Interesantes declaraciones de la periodista Carmen Aristegui éste viernes 24 de agosto en su comentario editorial del espacio noticioso que preside en MVS. En últimos días ha acaparado la atención mediática de nuestro país el tema que el empresario y dueño de MVS Joaquín Vargas y el gobierno federal tiene en pugna, la concesión de la banda ancha de 2.5Ghz y también lo que esto ha venido a desprender, asunto que me parece Carmen en su comentario aborda con una óptica muy acertada y desde la raíz: las relaciones político-empresarial en el tema de las telecomunicaciones de nuestro país. Relaciones que penosamente una vez más se exhiben como turbias.
Una demanda que en los últimos meses se ha hecho popular en México gracias al movimiento juvenil #YoSoy132 es la de democratización de los medios. Tal demanda significa regular de una manera equitativa las concesiones dadas por el estado en la rama de comunicaciones y que tales atiendan primordialmente a suplir la necesidad de una sociedad por estar bien informados. Generar más competencia en este sector traería beneficios para el sector y para el público que es la sociedad mexicana, aunque esto sin duda estorbaría el crecimiento acaparador que una elite empresarial y política busca. Y es que las telecomunicaciones en México hoy en día son presa de una élite empresarial que a su vez beneficia a una élite política particular quiénes mutuamente se toman consideraciones que poco a poco toman mayor injerencia en los asuntos que nos atañen a todos, la vida en sociedad de nuestro país, obviamente dejando al olvido el interés del pueblo mexicano.
En México existe lo que muchos llaman un “duopolio” televisivo dónde nuestro gobierno no cumple la función de estado (juez regulador de las concesiones en la rama), sino más bien funge como cómplice y hasta rehén de tales monopolios empresariales. Por tal motivo la demanda de democratizar medios es más que valida y viable, tal espectro de la vida nacional de suma importancia en una sociedad del siglo XXI como son las comunicaciones urge de cambios. Esta semana el gobierno federal quedo exhibido muy penosamente en este asunto, la presidencia de la república y las instancias implicadas quedan debiendo al país en una de las áreas más febriles de toda sociedad, la libertad de expresión, la cuál se ve condicionada al servicio exclusivo de un sector político-empresarial.
Duele también ver como el poder y ambición empresarial del señor Vargas llevo a utilizar a una periodista con dignidad sobrada como moneda de cambio en este asunto. Carmen ha dicho que reflexionará en lo sucedido. Seguramente tendrá la opción de continuar o por dignidad propia abandonar tal espacio. Al ver la carencia de espacios donde Carmen y su equipo pudieran llevar a cabo su labor periodística, y al ver la necesidad de espacios de información plurales y comprometidos con la sociedad como el de Carmen, resulta difícil idear alguien mejor que ella para continuar defiendo tal bandera que va más allá de un programa, sino que a mi parecer involucra el peso de una lucha social por la democratización de los medios y lo que esto implica, lucha en la que muchos nos involucramos y le agradecemos a Carmen su invaluable aporte. Por otro lado, si Carmen atendiendo a su sentir personal y el de su equipo decide con toda dignidad abandonar el espacio que hoy dirige, no habrá más que agradecerle y honrarle la labor que hasta ahora ha hecho y que sin duda buscara el mejor espacio para seguir haciéndolo. Sinceramente espero el camino de México encuentre cada día más personas con tanto valor moral y profesional como el de Carmen Aristegui, la que a mi parecer puede ser ya considerada la mejor periodista de la historia mexicana.
Por el momento es bueno retomar la tesis de Carmen, es tiempo de reflexionar en cuanto al poder que representan las televisoras en nuestro país, urge una discusión amplia que dirija a una reforma del sector, la voz de la juventud y de muchos más en este tema es acaecida por la razón. Una democratización de medios buscará eliminar la desigualdad en competitividad del sector y atacará la etapa oscurantista de desinformación que una élite quiere implantar.