El Brexit y las pasadas elecciones presidenciales en Estados Unidos, se han vuelto ejemplos emblemáticos de los peligros de una democracia, pero también, el de un tiempo de creación colectiva, vitalidad política y un cuestionamiento institucional.

En el caso del Brexit, los británicos han comenzado a materializar el sinfín de problemas producto de este referéndum.

  Ahora el Reino Unido corre un alto riesgo de que se llegue la fecha en la que deberán de salir de la Unión Europea (marzo de 2019), sin haber firmado un acuerdo comercial con los europeos.

La agenda de Bruselas, es no establecer acuerdos comerciales con Londres sin antes resolver los complejos temas de: derechos de los residentes de la UE en el Reino Unido, factura que pagarán a la UE y que se basa en los compromisos presupuestarios ya adquiridos por el Reino Unido ante la Unión, y la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.

Los británicos por su parte, desean sobre todo negociar un acuerdo comercial con la UE, pues desde que ingresaron al mercado común (1973), su principal objetivo ha sido servirse del amplio comercio de la Unión.

En este contexto, el pasado 22 de septiembre en Florencia, Italia, la premier británica moderó el tono de su discurso hacia la UE, pero para Michel Barnier, negociador en jefe por parte de la Unión, “esto no ha sido suficiente”.

Ante la postura de Bruselas, Londres ha buscado avanzar en el establecimiento de acuerdos comerciales con países no miembros de la Unión.

 Algo que parece poco factible, pues el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, establece que la política comercial, es competencia exclusiva de la UE, lo que significa que sólo ésta puede legislar y negociar acuerdos internacionales sobre este ámbito.

 Asimismo, el Tratado de la UE, señala que los Tratados de la Unión sólo dejarán de aplicarse una vez que las negociaciones para la salida de un Estado Miembro, en este caso el Reino Unido, hayan finalizado. 

 Paralelamente, el mismo día en que Theresa May ofreció su discurso en Florencia, la prensa británica publicó un sondeo en el que establece que el 52% de los británicos, desean permanecer dentro de la UE. Pero, ¿cuáles son las alternativas para esto?

 1) ¿Renunciar al Brexit?  Difícilmente. El gran carácter democrático del Reino Unido, hará que se siga respetando el voto mayoritario del referéndum.

 2) ¿Una renuncia de la premier inglesa? En Italia ha dicho que no renunciara. Pero si llegase a hacerlo ¿la persona que la reemplazará someterá a un nuevo referéndum?

 3) ¿Nuevas elecciones en las que Jeremy Corbin (líder del partido laborista), sea elegido como Primer Ministro? Sin embargo, Corbin no ha sido claro en su postura sobre el Brexit y últimamente ha sido bastante crítico en contra de la UE.

 Por otra parte, los europeos ante los fenómenos Trump y Brexit, buscan detener la propagación de políticas nacionalistas que llevaron a la edificación de fronteras que tanto trabajo les ha costado derribar.

Este escenario puede beneficiar a México para continuar avanzando en la renegociación del Tratado con la Unión Europea (TLCUEM), que dicho sea de paso, ha retomado mayor importancia para el país debido a la actual relación con Estados Unidos.

 El Brexit representa sobre todo un gran aprendizaje democrático, pues ha demostrado al mundo, que una campaña basada en mentiras (como en gran medida fue este referéndum), puede fácilmente manipular a un electorado apático y mal informado que prefirió ignorar que examinar.

Cuando la democracia es ignorada por la mayoría, podrá ser siempre secuestrada por una minoría.

Los británicos tendrán que asumir las consecuencias de su apatía y desinformación, volviéndose más insulares de lo que ya por su geografía son.

 México por su parte, deberá seguir tomando nota de estos fenómenos de cara a sus propias negociaciones comerciales, y a nuestros próximos desafíos electorales.

*Abogado egresado de la UANL y posgraduado de la Sorbonne de París, Francia.

@ErnestoEmilioE1