¿Cuánto le cuesta en prestigio al gobierno de la república que haya gobernadores como Ángel Aguirre Rivero o como Javier Duarte? ¿Por qué el presidente de la república tiene que cargar con los errores y la ineptitud de los mandatarios locales? ¿Acaso no es suficiente un estigma como el de Ayotzinapa para que ahora se agregue también el de Daphne?
La impunidad en el caso de la niña violada por cuatro jóvenes de la alta sociedad veracruzana amenaza con dañar, otra vez, la imagen internacional del país. México ya no sólo aparecerá en los medios extranjeros como un país donde la gente desaparece, y después aparece asesinada, sino como una nación donde a nadie le interesa prevenir y castigar la violencia contra la mujer. En un contexto de violencia e impunidad extrema como la que se vive en el estado de Veracruz, Daphne merece una atención especial.
Y lo merece no porque se trate del único caso de violación sino porque ya se convirtió en un emblema de violencia de género.
Después de las “muertas de Juárez”, Daphne está a punto de pasar a ser la otra bandera que tomarán las ONG para exigir justicia y denunciar la omisión, desinterés o menosprecio del gobierno mexicano hacia los derechos de la mujer.
Otra vez estamos ante una seria falta de reflejos. Ojalá y Duarte pagara, él solo, por encabezar una administración corrupta e inepta.
Sin embargo, se está ante uno de esos casos que puede ser fácilmente utilizado para llevarlo ante la Organización de las Naciones Unidas y exhibir a México como una nación que permite la violación de niñas sin que haya castigo para los agresores.
No sería improbable ver a Daphne convertida en tema de película como Soraya, la joven iraní, enterrada hasta la cintura y luego dilapidada, acusada de adulterio y cuya historia sirvió a las potencias para mostrar Irán como un país salvaje y poco confiable en el que no valía la pena invertir.
Daphne debería verse como una oportunidad para demostrar que México es un país plenamente comprometido con los derechos de la mujer y que, en consecuencia, aquí no hay ni habrá tolerancia para violadores o sociópatas por más juniors que sean.
Empero, la falta de penalidad contra cuatro jóvenes adinerados, egresados de colegios católicos de Veracruz, con padres que tienen parentesco y amistad con funcionarios de la Fiscalía General del Estado y la Judicatura, comienza a dañar los logros que la administración federal ha logrado en materia de equidad de género.
Si el multidelito cometido contra Daphne queda impune, quien pagará las consecuencias será, guste o no, el gobierno federal. El discurso y el compromiso oficial en materia de igualdad de género quedará sin credibilidad y las mujeres mexicanas nos sentiremos ultrajadas.
Beatriz Pagés @PagesBeatriz