Al día 16 de diciembre del desastroso año en curso a las 19:00 horas, al interior del Salón Tesorería ubicado en Palacio Nacional, el director de epidemiología de la Secretaría de Salud, José Luis Alomia, actualizó en conferencia de prensa los datos oficiales respecto al Covid-19 en México, los cuales quedaron de la siguiente manera:

Casos confirmados: 1, 277, 499

Casos sospechosos sin muestra: 212, 320

Casos negativos: 1, 595, 851

Fallecimientos: 115, 769

Asimismo, explicó que mientras la pandemia se vaya desarrollando en temporada invernal la probabilidad de incremento en el número de casos positivos inevitablemente aumentará, por lo que la cantidad de personas con síntomas respiratorios moderados y graves acrecentarán los porcentajes de enfermos por este virus.

En cuanto al tan criticado titular de la Subsecretaría de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell, sobresalió su discurso respecto a la corresponsabilidad que la sociedad mexicana tiene para con los médicos y las enfermeras que han arriesgado su vida en el combate a la pandemia, con el propósito de disminuir el número de contagiados y fallecidos. El personal de salud dijo; ya está exhausto en este punto de la emergencia sanitaria.

Y vaya que el motivo de sus palabras no es en absoluto desmesurado, ya que en pleno repunte de contagios miles de personas se han dado cita en el Centro Histórico de la CDMX para adquirir los típicos regalos de estas fechas decembrinas.

Tal parece que mucha gente se empeña en no visualizar la gravedad de la emergencia sanitaria que estamos viviendo en estos momentos. Ya no hay pretextos que valgan respecto a la ausencia de información actualmente. Es entendible que aún haya personas que no cuenten con acceso a internet por falta de capital o de infraestructura, como aquellas dedicadas al sector agropecuario, por ejemplo, pero estamos hablando de un porcentaje mínimo respecto al total de población, por lo que para una inmensa mayoría se encuentran disponibles otros medios de comunicación como la televisión, el periódico o la radio que, a pesar del apogeo de la web, se han resistido a desaparecer.

Dicho lo anterior, pienso que pese a estar en el pleno apogeo de la sociedad de la información, más bien nos encontramos ante una generación que le conviene negar lo evidente, y que también no quiere aceptar responsabilidades, ni las propias consecuencias de sus malas decisiones.

Y si a esto le agregamos las fake news y los discursos difamadores que se reproducen con intereses ajenos al bienestar de la mayoría, la cosa se pone aún más gris. Tal y como la senadora del Partido Acción Nacional (PAN), Lilly Téllez, de manera vergonzosa se ha encargado de repetir en diferentes ocasiones al grado de “¡Exigir cárcel!” para López-Gatell por un supuesto mal manejo de la pandemia. En sus propias palabras: “por las acciones, omisiones y negligencias en la atención y el manejo de la pandemia”.

¿Entonces qué es lo que quiere la senadora?: ¿Qué se impongan toques de queda obligatorios?, ¿Qué se sancionen a las personas que viven de la economía informal por salir a vender sus productos?, ¿Que se haga uso del monopolio legítimo de la fuerza contra todo aquel que no acate las indicaciones? Supongo que sí, para después como toda buena opositora condenar tanto al subsecretario como al presidente por haber reprimido a todos aquellos que hacían uso de su derecho al “libre tránsito” y otros argumentos absurdos por el estilo.

Tal parece que mantener la sana distancia de 1.5 metros entre cada persona, lavarse las manos con agua y jabón durante más de 30 segundos y usar cubrebocas y gel antibacterial son tareas tremendamente difíciles de llevar a cabo por miles de mexicanos que ante la tempestad no se hincan, ni se hincarán, aunque les cueste la vida de por medio. Digo, si personalidades internacionales como el expresidente de los Estados Unidos, Donald Trump, en algún momento llegó a sostener con absoluta seguridad que la Covid-19 era una especie de “virus chino” que no tenía posibilidad de propagarse, ¿Qué habría de esperarse con aquellas personas comunes y corrientes que forjan sus creencias e idiosincrasia con la paupérrima y muchas veces tergiversada información que ofrecen los medios de comunicación convencionales de hoy en día? Es así como se otorga el pretexto perfecto para no obedecer y desacreditar a quienes son los especialistas en la materia, culpándolos de infortunios que se pudieron haber evitado si por una vez en la vida se hubiera tomado conciencia de la importancia que tiene el acatar las reglas.

Gracias por su lectura.

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*El autor es licenciado en Sociología por parte de la Universidad Autónoma Metropolitana y actual estudiante de la Maestría en Estudios Políticos y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México