El día de ayer Eréndira Cruzvillegas Fuentes, comisionada de atención a derechos humanos del gobierno de Oaxaca,  fue designada como titular de la Fiscalía Especializada de Búsqueda de Personas Desaparecidas de la Procuraduría General de la República.

Esta noticia ha caído mal en un sector de las organizaciones de la sociedad civil porque consideran que Eréndira se ha cambiado de bando o se ha incorporado al gobierno cuestionado de Enrique Peña Nieto. Este tipo de posturas las asumía yo también hace varios años. Reconozco que lo que pensaba era una equivocación. Como bien señala Joseph Ernest Renan “el medio de no cambiar es no pensar”.

Creía que quien estaba en las organizaciones de la sociedad civil debía mantenerse en esa calidad para generar un contrapeso al gobierno. Hoy creo que es legítimo que existan activistas de derechos humanos que opten por esa vía, pero acepto también que desde dentro del gobierno es posible ayudar a hacer un cambio significativo.

Eréndira Cruzvillegas me parece una mujer congruente, inteligente y trabajadora. Es una persona de causas, jamás de búsqueda de cargos públicos para hacer política. El cargo que se le ha conferido corresponde directamente con su perfil profesional, con su mapa de vida al servicio del interés público.

Conocí a Eréndira hace ya varios años cuando era directora de CENCOS donde tuvo la amabilidad de invitarme a participar en las sesiones de retroalimentación para analizar fortalezas y debilidades de esa emblemática asociación. Desde ese entonces he seguido de cerca su trayectoria.

Cómo no recordar, por ejemplo, que casi pierde la vida en un ataque a su auto precisamente en Oaxaca haciendo lo que ha sido su vida, la defensa de los derechos humanos, especialmente de las personas más vulnerables. Ese hecho no la paralizó, sino, al contrario, le imprimió más carácter para seguir con más interés por esa ruta. Es por ello que tengo una inmejorable impresión de Eréndira.

Hace unos días platicaba con el padre Alejandro Solalinde  y salió a la conversación el trabajo de Eréndira. Los dos coincidimos en las  grandes prendas profesionales y el verdadero compromiso social de ella. El padre Solalinde ha tenido la oportunidad de tratar con ella directamente precisamente por estar en Oaxaca el espacio central donde da ayuda y cobijo a migrantes. Sobra decir que el padre Solalinde no tiene necesidad alguna de quedar bien con Eréndira ni mucho menos. Me alegró saber que un personaje como lo es el padre Solalinde rubricara mi percepción sobre Eréndira.

Me queda claro que Eréndira llega a esa posición por su perfil exclusivamente sin que esté conectada con grupo político alguno cercano a Peña Nieto. Con ese nuevo encargo, Eréndira, empero, se ha sacado la rifa del tigre. Es difícil, poco menos que imposible que resuelva el problema de fondo, que se ha acumulado por muchos años sin atender o mal atendido. No hay que esperar milagros. Estoy convencido, sin embargo, que  hará mucho más que si se hubiera nombrado a un político o a un burócrata en ese cargo por dos razones: a) Porque conoce como pocas personas el tema y b) Por su compromiso personal de atender ese flagelo social.

Es de esperar que en la PGR se le den todas las facilidades para cumplir, en la medida de lo humanamente posible, esa difícil tarea. Las organizaciones de la sociedad civil deberían tener altura de miras y sumarse para construir con Eréndira un proyecto y método para deshacer lo mal hecho y sustituir la política pública (si es que tal cosa existe) para que se empiecen por el método de aproximaciones sucesivas a generar resultados. Le deseo lo mejor a Eréndira no por ella, sino por los familiares de miles de personas desaparecidas a lo largo y a lo ancho del país.

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