A lo largo de este año hemos sido testigos de por lo menos tres acontecimientos que nos han sorprendido; me refiero al llamado Brexit, al referéndum colombiano en el que los colombianos decidieron decir no al acuerdo de paz con las FARC y en tercer lugar, la elección presidencial americana; la que, retomando las palabras de  Martin Schultz, Presidente del Parlamento Europeo fue “sorprendente y decepcionante”.

Ahora es necesario entrar en un período de reflexión y tratar de entender las causas de tales desajustes que llaman a una reestructura de la política en el mundo.

Ya lo ha dicho Giovanni Sartori: “Me preocupan los maquinistas” o lo que Ortega y Gasset describía como “el hombre masa”.

El problema no es el líder, sino quien lo hace líder; quien le aplaude, quien lo escucha y lo lleva al poder. Es momento entonces de que los votantes, la clase trabajadora y quienes no estamos de acuerdo con tales decisiones, nos hagamos las preguntas necesarias partiendo de esta elección presidencial que han hechos los norteamericanos, concluyendo, ¿acaso la democracia nos puede volver más inseguros?

¿Cuál es el futuro de la democracia? Aparentemente no un futuro previsible como lo hubiese sido con Hillary Clinton; es más bien, diferente, atípico e inédito tal y como lo es Donald Trump.

El voto a favor de Trump puede significar un voto de protesta en un país que cuenta con una relativa prosperidad, entonces ¿por qué los norteamericanos han hecho un voto de protesta?

Una serie de televisión reciente, “Keeping up with the Joneses”, que es una expresión idiomática que se podría traducir como “compararse con el vecino”, ofrece una posible respuesta, retomando un elemento central del pensamiento de Tocqueville, que es precisamente la comparación con el otro.

Para Tocqueville la democracia es la comparación, simplemente porque los individuos en democracia son “iguales” en derecho, pero esta igualdad en derecho ha resultado ser una inequidad de facto, inequidad por lo tanto más insoportable -dice Tocqueville-, que divide a los individuos que bajo la ley, deberían de estar en igualdad de circunstancias.

Tal descontento se incrementa cuando la situación mejora, exactamente como sucede en los Estados Unidos de hoy en día.

Es por lo que los periodos de protesta se avivan en épocas de relativa prosperidad. Relativa es la palabra esencial ya que la democracia es el reino de lo relativo, mientras que la monarquía es el reino de lo absoluto; resultaría entonces que la elección de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, es la cólera absoluta que se ha manifestado a través de un voto de protesta.

Nos corresponde ahora informarnos, reflexionar y entender lo sucedido para evitar que nos suceda y hacer frente a los nuevos desafíos que se presentan.

*Ernesto Elizondo es abogado egresado de la UANL y posgraduado en la Universidad de Paris-I-Sorbonne; ha sido profesor de la UANL y ha realizado un doctorado en Derecho Constitucional y Gobernabilidad. Actualmente escribe su tesis doctoral y colabora en la Misión de México ante la Unión Europea. Lo expresado es opinión del autor.