camuflajear sus escapadas y también sus salidas normales al estadio, al aeropuerto y a otros lugares a donde le gustaba ir a comer y cenar sus churrascos.

Mientras los reporteros se iban siguiendo al Audi A8 de vidrios ahumados hasta que se les perdía de vista en edificios que tenían estacionamientos subterráneos, él salía con sus "niñeros" -como les decía a sus guardaespaldas- en un modesto -bueno, ni tanto- BMW modelo 2012 gris para moverse a sus anchas. Es que tanto le gustaba la buena vida que lo modesto para él era lujo para muchos.

La gente de Culiacán lo amaba, esa es la palabra, porque se metía con el pueblo de las gradas de Sol y mostraba su esencia humilde en todo lo que hacía. Era un perro de la calle, como alguna vez dijo.

A un genio -aunque sea del futbol- se le puede perdonar todo, sus aspavientos contra los rivales, contra la autoridad, las broncas en que de a gratis se metía, sus excesos, sus tropelías, porque les dio a millones una ilusión, la de ver a un pibe nacido en los arrabales bonaerenses convertirse en dueño del mundo-balón como pocos lo han sido.

La misma Pulga Messi tuvo qué reconocer cuando firmó el más cuantioso contrato de un futbolista, que Dieguito era un dios.

No se necesita ser fanático del futbol para saber lo que Maradona le dio al mundo con su talento. Incluso los que amamos otros deportes sabemos que hoy que Diego ha muerto, ha nacido su inmortalidad.

El 13 de junio del año pasado, a las 9 de la noche tiempo Monterrey, recibí una llamada. Era mi amigo Carlitos. Estaba en la isla de Coronado, en la casa de mi también amigo Alberto, dueño del equipo de beisbol Toros de Tijuana, del que tampoco puedo dar sus apellidos, jeje.

"Estoy muy triste", me dijo. "Dieguito acaba de avisarme que ya se va".

Y ahí me tienen, publicando ese día otra primicia nacional, la de que Diego Armando Maradona renunciaría al día siguiente a la dirección técnica de los Dorados de Sinaloa.

CAJÓN DE SASTRE

"Esparcir su polvo de estrellas. Te la bañaste, cabrón, por eso te quiero", les juro que esto me dijo la irreverente de mi Gaby cuando le leí -como siempre lo hago- mis columnas. Chingado, los genios no deben morir y hoy se nos murió uno.... Plácido llora... aunque no le guste el futbol...

placido@detona.com

PLÁCIDO GARZA. Nominado a los Premios 2019 “Maria Moors Cabot” de la Universidad de Columbia de NY; “Sociedad Interamericana de Prensa” y “Nacional de Periodismo”. Forma parte de los Consejos de Administración de varias corporaciones. Exporta información a empresas y gobiernos de varios países. Escribe todos los días su columna IRREVERENTE para prensa y TV. Maestro de distinguidos comunicadores en el ITESM, la U-ERRE y universidades extranjeras. Como montañista ha conquistado las cumbres más altas de América.