Puede ser, como ha dicho la señora Denise Dresser en Reforma, que haya ganado ?el papeleo? en la reciente elección de presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Por algo lo dirá.
Tal vez, como dice la señora Dresser, en la Corte ganaron el statu quo, la burocracia judicial y el formalismo. Otras personas pensarán que se impuso la mejor opción, la de más experiencia. Cada quien que afirme lo que se le antoje. Y que cada comentarista lo haga por las motivaciones que tenga.
En el caso de Denise Dresser me parece que ella critica al nuevo presidente del poder judicial, Luis María Aguilar, porque le cae bien el candidato derrotado, Arturo Zaldívar. Se vale, es humano analizar las cosas desde el punto de vista de los afectos personales.
No sé si sean amigos la politóloga Dresser y el ministro Zaldívar. Podrían serlo, más o menos son de la misma generación, aunque ella más joven que él. El hecho es que Dresser admira a Zaldívar. Si no los une la amistad, entonces a la politóloga le impresionó el currículo de ¡26 páginas! que el propio ministro Zaldívar ha colgado en la web de la SCJN. Don Arturo presume todo lo que ha hecho, hasta sus viajes.
Por la razón que sea, Denise Dresser habla maravillas de Arturo Zaldívar, al que casi presenta como un héroe por lo que hizo en algunos casos polémicos en la Corte. Así, ella concluye su artículo afirmando que por haber perdido Zaldívar la presidencia de la SCJN ?perdió el ciudadano?. ¿Tanto así? No lo sé realmente.
Tanto como admira al ministro Zaldívar desprecia al ministro Aguilar. No es inmoral que el nuevo presidente de la Corte le caiga gordo a la politóloga de Reforma. Hasta podrían tener sentido los argumentos de doña Denisse: como Luis María Aguilar, el que le cae mal, derrotó a Arturo Zaldívar, el que le cae bien, eso significa que ?el pasado se impuso sobre el futuro? en ?una Corte que se empeña en ser chiquita. Tímida. Irrelevante?. Una Corte que ha elegido a un nuevo presidente ?con esas características?.
A la mejor el ministro Aguilar es tan malo como lo pinta Dresser. Este no es el punto que me interesa destacar. Es que, sin duda, resulta aceptable todo ?más bien, casi todo? lo que dice la politóloga sobre el nuevo presidente de la Corte. Las opiniones no se rebaten.
Pero un juicio de la señora Dresser sobre el ministro Aguilar me parece lamentable: Cuestionarlo porque en 1968, cuando tenía 19 años de edad, en vez de sumarse a ?toda una generación? que ?salió a las calles a defender sus derechos, entró al poder judicial como taquimecanógrafo?.
En efecto, el 15 de octubre de 1968 ?el día de mi cumpleaños número 12, por cierto? Luis María Aguilar ?ingresó al poder judicial federal como taquimecanógrafo judicial ?F? en el Primer Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito?.
Al año siguiente, el hoy ministro Aguilar empezó a cursar la carrera de derecho en una universidad pública, la UNAM. Esto significa que, muy probablemente, trabajaba desde la preparatoria además de por ganas de aprender en la práctica, para financiar sus gastos personales mientras estudiaba.
¿Es tan malo trabajar desde joven? Increíblemente Dresser lo cuestiona por ello. No solo porque él en 1968 ?no salió a las calles? a protestar como ?toda una generación?, sino expresamente por haber logrado un cargo de taquimecanógrafo en un tribunal colegiado.
No sabe Denise Dresser qué pensaba el joven Luis María Aguilar de las marchas de 1968 ni si participó en ellas. Pero lo juzga porque supone que no era un muchacho inconforme. Ya es un abuso cuestionar a alguien por no ir a las manifestaciones. Como a la misa, el que quiere va, y el que no, no. Debería respetarse el derecho de protestar o de no protestar. Y resulta desde luego muy exagerado decir que ?toda una generación? se expresó en las calles en 1968, como si solo el hoy ministro Aguilar se hubiera abstenido de hacerlo.
Lo verdaderamente grave del comentario de Dresser no es el abuso de cuestionar a alguien por no haber ido a las marchas de 1968 ni lo exagerado de decir que ?toda una generación? lo hizo. Lo triste es condenarlo ¡por haber conseguido un empleo a los 19 años de edad!
Sería tan absurdo como criticar al ministro Arturo Zaldívar porque, por su currículo, parece un junior. Estudió primera, secundaria y preparatoria en el Instituto Queretano, uno de esos colegios más o menos religiosas en los que se forman las clases medias y altas de México, y por haber cursado la carrera de leyes en una costosa universidad privada, la Libre de Derecho (cuesta unos 70 mil pesos al año), aparentemente sin haber tenido nunca la necesidad de combinar sus actividades académicas con el trabajo.
Desconozco si la familia de Zaldívar tenía dinero para mantenerlo en instituciones educativas caras o si él siempre estuvo becado. Eso no importa. Si fuera hijo de potentados, no lo criticaría, claro que no. Y, desde luego, tampoco lo cuestionaría por no haber estado en las manifestaciones que ha habido desde 1978 ?cuando él tenía 19 años de edad?, que me imagino no ha estado en ninguna, y vaya que protestas han sobrado en México.
En fin, ahora lo políticamente correcto exige condenar a los jóvenes que trabajan y estudian y, por lo tanto, no les queda tiempo para salir a las calles a defender todas esas mejores causas.
(Me dice el abogado Rodrigo Sánchez Villa, egresado de la Escuela Libre de Derecho y colaborador de SDPnoticias, que ?la Libre es todo menos ?una costosa universidad privada?? y pues Zaldívar trabajó desde el primer año de su carrera con buenos abogados? Y cuando el ministro estudió era prácticamente gratuita; cuesta más desde la administración de Nacho Morales como rector?).