Los análisis sobre el comportamiento de los medios en EUA durante las elecciones presidenciales del 2016 han dejado claro que los medios más grandes y tradicionales presentaron un enorme sesgo político a favor de Hillary Clinton y en contra de Donald Trump. En realidad, no es necesario un análisis sesudo en este tema para concluir que el sesgo político existió. Para los que seguimos esa historia electoral muy de cerca el sesgo era evidente, no necesitaba probarse.
El sesgo político de los medios:
Las noticias y editoriales de esos medios grandes y tradicionales regularmente iban sobrecargados con ese sesgo político. Sus proyecciones por encuestas probabilísticas y por análisis de colegio electoral daban por perdido a Donald Trump desde el principio y por paliza. El mayor absurdo ocurrió en la víspera de las votaciones del 8 de noviembre, cuando los medios daban las siguientes probabilidades de triunfo a los dos candidatos: 98% para Hillary Clinton y 2% para Donald Trump. En lo que a mí respecta, la mayor prueba del sesgo político es que yo acerté cuando afirmé desde las primarias que Donald Trump ganaría las elecciones presidenciales. Esto no fue una corazonada. Fundaba mi proyección midiendo y contrastando una buena cantidad de variables desde que empecé a escribir sobre el tema en las primarias. El lector puede revisar estos artículos en este diario o en mi página de artículos. Y si veo la prueba del sesgo ahí, es porque me parece inverosímil y absurdo que los grandes medios, con todos sus recursos, hayan fallado groseramente en sus proyecciones. Si yo acerté, entonces era posible acertar.
El sesgo político alcanza su pleamar cuando los medios se resisten a difundir la grave y evidente enfermedad de Hillary Clinton y los miles de correos del Partido Demócrata y de John Podesta - coordinador de campaña de Clinton - que publicó Julian Assange durante varias semanas y hasta antes de las votaciones. Por cierto que la omisión de los medios en este campo de los correos llegó a niveles cómicos. A este respecto se me viene a la memoria, por ejemplo, la ocasión en que CNN le dijo a su auditorio algo como lo siguiente: no vean los correos que está publicando Julian Assange porque es delito, son documentos clasificados; nosotros los veremos y luego les decimos de qué se trata todo esto. Confieso que jamás imaginé que un medio se atreviera a declarar cínicamente que su auditorio está compuesto de niños que necesitan el tutelaje de la televisión.
Las filtraciones y la difusión mediática de la narrativa rusa:
Pero sin duda alguna que el aspecto más siniestro de ese sesgo político de los medios fue la sistemática publicación de filtraciones de información confidencial y clasificada del Estado desde que se abre la operación de contrainteligencia del FBI contra Donald Trump a mediados del 2016. En este campo hubo personajes centrales en el tráfico ilegal de información. En el lado de los emisores o filtradores tenemos una buena cantidad de demócratas y excolaboradores de Barack Obama: James Comey, James Baker, Andrew McCabe, James Rybicki, Sally Yates, John Carlin, Peter Strzok, Lisa Page, John Brennan, Adam Schiff, Susan Rice, Samantha Power y Ben Rhodes. Pero habría que incluir en este grupo de demócratas a un republicano que parece haber estado muy activo en las filtraciones a los medios: el senador John McCain. A su vez, en el lado de los receptores y difusores de información destacan: Washington Post, New York Times y CNN. Ya me he referido a ellos en mis anteriores artículos en esta saga "Obamagate".
El recuento completo y detallado de las potenciales o probadas filtraciones de estos personajes nos podría llevar una buena cantidad de artículos. Tal vez tendríamos material suficiente para escribir una enciclopedia de los "soplones" en la política norteamericana. Así que, por ahora, sólo traeré a cuentas algunos de los sucesos de filtración de información más importantes, y aclarando que en mis anteriores artículos ya me referí a algunos de ellos.
Observe el lector el timing de la siguiente filtración, por ejemplo. Se da justo un día antes de las votaciones presidenciales, el 7 de noviembre de 2016. Ese día Heat Street difunde que dos fuentes anónimas conectadas a la Comunidad de Inteligencia - CI en lo sucesivo - han confirmado que el FBI solicitó y obtuvo un permiso de los tribunales FISA para aplicar espionaje contra algunos norteamericanos en la campaña de Donald Trump que colaboran con Rusia. En este caso se están refiriendo al permiso de espionaje que el FBI obtuvo pocos días antes, el 21 de octubre de ese mismo año.
El 9 de diciembre de 2016 el Washington Post y el New York Times publican sendos artículos donde afirman que fuentes anónimas de la CIA habían concluido con "alta confianza" que el gobierno de Rusia había intrusionado con hackers la campaña presidencial de los EUA para ayudar a Donald Trump a ganar las elecciones presidenciales. Ese mismo día, 9 de diciembre, Barack Obama anuncia que ha ordenado a la CI realizar una investigación a fondo sobre la intrusión de los hackers rusos en la elección presidencial, poniendo como fecha límite de entrega de resultados el último día de su gobierno. A partir de ahí todos los medios afines al Partido Demócrata toman la revelación, le añaden algo más de su cosecha de imaginación, y la difunden hasta fabricar una "verdad": 17 agencias de inteligencia - las que conforman la CI del gobierno - afirman que Donald Trump ganó las elecciones gracias a la ayuda de los hackers rusos.
Pero había varios problemas con esta filtración. De entrada, jamás presentaron evidencia documental sobre la presunta intrusión rusa en el proceso electoral, y sólo ofrecía una afirmación probable de la fuente institucional: CIA. Lo cierto es que la evaluación secreta de la CIA que se filtró solo se basaba en una apuesta de "alta confianza" en torno a un hackeo ruso contra John Podesta y los dos partidos principales: Demócrata y Republicano. Pero contra lo que afirmaba esa evaluación secreta aparecieron dos testimonios como respuesta. El Partido Republicano declaró que jamás había sido intrusionado por hackers rusos. Por su lado, Julian Assange, quien goza de una infalible veracidad, volvió a declarar que sus fuentes no eran "gobiernos extranjeros". Pero lo más importante que pasaron por alto los medios en esta ocasión fue lo siguiente: los procesos electorales en EUA no pueden ser intrusionados por hackers externos en virtud de que se gestiona en intranet. Y por cierto que, nueve días después, el 18 de diciembre de 2016, el representante republicano Peter King acusó al exDirector de la CIA, John Brennan, de ser el autor de esas filtraciones al Washington Post y el New York Times, y que a la postre dieron lugar a una de las más grandiosas de las Fake News en toda esta historia.
Observe otra vez el lector el timing de las siguientes dos filtraciones. El 11 de enero de 2017 The Guardian anuncia que se enteró por fuente anónima que el FBI había obtenido en octubre un permiso de los tribunales FISA para ejercer espionaje contra cuatro miembros del equipo de Donald Trump que presuntamente eran espías rusos. El 19 de enero de 2017, precisamente el día en que Donald Trump tomaría posesión como presidente, el New York Times anuncia en primera plana que el FBI, la NSA, la CIA y la Unidad de Delitos Financieros del Departamento del Tesoro, siguen investigando la presunta colusión rusa. Añaden que los informes de inteligencia están "basados en algunas de las comunicaciones interceptadas" entre algunos colaboradores de campaña de Donald Trump con conexiones en Rusia.
El 1 de marzo de 2017 el New York Times vuelve a publicar información clasificada en torno a la operación de contrainteligencia del FBI en torno a los presuntos vínculos entre los asociados de Trump y el gobierno ruso. En esta ocasión se refiere a más de media docena de funcionarios actuales y anteriores - heredados por Obama - que estaban compartiendo dicha información bajo la condición del anonimato.
Ya sabemos que el exDirector del FBI, James Comey, admitió haber filtrado los memos de sus conversaciones con Donald Trump al New York Times, y no obstante que dichos documentos son clasificados desde el momento en que se escriben.
El 6 de diciembre de 2017 Donald Trump Jr. compareció ante el Comité de Intel de la House. Durante y después de dicha comparecencia hubo filtraciones a los medios, especialmente a CNN, sobre los contenidos de la misma. Curiosamente, durante la comparecencia el representante demócrata Adam Schiff estuvo entrando y saliendo de la sala misteriosamente, y cuando terminó la misma Schiff corrió a CNN para dar una entrevista sobre ese tema, y con información muy inexacta y distorsionada. Seis días después, el 12 de diciembre, los abogados de Donald Trump Jr. dirigieron un oficio al Comité de Intel requiriendo una investigación en torno a esas filtraciones y apuntando hacia un presunto responsable de las filtraciones: Adam Schiff. El 18 de diciembre de 2017 tres representantes republicanos dirigieron un oficio a los líderes de la mayoría y minoría en la House demandando una investigación a fondo sobre las sistemáticas filtraciones en el Comité de Intel, y señalando de nueva cuenta hacia Adam Schiff. Esa investigación dio inicio al día siguiente y continúa hasta el momento.
Pero hay que decir que no es ninguna novedad este problema de las filtraciones a los medios en el Comité de Intel de la House. Ayer mismo el presidente del Comité, Devin Nunes, declaró que han atrapado a los representantes demócratas del Comité haciendo filtraciones en casi 100 ocasiones. También ayer el presidente Donald Trump calificó a Adam Schiff en Twitter como un "soplón" de los medios. Lo que no sabemos es si Nunes y Trump dicen esto porque el Comité de Intel ya tenga al menos indicios claros sobre el "soplón" o los "soplones" de los medios en el Congreso.
La prueba de la conspiración de los medios: el memo FISA.
Creo que la anterior muestra de filtraciones bastaría para persuadir al lector razonable y sincero de que, al menos por hipótesis, los medios son culpables de conspirar contra el presidente Donald Trump. Los indicios son muy fuertes contra ellos. Podría reforzar esta persuasión ocupándome en enumerar todos los casos de filtraciones a los medios, pero, como dije antes, dicha enumeración completa me podría llevar una buena cantidad de artículos. Entiendo también que, si nos quedamos en este nivel, todo veredicto de culpabilidad estaría fundado solamente en persuasión, puesto que no tendríamos conocimiento objetivo de esa conspiración.
Afortunadamente, desde hace días ya tenemos una prueba de la conspiración de los medios: el Memo FISA. En efecto, ese documento nos dice que el exespía británico Christopher Steele - el principal informante del dossier antiTrump y el FBI - declaró bajo juramento en tribunales británicos que desde finales de septiembre de 2016 entró en contacto con varios medios para que lo ayudaran a difundir la falsa narrativa sobre la colusión rusa. En su declaración Steele se refirió a los siguientes medios: CNN, New Yorker, New York Times, Washington Post, Yahoo News y Mother Jones. Steele también afirmó que tuvo como puentes de contacto con esos medios a Fusion GPS - la empresa que lo contrató como informante - y a Perkins Coie - el despacho de abogados del Partido Demócrata y de la campaña de Hillary Clinton -.
El memo FISA también reveló que el FBI y el DOJ usaron en los tribunales FISA un artículo de Michael Isikoff’s en Yahoo News, con fecha 23 de septiembre de 2016, para darle más vigor persuasivo al dossier Fusión GPS. Ese artículo presuntamente corroboraba las afirmaciones del dossier Fusion GPS. Sin embargo, ocurre que la fuente de información de ese artículo había sido el mismo Christopher Steele.
Otra prueba documental de la conspiración de los medios la encontramos en los intercambios de mensajes de texto entre el agente de contrainteligencia del FBI, Peter Strzok, y la abogada del FBI, Lisa Page. Ahí dan suficientes indicios en torno a que estaban dentro de una operación coordinada con otros funcionarios del FBI - Comey, Rybicki, Baker, McCabe - para filtrar información a algunos medios, como: Político, Wall Street Journal y el Washington Post.
Por el momento, el FBI tiene el beneficio de la duda respecto a si estaba enterado o no de la conspiración de los medios contra Donald Trump. El memo FISA nos dice que el FBI dio por concluida su colaboración con Christopher Steele bajo el pretexto de la aparición de un artículo en Mother Jones el 30 de octubre de 2016, firmado por David Corn, donde se ventilaba la relación de colaboración entre Steele y el FBI. Curiosamente, eso ocurre sólo hasta días después de que el FBI obtuvo el permiso de espionaje contra Carter Page el 21 de octubre del mismo año. Pero, para ser sinceros, me parece inverosímil y absurdo que el FBI no estuviera al tanto de que su informante principal en el caso, Christopher Steele, venía trabajando de manera coordinada con algunos medios desde septiembre de ese año. Con todo, parece que la situación del FBI en este punto se aclarará en los siguientes días porque, como le he dicho en mis anteriores artículos, el Comité Judicial del Senado está preparando la publicación de un memo en torno a ciertas irregularidades en este tema. Y creo que es muy probable que en este segundo documento se aclare si el FBI sabía o no sobre la operación coordinada entre Christopher Steele y algunos medios.
Donald Trump los atrapó conspirando:
Es evidente que a los medios implicados en este asunto no les preocupa el hecho de que el público haya tomado nota de su sesgo político en lo que atañe a su trabajo ordinario. Saben que, en ese nivel, el único castigo que puede gravar sobre ellos es el que viene exclusivamente del mercado. Reacción razonable si recordamos que, para hombres tan acaudalados como Bezos - Washington Post - y Carlos Slim - New York Times -, sus medios no son propiamente un negocio en sí mismos, sino un instrumento de lobby para sus negocios principales.
Es evidente también que, durante algún tiempo, a los dueños de esos medios tampoco les preocupaba en absoluto eso de estar incurriendo en posibles delitos federales por estar publicando información confidencial y clasificada del Estado. Me parece que esa insensibilidad al riesgo se debía a cuatro factores. Primero, estaban completamente convencidos de que lograrían destituir al presidente Donald Trump. Segundo, nunca imaginaron que serían atrapados en la conspiración. Tercero, podían curarse de cualquier sospecha de conspiración arguyendo que las filtraciones eran anónimas y espontáneas. Y cuarto, y como todo magnate en este mundo, se sentían excepcionales y por encima de la ley.
Pero las cosas empezaron a cambiar para esos medios en dos momentos claves, y para mal. El primer momento se da el 4 de marzo de 2017, cuando el presidente Donald Trump dispara tres mensajes demoledores en Twitter que ponen a filtradores y medios en alerta. Primer mensaje de Donald Trump: "¿Es legal que un presidente en funciones esté "tocando el hilo conductor" de una carrera presidencial antes de una elección? Rechazado por el tribunal antes. ¡UN NUEVO BAJO!" Segundo mensaje: "¡Apuesto a que un buen abogado podría hacer un gran caso con el hecho de que el presidente Obama estaba tocando mis teléfonos en octubre, justo antes de las elecciones!" Tercer mensaje: "¿Qué tan bajo ha ido el presidente Obama al manipular mis teléfonos durante el muy sagrado proceso de elección? Esto es Nixon / Watergate. ¡Chico malo o enfermo !"
Uno de los mensajes tácitos en las expresiones de Trump era claro: ya no pasaremos por alto las filtraciones y su publicación. Así pues, creo que eso llevó a los filtradores y a los medios implicados a tomar conciencia del alto riesgo del juego. Y no es sino por eso que, al día siguiente, el 5 de marzo, James Clapper, exDirector Nacional de inteligencia, da una entrevista a Chuck Todd de NBC y niega categóricamente que haya existido alguna espionaje de Donald Trump en la Torre Trump durante y después de las elecciones del 2016. Y es a partir de ese momento que empezamos a ver una disminución en el ritmo y cantidad de filtraciones espectaculares a los medios.
Y el segundo momento, el que pone en estado de alerta total a filtradores y medios implicados, viene con la publicación del Memo FISA, donde queda probada la conspiración de los medios. Y debo suponer que los medios implicados ahora sí están realmente preocupados porque no estamos hablando de un problema menor. Estamos hablando de una operación coordinada para fabricar, lavar, filtrar y difundir información falsa o no corroborada con dos fines alternativos y en serie: evitar el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales, o bien fabricarle una causa criminal o un juicio político para destituirlo en caso de que ganara las elecciones. Pero semejante acto equivale a una conspiración contra los EUA, en tanto hablamos de un presidente que fue elegido según las leyes acordadas por los norteamericanos en su carta fundacional.
La gran ironía de esta historia es la siguiente. Hasta un tiempo atrás, cuando creían tener a Donald Trump en vías de destitución, los medios estaban ocupados en una frenética campaña de difusión de información confidencial y clasificada sin restricción alguna, y donde su justificación principal era salvar a los EUA de la amenaza rusa. Pero ahora, cuando Donald Trump ha desbaratado su conspiración con el memo FISA, los medios afirman que la publicación de ese documento ha puesto en riesgo la seguridad nacional y ha llevado a los EUA al borde de una crisis constitucional. ¿Qué pasa aquí? ¿Acaso no es lo mismo un conspirador ruso que un conspirador yanqui?
En fin, por encima de esas reacciones absurdas, lo cierto es lo que dijo Donald Trump recién en su discurso en Cincinati: "Nunca pensaron que los atraparían. Los atrapamos. Están avergonzados." En efecto, Donald Trump los atrapó conspirando contra los EUA.
Notas de pie:
Enlace a mi primer artículo de la saga "Obamagate": " Obamagate: ¿Van a prisión Barack Obama, Hillary Clinton y otros demócratas?"
Enlace a mi segundo artículo de la saga "Obamagate": " Obamagate: ¿El FBI de Barack Obama conspiró contra Donald Trump?"
Enlace a mi tercer artículo de la saga "Obamagate": "Obamagate: ¿qué hay en el explosivo memo FISA sobre el espionaje de Barack Obama?"
Enlace a mi cuarto artículo de la saga "Obamagate": "Obamagate: los demócratas de Barack Obama en pánico total por el #releaseTheMemo."
Enlace a mi quinto artículo de la saga "Obamagate": "Obamagate: Barack Obama sí realizó espionaje político contra Donald Trump."
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