Estuvo muy bueno el debate. Todos vimos un debate equitativo donde hubo de todo: propuestas, críticas, contrastes, señalamientos y, eso, es un debate intensamente democrático. Así nos gustan los debates, fuertes y de contrastes.

Y lo más importante ¡vimos a un Alfredo del Mazo contundente, que venció porque convenció!

Alfredo del Mazo fue el candidato más atacado, más calumniado, más señalado, pero ninguno de los ataques cumplió su propósito, ninguno lo distrajo de su objetivo de comunicar las propuestas, por una razón, porque todos los ataques fueron infundados y devinieron en obvias calumnias.

Alfredo del Mazo fue el político más inteligente, más sereno y más sincero; y demostró que tiene la capacidad, la preparación y el temple para gobernar el estado más grande del país.

Pero no solo eso, Alfredo tiene la presencia y el aplomo para representar dignamente a los mexiquenses ante cualquier circunstancia, ante cualquier gobierno, ante cualquier factor real de poder y eso no es cosa menor.

La gran perdedora fue Delfina Gómez. La “honestidad valiente” se desinfló, colapsó, con eso de que le quitó el 10 por ciento del salario de los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco y nadie sabe qué fin tuvo ese dinero. Fue la más evasiva y mendaz. Nunca se centró en el debate, siempre estuvo ausente mentalmente. Se le cuestionaba sobre el tema y respondía una serie de palabras desarticuladas y cortadas que verdaderamente la retrataban como fuera de sí.

Su actitud fue la de una persona que dramatiza, que está apelando al voto de compasión, al voto misericordioso. Ella conscientemente está invocando a esos sentimentalismos. Usa todo tipo de artimañas para lograr su propósito. Se auto flagela al presentarse literalmente como “la maestrita”, como si el ser maestro fuese algo lastimoso o vergonzante. Ella no hace propuestas viables; al contrario opta por la teatralidad, el lagrimeo fácil que es verdaderamente reprobable para los mexiquenses. Por eso, es la gran perdedora.

Delfina no respondió y concedió ser parte de una verdadera mafia que lucra con el salario de los trabajadores. Ahora está obligada a devolver los 36 millones de pesos que les quitó a los trabajadores y a rendir cuentas ante la ley por ello.

En contraste, Alfredo del Mazo es el candidato más limpio. No tiene ningún señalamiento en contra. Lo cual demuestra que la honestidad es una decisión personal, es un modo de ser, de conducirse frente a la vida, frente al poder. Eso dice mucho en favor del candidato.

Alfredo tiene experiencia para atraer y arraigar inversiones productivas, que generan empleos directos. Delfina es una auténtica espanta-inversiones; el proyecto político que la gobierna amenaza con bloquear la construcción del nuevo aeropuerto y eso significaría un retroceso, un freno a la creación de empleos, un freno al progreso. Afortunadamente, nada de eso va a suceder.

Al populismo lo vamos a derrotar en las urnas. La cuestión ahora es saber si Delfina Gómez va a reconocer su derrota o va mandar al diablo a las institucionescomo lo hizo el “Rayito de Esperanza” en la elección presidencial del 2006. ¿Ustedes que opinan?

 

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(La autora es presidenta del PRI en el Estado de México)