Una de las fórmulas de encontrar la felicidad es por la evasión en psiquiatría; es decir, olvidar o adormecer aquellas partes de la realidad que hacen sufrir, llorar o dan coraje. Es, por esa razón, que la ignorancia paradójicamente se vuelve en requisito de la felicidad. Y aquí hay que señalar que la realidad objetiva no es lo mismo que la realidad percibida. Al final la realidad percibida es la más importante para moldear los sentimientos, las decisiones y las conductas de las personas.
Cabe subrayar que la psiquiatría no defiende la ignorancia; sino la explica en forma tangencial al hace un diagnóstico de un trastorno mental. Tampoco se puede afirmar que el conocimiento trae consigo tristeza y lleve a cualquier forma de depresión. En modo alguno, el conocimiento sabe para saber dónde se encuentra uno en relación con sus semejantes como si hiciera un primer diagnóstico de sí mismo para pasar después a la fase de tratamiento, por decirlo de alguna forma.
El Estado tiene por mandato constitucional otorgar educación obligatoria a los habitantes del país. Y lo hace de mejor o peor manera porque hay la convicción, al menos formal, de que el conocimiento es una herramienta para vivir con mejor calidad de vida. Hay un texto de Gabriel Zaid interesante titulado precisamente “Saber para Subir”. La historia reciente de México demuestra la batalla entre aquellos que consideran que debe educarse y otros que sostienen exactamente lo contrario.
En un estudio sobre la evolución histórica en México del binomio política y “seguridad nacional” llamaron mi atención unas tarjetas confidenciales de las áreas de investigación política de la Secretaría de Gobernación, encontradas en el Archivo General de la Nación, en la Ciudad de México. Hoy sería un escándalo censurar la compra de libros para educar y capacitar a servidores públicos de cualquier área del gobierno. Pero no siempre fue así. Hace décadas y de acuerdo con las fichas secretas, se desató toda una pesquisa política cuando se sospechó que alguien había cometido la “falta” de adquirir libros jurídicos para la biblioteca de Gobernación.
Resulta que el jefe del Departamento Consultivo y de Justicia de Gobernación, Salvador Cardona, le dirigió un memorándum muy molesto al subsecretario de Gobernación: “Me permito sugerir a usted la conveniencia de girar instrucciones al c. jefe del Departamento Confidencial para que mande practicar una investigación respecto a la inversión de la cantidad de 4 mil pesos que se dice se ha llevado a cabo para la compra de obras modernas de derecho intentando destinarlas a la biblioteca de esta Secretaría” (sic). Firma. 28 de agosto de 1934.
Raudo y veloz, el Departamento Confidencial tardó sólo tres días en investigar este “lamentable” caso. El peligro de atentar contra la integridad de la ignorancia no admitía mayor demora. En un reporte confidencial el agente especial “X-176” se dirigió al subsecretario de Gobernación, con alivio: “Tengo el honor de informar a usted, como resultado de la comisión respecto de la inversión de la cantidad de 4 mil pesos que se dice se llevó a cabo para la compra de obras modernas destinadas a la biblioteca de esta Secretaría, que según informes obtenidos en las principales librerías de esta ciudad así como en la casa Andrés Botas, que es el editor de varias obras de derecho, que no ha llevado a efecto ninguna venta de libros para la Secretaría de Gobernación desde hace dos o tres años. Asimismo, el Departamento Administrativo me informó que no había habido ninguna erogación en este año ni en el pasado por ese concepto, teniendo registrada únicamente el 28 de julio próximo pasado una partida por mil 600 pesos para la compra de documentos para la historia de la independencia” (sic).
La ignorancia había sido protegida una vez más. El agente X-176 había resuelto un grave caso, que pudo poner en riesgo de aprender a algunos funcionarios de la Secretaría de Gobernación.
Hoy en día esos casos tan burdos no se ven con frecuencia; antes bien, se ha podido lograr una doble moral y un doble discurso: el que se habla en privado y el que se pronuncia en público. La calidad de la educación sigue siendo una asimetría de acuerdo a datos de la OCDE. De 39 países, el gasto en educación de México lo coloca en el lugar 19, pero los resultados obtenidos con ese nivel de presupuesto son muy pobres: en nivel de lectura, México se ubica en el lugar 37 de 39. Lo mismo pasa exactamente en matemáticas y en ciencia. (https://data.oecd.org/pisa/science-performance-pisa.htm#indicator-chart) La lógica aconseja que hay que hacer cambios de tal suerte que al menos haya un punto de equilibrio entre lo que se gasta y lo que se obtiene.
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