Se esperaba. Banxico se sumó a la racha de no buenas noticias sobre la economía, cuyo episodio previo fueron los reportes del INEGI esta semana, y anunció que no habrá crecimiento en el año en curso, y es posible una caída, marginal, sí, pero resbalón, de 0.2% a lo largo del 2019 en el PIB.

También propinó un baño de agua fría a las expectativas del nuevo gobierno para el inminente año nuevo: el país crecerá menos que lo previsto en el 2020, en un rango de 0.8% y 1.8%, y una media de 1.3%, para nada el 2.5% planeado.

No hay sorpresa

No hay sorpresa.

Si el PIB cayó eso - 0.2% en los nueve primeros meses del año respecto al mismo lapso del 2018 de acuerdo al INEGI- es lógico en una atmósfera donde no se avecinan cambios significativos al ambiente de incertidumbre que priva en la actividad productiva, que en el mejor de los casos crezca un lánguido 0.2% para todo el año que es el primero de AMLO, y en el peor (más probable si se interpreta entre líneas el fraseo de los analistas del Banco Central), baje 0.2%.

Bad news.

La retórica de otros datos, el discurso oficial al más alto nivel, del propio AMLO, de que “allá abajo” con los marginados las cosas mejoran con los apoyos, cada vez es más difícil de sostenerse.

Aspirina, el plan de infraestructura

El plan de infraestructura, un espaldarazo de los grandes capitanes de empresa a la 4t, al presidente, que será un aliciente para una economía alicaída, pareciera ser aspirina para el tamaño del padecimiento.

La comentocracia observó que las antenitas de los inversionistas de la bolsa, hipersensibles a las noticias de la 4t, no reaccionó positivamente: la bolsa de valores no subió.

El columnista Jonathan Ruiz apuntó que la inversión de este programa de infraestructura anunciado con bombo y platillo, representa - calculada en términos anuales porque el programa va del 2020 al 2024- apenas el 0.7% del PIB, insuficiente para movilizar las expectativas hoy dominadas por la incertidumbre de los inversionistas.

En el programa de infraestructura no está la joya de la corona: Pemex. Y tampoco la CFE.

LA pregunta, con mayúscula

La pregunta va al corazón de la estrategia económica (¿??) de la 4t para reactivar la inversión.

Los acuerdos y cabildeos del presidente con los grandes empresarios ayudan, pero…

¿Puede enderezarse el rumbo de la economía desde el palacio con el diálogo con los grandes empresarios?

¿No sería mejor, apuntando a la enorme masa de empresas medianas y pequeñas, crear mayor incertidumbre, algo que el mercado está pidiendo a gritos?

Digo, si ya no resucitando Texcoco (un campanazo que despertaría enormemente el ánimo inversor), ¿cuándo menos reactivando las rondas petroleras que están arrumbadas en un cajón de la 4t; o elevando la inversión pública, sacrificada en el 2020 para financiar los programas sociales, ¿sólo como ejemplo?

El horno no está para bollos

El horno no está para bollos y supongo que los cercanos de Palacio lo saben, y se lo comentan al presidente. El propio Banxico, deja entrever el complejísimo entorno que mantiene apagada la actividad productiva, con riesgo de recesión, y convirtió un crecimiento de hecho bajo, del 2.5% que heredó el nuevo gobierno, en un estancamiento. Y puede ser peor.

  • La ratificación del T-MEC, en el Congreso de los Estados Unidos – Jesús Seade lo sabe y los negociadores del gobierno mexicano también- no tiene buenos augurios. Se ve difícil que en lo que resta del año los demócratas den el sí a la ratificación del acuerdo comercial. Que den su brazo a torcer. Hay encono contra Trump. La atmósfera está enrarecida por el proceso del impeachment que quita el sueño al inquilino de la Casa Blanca. Para colmo, Trump que es duro para negociar, propinó un golpe duro a México al anunciar la reclasificación de los carteles mexicanos en terroristas. No se sabe si hará efectiva la decisión o -probable- la utilizará como carta sobre la mesa para obtener mayores concesiones a México.
De modo que la posibilidad de que el T-MEC sea ratificado hasta el año entrante crece cada día. La verdad es que nadie apostaría un brazo para asignar una probabilidad de 100% a la ratificación del T-MEC, incluso el año entrante.

¿Cómo tomarían esto los inversionistas?

  • En los corrillos financieros de las calificadoras fifí como le llamaría el gobierno crece el temor de que se degrade aún más la calificación de Pemex. ¿Serán considerados bonos basura? No se sabe, pero creo que se discute la alternativa.
El gobierno mexicano sabe que los inversores no están conformes con el plan de reactivación de Pemex. Banxico deja entrever otra cosa, algo que también se comenta en los pasillos de los inversionistas internacionales, las grandes sociedades de inversión, los bancos gigantes y las calificadoras: los tropiezos de Pemex con su calificación podrían golpear también la calificación de la deuda soberana que se negocia también en los mercados internacionales.

  • Si se debilita la economía mundial, éste un factor externo, la actividad económica en México inevitablemente será golpeada. Hoy por hoy el país como nunca está abierto al comercio exterior.

Y está también por supuesto, el tema del presupuesto. Si la economía crece menos que lo que el gobierno prevé, la recaudación bajará. El gobierno tendrá menos dinero. El propio Banxico ajustó sus pronósticos a la baja para el año entrante. Si hay menos dinero en las arcas del gobierno, o se corta el gasto público que ya está en el hueso en sectores como salud. O -he ahí el temor- hay la tentación de elevar el endeudamiento y presiones para subir el déficit público.

¿O convencerán al presidente de bajar el gasto al gasto social? Difícil.

Está la otra carta, que hoy deslizó el subsecretario de hacienda, de llevar a cabo una reforma fiscal, un trago que puede resultar amargo y golpear de peso la popularidad del nuevo gobierno.

Si nada como pato…

De modo que, si camina como pato, se mueve como pato, es pato: no hay forma de evitar en el cortísimo plazo el escenario de estancamiento. Para el 2020, si las barajas del gobierno son las mismas del primer año, la economía crecerá menos, incluso podría frenarse a ritmos mayores que lo previsto por Banxico.

Está la gran pregunta de si el nuevo gobierno, que tuvo un año demasiado accidentado en la economía, sacará de la magna las cartas que claman a gritos los inversionistas, para reducir la incertidumbre.

No se ve probable.