Al fijarme y analizar a los políticos, siempre me hago las mismas preguntas ¿Cual es la razón de esta persona para haber entrado en la política? ¿Cómo es que llego aquí? ¿Será su pasión? ¿Su interés de luchar en contra de las desigualdades? ¿Será por poder? ¿Será por dinero? ¿Qué es lo que en verdad quiere? En fin, siempre intento descifrar sus intenciones, pero como esto no es posible hacerlo a simple vista, dado a que muchos de ellos fácilmente se les puede otorgar el titulo de ser maestros del engaño, yo ya no me fio tan fácilmente. Como yo no soy poseedor de la verdad absoluta prefiero siempre remontarme a los hechos, a las acciones concretas que han definido su pasado, lo hacen con el presente y nos invitan a que les demos nuestro voto de confianza para que definan nuestro futuro.
Escuchar discursos y palabras elocuentes de los políticos se ha convertido para mí, solamente en un paso transitorio en la búsqueda de conocer su verdadera identidad. ¿Qué es lo que en verdad nos propone? ¿Tiene experiencia que lo respalde? ¿Cómo se maneja en situaciones críticas y de mucha importancia? ¿Ha sido congruente en su vida con lo que tanto predica? ¿Qué tanto actúa conforme a eso? Este es el tipo de preguntas que nos deberíamos de hacer a nosotros y a la gente que conocemos para poder definir nuestro voto con conciencia.
Por el otro lado debido a la pésima fama generalizada de los dirigentes políticos mexicanos, tampoco me fio de rumores y cuentos que se van pasando de persona a persona y nos llegan a nosotros sin una pizca de veracidad. Estoy seguro que en cada partido existen personas ejemplares, pero exactamente ahí es donde está el detalle, actualmente ellos no son los que nos están gobernando.
Llegó la hora de definir nuestro destino para los próximos seis años y como no votar no es opción, el primero de julio cuando estés frente a la urna listo para votar deberás preguntarte que es lo que tenemos enfrente. ¿Políticos por convicción o por poder?