En la infortunada ?entrevista?, auspiciada por el Fondo de Cultura Económica, que seis periodistas hicieran a Peña Nieto hace un par de semanas, aparte de lo desangelado del encuentro, destacó una visión insistente del habitante de Los Pinos, que la corrupción es un asunto cultural casi humano: ?La corrupción es un tema casi humano que ha estado en la historia de la humanidad?.

En la comida del mismo personaje el lunes pasado en honor de los 300 ?líderes? más influyentes en México, insistió en que la corrupción es un tema de orden cultural. Afinando la visión ya sin vacilar y repartiendo la ?culpa? o responsabilidad entre la humanidad y no asumiendo lo que concierne al historial y la práctica de este fenómeno agravado durante el siglo XX y más vigente que nunca en México. Y que va desde el crudo robo al erario hasta la utilización de las instituciones de manera distorsionada y selectiva para aplicar la ley o asignar contratos, o que se manifiesta en la imposición de leyes trascendentales sin consulta a la sociedad; entre otras prácticas cotidianas.

Al hacer una interpretación ?casi? humana de la corrupción, Peña evade la responsabilidad que le corresponde como encargado del ejecutivo del país y evade el historial y la experiencia presente del fenómeno. Y este es el punto que le ha reprochado la prensa tanto internacional (que supuestamente tiene encantada con las llamadas reformas) como nacional, que no hallan una intención clara, un programa preciso o propuesta concreta para enfrentar este cáncer que corroe al país. Y en su festivo informe de autoelogios, como en una vuelta al pasado, la cuestión estuvo prácticamente ausente.

Una caricatura de Rafael Barajas, El Fisgón, del pasado 29 de agosto, ubica con muy buen humor la materia y hace específico un tema que ya es general. Como decir, da certificado de paternidad a la fuente moderna de un fenómeno generalizado. ¿Se combatirá alguna  vez?