Hasta hace poco se pensaba que nuestra convivencia con los microbios se circunscribía únicamente a un fenómeno de adaptación y simbiosis con muchos de ellos, constituyéndose lo que hasta hoy se conoce como flora cutánea. Investigaciones recientes demuestran que la convivencia milenaria con estos microrganismos, ha sido fundamental para la salud del género humano, siendo necesarios algunos de ellos para llevar a cabo procesos digestivos, o sintetizar vitaminas a nivel del colon como la ?K?, elemento fundamental para la coagulación, entre muchas otras interacciones entre gérmenes y nuestras células.

El Proyecto microbioma humano, desarrollado por el instituto nacional de salud de los Estados Unidos, es un parteaguas en la historia de la ciencia, descubriéndose que por cada célula de nuestro cuerpo, existen aproximadamente diez agentes de origen bacteriano, micótico o viral, que en convivencia hacen funcionar correctamente nuestro organismo, a través de una interacción entre genomas humano y bacteriano. Tales agentes modulan y educan a nuestro sistema inmunológico para poder reaccionar ante los retos ambientales a los que se ve expuesta permanentemente nuestra piel; es decir, el microbioma es un genoma paralelo regulador del nuestro, ?una sociedad genética de conveniencia común para beneficio colectivo?.

Otro concepto reciente es el de ?Disbiosis?, en donde enfermedades como el acné, dermatitis atópica, psoriasis o la rosácea, se caracterizan por cambios ecológicos y variaciones en la población microbiana o parasitaria a diferencia de los pacientes con piel sana. El concepto va aún más lejos en cuanto a que este tipo de disbiosis pudiera provocar alteraciones en la respuesta inmunológica bajo situaciones de predisposición genética, o ciertos polimorfismos, desencadenando así procesos patológicos a distintos niveles. Las investigaciones son tan provocativas y han tenido tanto impacto en diversos campos de la medicina, como lo demuestran algunos reportes en donde el trasplante de microbioma a nivel intestinal en pacientes con colitis pseudomembranosa o colitis ulcerativa produce curación del problema, o más sorprendentemente cambios conductuales ?para bien? en pacientes con autismo después de haber llevado a cabo una repoblación con microrganismos derivados de otro ser humano a nivel intestinal, llevando a una reevaluación del papel de las bacterias en los procesos de salud y enfermedad del cuerpo humano a todos niveles.

Es decir, se vislumbra una nueva era de la medicina, en donde la modificación de las disbiosis a nivel intestinal, vaginal, oral o cutáneo, por medio de la implantación de colonias de microrganismos, normalice la respuesta inmune y nuestro genoma trabaje coordinado junto con el genoma bacteriano. Junto con estos descubrimientos, emerge la crisis global provocada por el uso irracional de antibióticos con los consecuentes cambios ecológicos a nivel orgánico y el uso de esquemas antibióticos por largos periodos de tiempo, produciéndose una epidemia de colitis pseudomembranosa y cepas de agentes infecciosos resistentes a todos los antibióticos conocidos, con el peligro y las repercusiones que esto representa en la salud pública, más aún cuando las compañías farmacéuticas tienen pocos incentivos para el estudio y síntesis de nuevas moléculas antibióticas.

Campañas permanentes para el manejo racional de antibióticos, el desarrollo de colonias de gérmenes ?buenos? que restituyan los patrones de salud bacteriológica, y moléculas agonistas o antagonistas del sistema inmune innato como los Toll Like Receptors (TLR,s), se vislumbran como alternativas terapéuticas en los tiempos por venir en algunas patologías cutáneas. El futuro es prometedor y por lo pronto sabemos que nuestro estado de salud, lo que pensamos y hasta nuestro apetito puede estar en relación con la regulación genética paralela de nuestro microbioma.

(El autor es jefe del Departamento de Dermatología del Hospital Juárez de México)