·    “En Cuautepec de Hinojosa, Hidalgo, son las 12:30 de la madrugada del 25 de febrero, mi celular suena. Estoy agotado y prefiero no responder. Se desvía la llamada. Vuelve a sonar, esta vez yo desvío la llamada con un mensaje de texto. Entra un mensaje a mi whatsapp: “Acaba de tronar una toma ahí en Texca”. De inmediato respondo: “Súbelo” a facebook. No tengo ganas de salir a averiguar. Tocan la puerta de mi cuarto: “Hey! ya viste lo de afuera, se está quemando un ducto”. Abro la puerta y salgo semidesnudo. El patio de la casa está iluminado de naranja y se ve una enorme llamarada que desprende humo negro. Me alarmo, corro al cuarto de mi papá, le digo lo que sucede y le pregunto si nos salimos de la casa. Un tanto incrédulo de mi alarma, se asoma y queda sorprendido. Le vuelvo a preguntar si nos salimos, responde que no, “no llega, está lejos”. Por la confianza en su juicio, salgo con mi celular, busco un buen lugar e inicio una transmisión en vivo. En minutos, más de 120 personas siguen la transmisión a la 1 de la madrugada, apenas logro decir algunas cosas.”

Durante todo este tiempo no se escuchó un solo ruido de sirenas y sí muchos vehículos acelerados, pero no parecían dirigirse al incendio. Era más el ruido de autos conducidos por personas desesperadas o bravucones.

“En facebook cuestionan si ya llamamos a emergencias. Estoy seguro que no es necesario, la llamarada es enorme, de todas partes se debe ver. Empiezan a escucharse algunas camionetas que circulan silenciosas, quizá con el motor apagado y solo se alcanzan a ver sus luces. Los vecinos empiezan a salir de sus casas; algunos deciden salir con su familia y caminar hacia el cerro, en sentido contrario a la ubicación del fuego, para sentirse más seguros; otros suben a sus azoteas y se quedan mirando. Me empiezan a llegar más mensajes y entran más llamadas. Contesto una “¿ya viste la explosión?”  “sí, la estaba transmitiendo ¿es por el empedrado?” “no, más adelante, por El Charco”. Después de un minuto colgamos. Seguimos sin saber si ya llegaron los bomberos.

Casi dos horas después, un punto rojo llama la atención de mi hermano. Por sus movimientos deducimos que se trata de un dron. “Ya deben estar ahí los militares o Pemex.” A las 3 de la mañana me acuesto. Me había llegado un video anónimo tomado a escasos metros de la llamarada, lo descargo, se aprecian tres camionetas incendiadas y a personal de protección civil controlando que no se propague el fuego. En la página de facebook de Ultra Noticias Hidalgo transmiten en vivo, se confirma presencia de protección civil, tres camionetas calcinadas…no se sabe más o no les dicen más.”

Las sirenas tienen un propósito: alertar. Su uso en zonas urbanas es indispensable porque cualquier suceso catastrófico representa un riesgo para la población…sobre todo de noche. La explosión de un ducto de hidrocarburo es una situación de riesgo máximo entonces ¿por qué el silencio de las autoridades? ¿Por qué no usaron las sirenas? ¿A qué se debió el sigilo en su actuar? Haríamos bien en pedir una explicación clara y creíble a este suceso.

Apenas cuatro días antes (22 de febrero) la Presidencia Municipal se ufanó en decir que los elementos de seguridad pública han logrado recuperar más de 120 mil litros de hidrocarburo pero sólo han logrado la captura de 15 personas. Esta disparidad en los números es fácil entenderla, lo que debemos preguntarnos es ¿qué tanto nos están engañando?

Criminalizar la pobreza no es fácil. La extracción ilegal de hidrocarburo puede tener muchos motivos y, a costa de la legalidad, es fácil entenderlos todos. Lo que nunca nadie ha logrado descubrir es a la madre de todos los males: la corrupción gubernamental.

Llevamos más de cien años creyendo que nuestro país tuvo una revolución, cuando la realidad es que llevamos más de cien años disfrazando el abuso de poder y la tiranía.

Llevamos más de cien años creyendo que vivimos en un país estable y maravilloso, que ha estado a punto de superar la brecha del subdesarrollo, cuando la realidad es que a la pobreza es fácil engañarla y usarla.

Llevamos casi 20 años buscando las salidas que cambien al país y tras dar pasos victoriosos, la realidad nos hace andar en caminos tortuosos. La alternancia se convirtió en la percepción de “lo mismo” tras dos sexenios de relativa estabilidad a costa de la desigualdad. Regresamos al “viejo por conocido” solo para recordar su vocación devoradora.

Un candidato a la Presidencia de la República ha puesto sobre la mesa la amnistía, se le ha querido estigmatizar como iluso y cómplice; cuando la realidad es que hay muchas circunstancias que nos hacen suponer la existencia  de una amnistía de facto que se basa en un solo principio: roba y déjame robar. ¿Quién pierde en este contexto?

Twitter: @LeonardoFS__