En definitiva, hay de expresidentes a expresidentes, lo estamos viendo hoy, mientras que Carlos Salinas de Gortari, exmandatario que rarísima vez expresa algo o es noticia, y que tiene el sello de la clase y el estilo fino de lo que debe (o debiera) ser un expresidente de México, ayer casualmente fue noticia, por dictar una conferencia magistral en la mundialmente prestigiosa Universidad de Harvard.
En cambio, al mismo tiempo, Felipe Calderón, de forma esquizofrénica se enredó en un pleito a manera de soliloquio en su cuenta de Twitter con Andrés Manuel López Obrador, lo más lógico sería que AMLO hubiese sido el que gastó varias horas de su día en atacar frenéticamente al presidente del partido MORENA, ya que ni ha sido presidente, y es un precandidato más que claro a la presidencia, pero no fue así, sino al revés.
Los argumentos de Calderón (si es que así se pueden llamar) rayan en lo cómico, llega al paroxismo de comparar a AMLO con el Chapo Guzmán.
Es muy preocupante ya la salud mental y la falta de clase del expresidente, espurio, pero expresidente al fin, ver cómo su obsesión por el poder lo enloquece día con día, ya en abierta campaña por regresar a Los Pinos vía su esposa, lo cual de entrada está prohibido en nuestra Constitución, es más, es piedra angular de la misma la no reelección.
Qué triste es ver lo devaluado de la institución presidencial por culpa de los que han sido los dos jefes de Estado no priistas en nuestra historia de las últimas ocho décadas. Ojalá el presidente Peña Nieto sea un digno expresidente. Ya lo veremos.