Los retos que enfrentan México y el mundo se asemejan a los que se vivieron en 1982: caída en los precios de los commodities, en especial el petróleo, la esperada alza de tasas de interés en Estados Unidos , crecimiento limitado a nivel global y alta volatilidad en los mercados financieros. Ante tal escenario el Gobierno buscará mantener la estabilidad de la economía mexicana, advirtió, el pasado jueves 10 de septiembre, Luis Videgaray, Secretario de Hacienda y Crédito Público en el Foro Expansión 2015: El nuevo modelo de crecimiento (visto en: http://www.cnnexpansion.com/economia/2015/09/10/desafios-de-mexico-similares-a-los-de-1982-luis-videgaray). Entonces, si las circunstancias se asemejan a aquellos años es preciso hacer un esfuerzo de análisis de la ruta seguida.

La banca es pieza importante en el desarrollo de cualquier país y su función es potenciar el progreso de la economía. Sin embargo, la banca en México no sólo no se ha comprometido a profundidad con el sector productivo, sino que es fuente generadora de inestabilidad financiera. Por ello, es pertinente dar a conocer que existe un ?pequeño detalle?: la transformación y consolidación bancaria y su vínculo con los desequilibrios macroeconómicos permanentes ?el sector externo y fiscal. Esto significa reconocer que tenemos un problema funcional en la estructura de la economía mexicana, antes que un problema externo.[1]

La situación inicial era que: ?En 1980 México era un país con un ingreso medio alto. Su producto interno bruto (PIB) per cápita era alrededor de la mitad del promedio de los países de altos ingresos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Comparado con el de Estados Unidos, el ingreso per cápita del orden de 40%, el nivel más alto alcanzado desde principios del siglo XIX antes de que empezara el declive relativo de la economía ocurrido durante los primeros 50 años después de la independencia. Dicho de otro modo, nunca, desde principios o mediados del siglo XIX, había estado México tan cerca de los niveles de ingreso de los países ricos como en 1980.? (Ros 2011: 15).

El período comprendido entre 1977 y 1982 se caracterizó por la llamada mono-exportación petrolera ?alrededor de tres cuartas partes de los ingresos de divisas se explicaban por la venta de petróleo al exterior, la llamada petrodependencia? cuyos recursos se invirtieron para ampliar y generar plataformas petroleras y así aumentar la producción y exportación de petróleo; fue la época de bonanza.[2] Sin embargo, lejos de aprovechar los recursos para impulsar los diferentes sectores de la economía, se le apostó todo al petróleo que propició también el dispendio y la corrupción. Y más importante, no se optó por reducir el endeudamiento externo, por el contrario, ante la abundancia de recursos, junto con las bajas de tasas de interés internacionales, equivocadamente el país siguió cavando más el hoyo de la deuda, sin tener una visión de largo plazo que previera contingencias en los mercados mundiales. Para junio de 1981 el precio del petróleo sufrió un descenso importante ?a 4 dólares por barril? que se consideró como un fenómeno temporal ante el cual no había necesidad de introducir ajustes al programa económico. Este fue el primer error más costoso del país con el que se entró a la crisis de la deuda de 1982 y, posteriormente, enfrentaría la abrupta caída de los precios del petróleo en 1986.

Ambos impactos disminuyeron el ritmo de actividad económica. Por un lado, con la crisis de la deuda se interrumpieron los accesos a créditos del mercado mundial de capitales. Estos efectos se salieron de control por la caída de la demanda de importaciones de Estados Unidos, dada la contracción de su actividad económica, los precios de nuestros principales productos de exportación sufren un descenso y la tasa de interés se eleva a niveles no vistos (en Estados Unidos, la tasa de interés de corto plazo alcanzó un nivel de 20% en términos nominales). Por otro lado, la abrupta caída de los precios del petróleo en 1986 provocó que se deterioraran los términos de intercambio de la economía mexicana, y acabó con buena parte de las reservas internacionales debilitando severamente los ingresos fiscales. El déficit público pasó de 7% del PIB en 1980 a 14% en 1981 y llegaría a 17% en 1982. Además, al año siguiente sucedió un descalabro importante en la Bolsa Mexicana de Valores que llevó al país a niveles inflacionarios del 159 por ciento.

Ante estos impactos y sus efectos, los gobiernos siguientes trazaron una ruta a seguir: la articulación de la banca extranjera contra la desarticulación del comercio exterior. Ambos aspectos implican que haya más deuda que dinero disponible para pagarla.

Cuando López Portillo fungía como Secretario de Hacienda en el gobierno de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), destacó la inclusión del término grupo financiero en el proyecto de ley bancaria de 1970, proceso que sentó las bases para la consolidación del papel del capital especulativo sobre el capital productivo en el país. Como complemento a esta iniciativa de ley, a finales de 1974, se aprobó otra reforma que legalizó la figura de banca múltiple. A partir de ese momento se permitió a los bancos operar de manera simultánea una gran diversidad de instrumentos financieros para recibir dinero y otorgar créditos, lo cual estaba orientado a permitirles fungir como instituciones de ahorro y como casas de bolsa. Esta reforma auspició los procesos de fusión y concentración de los capitales bancario e industrial (Sandoval 2011). Es decir, esta relación, cada vez más estrecha entre capital bancario y el industrial, es la causa de que el capital tome la forma de capital financiero. No por nada, más adelante, como presidente, José López Portillo (1976-1982) buscó aminorar las tensiones políticas y económicas utilizando las recién descubiertas reservas petroleras con la abundancia de los créditos internacionales. Además, una de las primeras acciones del gobierno fue firmar, por primera vez en la historia de México, un convenio de ajuste estructural con el Fondo Monetario Internacional (FMI).[3] Como lo mencionamos, ya se había construido, desde 1970, el nuevo funcionamiento de la actividad bancaria y financiera, acelerado a partir la nacionalización de la banca privada el 1 de septiembre de 1982 que, además de trastocar las relaciones entre el gobierno y el sector privado, interrumpió el posible desarrollo futuro de la banca comercial nacional.[4]

Posteriormente, con Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) se puso en marcha un programa ortodoxo de estabilización para reducir rápidamente el déficit fiscal y restaurar la estabilidad de precios y la balanza de pagos para recuperar la confianza del sector privado. Adicionalmente, dicho programa, incluyó un ajuste estructuralalrededor de las demandas del capital financiero. Así, De la Madrid pasaría a la historia como elprincipal arquitecto del nuevo régimen financiero del país. Es decir, en este sexenio se dio forma a lo que más tarde sería el sustento del sistema bancario internacional.

Coincide con la liberalización del sistema financiero estadounidense implantada por Ronald Reagan a finales de la década de 1980, donde los representantes de los bancos y otras instituciones financieras aprovecharon la filosofía de Reagan que planteaba que el gobierno, y no el sector privado, era el origen del problema económico.La filosofía de Reagan fue aprovechada debido a que en 1982 fue el despegue para el mercado alcista más grande de la historia en su momento. Mantengamos en mente que para todo el siglo XX, unos turbulentos 100 años, la tasa real de rendimiento para las acciones en EE. UU. era de 6.9 por ciento versus 1.8 para los bonos del Tesoro. En Suecia eran de 8.2 por ciento al año versus 2.3 para los bonos; en Alemania 3.7 por ciento versus -2.3 por ciento y en Japón 5 por ciento versus 1.6 por ciento. ¿Por qué querrían los representantes de los bancos y otras instituciones financieras ser un prestamista para el gobierno de EE. UU., en lugar de poder ser propietarios de activos reales o de medios de producción en un momento cuando el gobierno está imprimiendo más papel y con un país vecino en problemas de deuda? Naturalmente, no era coincidencia que el Presidente De la Madrid tuviera la visita de importantes inversionistas extranjeros y personalidades como Henry Kissinger, Rockefeller y el juez Clark, este último, quien era presidente del Consejo Nacional de Seguridad de los Estados Unidos, a quien Miguel de la Madrid, le pidió que ?en la medida de lo posible le brindaran apoyo al gobierno mexicano, a fin de que transcurriera tranquilamente el tiempo que faltaba? para asumir la Presidencia de la República (De la Madrid [2010]: 137).[5]

Como parte del proceso, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), el sector financiero y el sector externo fueron objeto de profundas transformaciones que resultaron de la implantación desordenada de múltiples políticas de liberalización y desregulación dirigidas a realizar una adaptación a las nuevas pautas emergentes de comercio, finanzas e inversiones internacionales. Las medidas más importantes que apuntaron hacia esta dirección e incidieron de manera fundamental en el sector bancario, fueron principalmente tres: la desaparición de los encajes legales (1988); el abandono de los cajones selectivos de crédito[6]; y la liberalización de las tasas de interés.[7] Así, se emprendía una nueva estrategia o un ?cambio de rumbo?, donde incluso se llegó hablar de un ?nuevo milagro mexicano?. Es importante mencionar que Pedro Aspe Armella fue titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público durante los seis años de gobierno de Carlos Salinas, como tal, fue el principal impulsor del programa económico que incluía una renegociación de la deuda externa, otorgarle autonomía al Banco de México (1993), disminuir la intervención del estado en la economía y un amplio programa de privatización de las compañías paraestatales. Para Aspe ?era imperativo flexibilizar el sistema financiero para prevenir fugas de capital y evitar la necesidad de financiamiento inflacionario? (Aspe 1993).

En medio de la expectativa nacional que señalaba la entrada de México al mundo desarrollado y con un supuesto liderazgo entre los países emergentes, era una muestra de que el ?cambio estructural? de la economía mexicana se había institucionalizado. Sin embargo, también se había instalado la futura expansión del crédito que desembocaría en la crisis bancaria de 1994[8] que, convirtió a la economía mexicana en la anfitriona de la primera gran crisis financiera ?y de efecto contagio? de la última década del siglo XX.

Es importante mencionar que anteriormente la apertura a la inversión extranjera directa (IED) en la banca mexicana había iniciado un proceso de etapas importantes. Primero, la Ley de Instituciones de Crédito (LIC)de 1990 comenzó permitiendo a la IED una participación de hasta 30% en su capital total. Con la apertura del Tratado de Libre Comercio (1994) los países miembros podían tener el 100% de las acciones de una institución.Así, los bancos quedaron en libertad de canalizar el crédito hacia las actividades y empresas que ellos eligieran sin restricción alguna. Por ejemplo, de 1988 a 1994 el crédito aumentó con relación al PIB de 11% al 43%, en tanto que el crédito al sector público disminuyó de 20% a 8 por ciento. El crédito se dirigió crecientemente a financiar el consumo del sector privado, que se incrementó por efecto de la liberalización comercial del TLCAN, entrado en vigor con Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), donde por primera vez se hacía un tratado de libre comercio entre dos economías tan dispares. Es decir, la flexibilización en la participación de la IED, la expansión del crédito junto con la euforia comercial llevó a una burbuja especulativa que incrementó gravemente el endeudamiento privado, el cual se reflejó en el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que llegó a niveles insostenibles del 7% del PIB.

El aumento del crédito en el sexenio de Carlos Salinas, la devaluación de diciembre y el crecimiento de la inflación, desataron incrementos sustanciales en las tasas de interés, agravándose la situación de deudores y acreedores. Posteriormente, la situación económica del país dependió del sector exportador en programas como ALTEX, PITEX, ECEX y Maquiladoras[9]; pero, a pesar del incremento de las exportaciones en los años 1995, 1996 y 1997, que lograron una balanza comercial superavitaria, no pudo mantenerse así por la reducción de la capacidad exportadora, causada por la contracción de la actividad económica junto con la desincorporación de empresas públicas.Como consecuencia de la crisis económica y bancaria, para 1995 se determinó flexibilizar la LIC de ese mismo año que permitió a la IED de cualquier país participar en el 51% el capital de los bancos cuyo tamaño individual fuese de hasta 6% del total del sistema y 25% de todos los bancos extranjeros.

Para principios de 1998 el Presidente Ernesto Zedillo presenta ante la Cámara de Diputados una iniciativa de ley para convertir los pasivos del Fobaproa en deuda pública, lo que provocó un debate en el ámbito político y académico. Sin embargo, el 12 de diciembre de 1998 se aprueba la Ley de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), aprobando la creación de un instituto en sustitución del Fobaproa, donde la magnitud del rescate bancario que para finales de 1999 se estimaba en 100 mil millones de dólares, superó la deuda pública externa. Así, el interés privado ganó a costa del interés público. Esto se vincula a que, nuevamente, para 1999, un año después, se realizaría una apertura total del sistema bancario mexicano mediante la modificación de la LIC y los límites a la participación individual y agregada de bancos extranjeros dentro del sistema. Otra coincidencia aquí, es que la Ley para la Modernización Financiera propuesta por los congresistas Gramm, Leach y Blileyfue aprobada por el Presidente Clinton en noviembre de 1999. Dicha Ley derogó las disposiciones de Ley Bancaria de 1933 y de la Ley de Grupos Bancarios en 1956 que impedían a los grupos bancarios afiliarse con casas de bolsa y compañías de seguros. A estas restricciones se les conoce en conjunto como GlassSteagall. La nueva ley autorizó a los grupos bancarios a convertirse en ?grupos financieros? y dedicarse a una amplia variedad de actividades relacionadas con el ámbito financiero.

Todo este proceso terminó por completar el control total de la banca extranjera, la actividad bancaria y, en general, del sistema financiero mexicano. Es decir, las autoridades monetarias entregaron sus atribuciones para establecer la política monetaria y crediticia a los bancos.

De hecho, Daniel E. Nolle,[10]experto del Tesoro de Estados Unidos,sostiene que:existe una dimensión extraordinaria del sistema bancario en México que merece atención y debate público: la alta concentración del capital extranjero en la propiedad del sistema bancario mexicano. Esto es relevante cuando las fallas en la regulación del sistema bancario constituyen gran parte de la historia que explica la crisis financiera mundial. Así, Nolle no descarta nuevos eventos de crisis. Se refirió a que: en Méxicolas firmas extranjeras tienen 70 por ciento del capital, uno de los más altos porcentajes del mundo. Es por ello que: ?la alta concentración del capital bancario en pocas firmas y la elevada participación extranjera en el total del capital no auguran nada bueno para el aumento del crédito a las empresas que han mostrado ser uno de los motores del crecimiento económico (visto en: http://www.jornada.unam.mx/2014/09/17/economia/033n1eco).

Si consideramos el proceso de consolidación de la banca, con las contundentes afirmaciones de Nolle, actualmente, podemos establecer que el siguiente paso fue establecer una posición ?sumamente rígida? sujeta a ?gestionar? auges y crisis repentinas de confianza.

Es decir, comoel IPAB (Instituto para la Protección al Ahorro Bancario), al año de su creación, no había vendido activos, el gobierno presentó el Programa Nacional de Financiamiento al Desarrollo 1997-2000 (Pronafide), emanado del Plan Nacional de Desarrollo 1995-2000. Su objetivo eradiseñar una política económica para fortalecer los fundamentos macroeconómicos que soportaran los choques externos e internosy así evitar la tan temida crisis de fin de sexenio. De este modo, el 15 de junio de 1999 la Secretaria de Hacienda y el Banco de México informaron de la formalización de un ?Programa de Fortalecimiento Financiero 1999-2000?[11] apoyado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, los gobiernos de los Estados Unidos y Canadá y el EXIMBANK, que incluyó recursos por 16 mil 900 millones de dólares y una línea de crédito contingente por 6, 800 millones de dólares. El programa constituyó un ?blindaje financiero? para permitir a México ?proteger su economía? y garantizar un cambio de gobierno sin sobresaltos.

Así, llegóa la presidencia Vicente Fox Quezada (2000-2006). En este sexenio se vería la herencia de los gobiernos priistas: ladesregulación financiera, presencia de nuevos intermediarios financieros en bonos públicos[12] e innovación de instrumentos financieros. Lo que ha llevado a la situación de una alta concentración del capital extranjero en la propiedad del sistema bancario mexicanocombinadocon préstamos (?seguros?) de las instituciones multilaterales. A partir del año 2000 se fue registrando una entrada inusitada de capital extranjero; en el 2001 estos provenían de las fusiones de los tres bancos mexicanos más grandes con bancos internacionales: Banamex-Citigroup, Bancomer-BBV y Serfin-Santander. Posteriormente, a partir de 1999 a 2001 se extendieron líneas de crédito a México por los siguientes montos: 1999-2000, 23 millones de dólares; 2000-2001, 26 mil millones de dólares, y en 2001 15 mil millones de dólares (Informe Anual del Banco de México 2000 y 2001).Adicionalmente,es relevante que en el gobierno de Fox el promedio sexenal de la aportación del crudo mexicano en los ingresos totales del país alcanzó 34 por ciento, lo cual es el más alto en los últimos tres gobiernos; con Ernesto Zedillo fue 33 por ciento y con Carlos Salinas de Gortari se ubicó en 27 por ciento. De acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda, en la administración de Fox se acumularon recursos extraordinarios a los programados por el Congreso de la Unión por 70 mil millones de dólares, que representaron cerca de 8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB). Los ingresos petroleros pasaron de 7 por ciento del PIB al inicio del sexenio a 9.4 por ciento al mes de julio de 2006, y representaron entre 38 por ciento y 40 por ciento de los ingresos totales del país. Lo demás, es historia reciente que usted ya sabe.

Conclusiones:

Al ser la banca el principal ente de la internacionalización del capital, esto ha implicado que se reduzca el financiamiento de las actividades productivas y las ganancias de los bancos se eleven, y aunado al establecimiento de los llamados ?Programas? para fortalecer los ?fundamentos macroeconómicos?, se ha generado una posición ?sumamente rígida? que da como resultado una falta de control de los desbalances externo y fiscal; es decir,el objetivo de estabilidad seguido ?y que se pretende seguir? está en conflicto con la eficiencia del sistema financiero mexicano. Esto contradice las virtudes concretas de la misma Reforma Financiera que, se asegura en los Criterios Generales de Política Económica 2016 (CGPE), busca potenciar al resto de las reformas estructurales[13], ya que:

?[?] representa una oportunidad única para que el sector financiero contribuya a un desarrollo incluyente que promueva el crecimiento de México. Uno de los ejes centrales en la agenda de democratización de la productividad es el lograr un mayor acceso al crédito y que éste sea más barato." Asimismo, menciona que ?la Iniciativa de Reforma Financiera se presenta en apego al mandato del Artículo 4º de la Ley de Instituciones de Crédito vigente, el cual establece que: ?El Estado ejercerá la rectoría del Sistema Bancario Mexicano, a fin de que éste oriente fundamentalmente sus actividades a apoyar y promover el desarrollo de las fuerzas productivas del país y el crecimiento de la economía nacional, basado en una política económica soberana, fomentando el ahorro en todos los sectores y regiones de la República y su adecuada canalización a una amplia cobertura regional que propicie la descentralización del propio Sistema, con apego a sanas prácticas y usos bancarios.? Visto en (visto en: http://hacienda.gob.mx/Biblioteca_noticias_home/reforma_financiera_08052013.pdf).

Sin embargo, el Estado mexicano no puede ejercer ?como quisiera? la rectoría del sistema bancario, la actividad bancaria y, en general del sistema financiero mexicano porquetodo el proceso de consolidación bancaria terminó en entregar las atribuciones para establecer la política monetaria y crediticia a los bancos. Esto significa quetampoco podemosbasarnos en una política económica soberana porque no existe país en el mundo, excepto México, que no disponga de un sistema bancario que no esté vinculado a su proyecto de desarrollo de largo plazo.Esto esimportante cuando la deuda interna ?la deuda que el gobierno contrae con sus propios ciudadanos y/o con los bancos? para 2015 se encuentra en los 6 billones de pesos, equivalente al 35% del PIB[14] y cuando a la mitad de este sexenio con Enrique Peña Nieto (2012-2018), la economíarequirió contratar 85 mil 599 millones de dólares de deuda externa, del cual el 53% pertenece al sector privado y la banca comercial locales, que en 15 años se ha pagado 7 veces su monto (Visto en: http://www.jornada.unam.mx/2015/09/05/economia/025n1eco). Además, en un entorno de desaceleración de la actividad económica el conjunto de bancos que opera en el país obtuvo entre enero y julio de este año utilidades por 64 mil 496 millones de pesos, cifra mayor en un 12.8% que la del mismo periodo de 2014, según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).

Lo que llama la atención es que la economía mexicana presenta la irregularidad de que la deuda neta del sector público ?que incluye la deuda neta del gobierno federal, de las empresas productivas del Estado y de la banca de desarrollo? se ha elevado a 42% del PIB[15]y no ha servido para que el gobierno aligere la carga tributaria, y además, como no está constituyendo una reserva de valor ?dado que las reformas estructurales están muy por debajo de las expectativas y las necesidades? se está preocupando más por estar manteniendo la liquidez de los mercados crediticios.

Estamos de acuerdo con el Secretario de Hacienda en que existe una situación semejante a la de 1982, pero si lo estamos, no se deberían omitirciertos procesos estructurales, como el perteneciente a la concentración del capital extranjero en el sistema bancario que, representa un tipo de enfermedad funcional en los gobiernos mexicanos porque no sólo no aceptan quehan puesto la piedra con la que están tropezando, sino que son renuentes a verla.También estoy de acuerdo en que un reto fundamental es mantener la estabilidad de la economía, pero cuando la estabilidad no da paso a que el argumento sea que México cuente con sólido crecimiento económico y un mercado interno fuerte, estamos en gran medida, atándonos a las rigideces de siempre.

Por lo tanto, el problema de las ?reformas estructurales? en México es que los desbalances macroeconómicos permanentes ?externo y fiscal? hacen que toda la posición de la economía mexicana sea vulnerable. Mantener esta posición ha tenido, y muestra tener, consecuencias nefastas y recurrentes: acumulación de deuda que limita futuros márgenes de maniobra, venta de activos públicos, incremento de impuestos y reducción de gasto (austeridad), reversiones bruscas de capital, movimientos cambiarios abruptos y dispendio que alimenta la corrupción, impunidad y conflictos de interés, además de graves problemas de desigualdad y pobreza. Por eso, no debería resultar ninguna sorpresa que la mejor política económica que ha realizado México en más de tres décadas y, que pretende seguir, es la de ?esperar? un cambio de situación externa que nos sea favorable, y donde las crisis se nos muestran como un problema ?casual?. Por lo tanto, se debe aceptar que, si bien es cierto que los cambios son bienvenidos, el futuro no está recargado en las reformas, ni mucho menos en la guerra de candidatos y partidos políticos que se viene para 2018, sino en asumir el desafío y la responsabilidad urgentes de la generación de ideas y acuerdos para establecer esquemas alternativos de desarrollo.  

Consulta:

Aspe Pedro (1993), El camino mexicano de la transformación económica, México, Fondo de Cultura Económica.

Cárdenas Sánchez Enrique (2011), ?Realidades y mitos de la privatización, crisis y rescate bancario?, en Privatización bancaria, crisis y rescate del sistema financiero. La historia contada por sus protagonistas, tomo 1, Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), México D. F.

Díaz Mondragón Manuel (2006), La entrada de la banca extranjera en América Latina. Repercusiones y tendencias para México, Instituto Politécnico Nacional (IPN), Centro de Investigaciones Economicas, Administrativas y Sociales (CIECAS), México D. F.

Moreno Brid J. Carlos y Jaime Ros Bosch (2010), Desarrollo y crecimiento en la economía mexicana. Una perspectiva histórica, Fondo de Cultura Económica.

Petricioli Iturbide Gustavo (1976), ?Política e instrumentos de orientación selectiva del crédito en México? en Cincuenta años de banca central. Ensayos conmemorativos, México, Fondo de Cultura Económica, pp.389-408.

Ros Bosch Jaime (2013), Algunas tesis equivocadas sobre el estancamiento económico de México, Colegio de México, México D. F.

Sánchez Lugo Luis (1976), ?Instrumentos de política monetaria y crediticia?, en Cincuenta años de banca central. Ensayos conmemorativos, México, Fondo de Cultura Económica, pp. 369-387.

Sandoval Ballesteros Irma (2011), Crisis, rentismo e intervencionismo neoliberal en la Banca (1982-1999), Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), México D. F.

Suarez Dávila Francisco (2010), La reprivatización fracasada. Tragedia nacional en 3 actos, Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), México D. F.

Woodford (2013), ?Monetarypolicy targets after de crisis?, Columbia University, abril.

http://www.cnnexpansion.com/economia/2009/01/15/la-crisis-de-ayer-la-crisis-de-hoy

[1] Reconocemos la existencia de factores externos como: expectativa por movimientos restrictivos en política monetaria de EE. UU.; caída de los precios del petróleo; crisis en Grecia y devaluación en China; pero el problema interno es relevante porque implica principalmente incertidumbre financiera.

[2]La producción petrolera se elevó de 500,000 barriles diarios en 1976 a 2.3 millones en 1981. Los ingresos por la exportación pasan de menos de 1,000 millones de dólares en 1977 a 15,600 en 1982. El incremento fue notable.

[3] Kate Dole: ?PreludetoDisaster: TheMexicanCrashod 1976? en AmericasProgram, InterhemisphericResource Center, 1976, p.1.  

[4] Los Bancos Nacional de México (Banamex) y Bancomer, los dos más importantes de nuestro sistema bancario, llegaron a comprar dos pequeños bancos en California y Texas. Además, comenzaba a tener proyección internacional para buscar ser exportador de capitales, cuando el gobierno mexicano, juntos con bancos de México, Estados Unidos, Francia, Inglaterra y Alemania, formaron Intermex, un banco de consorcio en Londres.

[5]Visto en: La nacionalización de la banca, 25 años después. La historia contada por sus protagonistas. Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), Tomo 1, segunda edición.

[6] En 1989 se eliminaron los cajones selectivos de crédito mediante los cuales las autoridades obligaban a los bancos ?desde 1941? a canalizar recursos hacia sectores prioritarios. Entre esos sectores se encontraban la inversión pública en infraestructura, exportación, el turismo, el abasto de alimentos a precios bajos, construcción de vivienda de interés social, la pequeña y mediana industria, el desarrollo de los recursos humanos y la promoción del mercado de valores industriales (Petricioli 1976). Además, implicaba establecer controles cuantitativos al crédito de acuerdo a un esquema conocido como ?sistema de cajones selectivos?. Conforme a este esquema, los intermediarios tenían la obligación de mantener una determinada proporción de sus carteras de préstamo asignada a ciertos sectores, como la agricultura o la pequeña o mediana empresa. Entre éstos se encontraba el gobierno, que debía financiar un déficit público creciente, en ausencia de un mercado de títulos de deuda.  

[7] En el mismo año en que fueron eliminados los cajones crediticios, las autoridades permitieron que los bancos determinaran las tasas de sus actividades activas y pasivas, así como los plazos asociados a ellas.

[8] ?Si bien es posible afirmar que el origen de la crisis económica de 1994-1995 se remonta a años atrás y tuvo varias causas, las dos más importantes fueron la deficiente reprivatización bancaria años antes (acompañada de una fuerte liberalización financiera), así como la política macroeconómica caracterizada por la lucha a ultranza contra la inflación, le mantenimiento del tipo de cambio ?ancla antiinflacionaria? y el consecuente deterioro de la balanza de pagos.? (Cárdenas 2011).  

[9] El gobierno de Zedillo modificó el concepto de ALTEX, empresas altamente exportadoras de grandes volúmenes, por empresas que exportan continuamente. Asimismo, se le dio mayor importancia a los programas PITEX (Programas de Importación Temporal para Exportar), ECEX (Empresas de Comercio Exterior) y se ampliaron los beneficios a las Maquiladoras de Exportación.

[10]http://www.researchgate.net/profile/Daniel_Nolle

[11] Programa de Fortalecimiento 1999-2000. El Mercado de Valores. Nacional Financiera. Año LIX, edición en español. México D.F., 6 de julio 1999, págs. 45-50.

[12] A partir del año 2000 aparece la emisión de los Bonos de Regulación Monetaria (BREMS) con el propósito de regular la liquidez en el mercado de dinero y facilitar con ello la conducción de la política monetaria.

[13]Criterios Generales de Política Económica 2016, pp. 65-66.

[14]http://nwnoticias.com/#!/noticias/mexico-y-la-deuda-interna-incubando-presion-financiera

[15]http://eleconomista.com.mx/finanzas-publicas/2015/09/04/se-eleva-deuda-sector-publico-42-pib