Hace exactamente tres meses, un temblor de 7.1 grados con epicentro entre el estado de Puebla y Guerrero sacudió al país, arrebatándole la vida a más de 350 personas y dañando la vivienda de miles de familias

Por un momento nos pareció a todos percibir un país diferente al que estábamos acostumbrados, en donde todos ayudábamos al prójimo sin que tuviera, siquiera, que pedirlo; en donde se percibía un nacionalismo pocas veces visto y un amor desbordado por el otro.

Mucho se criticaba a la generación “Millennial” por ser jóvenes indiferentes ante las problemáticas sociales, por pretender resolver todo desde sus teléfonos móviles o por haber permitido que las nuevas tecnologías los convirtieran en inútiles, incapaces de hacer algo por sí mismos.

A raíz del desastre, esa generación unió sus fuerzas con las generaciones anteriores siguiendo una misma causa: levantar a un país que se encontraba en escombros, tanto literal como metafóricamente hablando.

Se aprovechó la causa para tratar de demostrar lo contrario. Esta generación exigió, con buenos resultados, que por primera vez confiaran en ellos, que voltearan a ver lo que habían logrado y supieran de lo que eran capaces.

Tres meses después de la tragedia, ese altruismo se percibe de forma diferente y un tanto desalentadora. La ayuda para los afectados terminó, las exigencias al gobierno pararon, la ayuda indiferenciada y la organización social, no volvieron a estar presentes.

Sólo se me ocurre preguntar, ¿De verdad será un problema generacional únicamente? ¿Realmente la tragedia nos hizo reflexionar, o nos movió únicamente una “culpa de sobreviviente” con la que no podíamos cargar o nos motivó una conformidad social de la que ni siquiera éramos plenamente conscientes?

La tragedia se redujo a una tendencia efímera que fue sustituida, en mi poco tiempo, por otros temas diversos; como con cualquier otro vídeo viral. Poco a poco todos regresamos a apoyar desde nuestras trincheras, dando likes y retweets a personas que requerían ayuda,  justo como harían los millennials.

Probablemente las brechas generacionales no son tan amplias como las pensamos, tal vez no es un problema con la juventud, sino de la sociedad, que se ha deshumanizado, que vive en la desesperanza y que, por esa razón, no busca mejorías que no sean propias.