Si no lo puedes medir, no lo puedes mejorar.

Y esto que aplica tan, pero tan bien para deportes y deportistas, aplica igual de bien para dimensionar, entender y hacer frente a temas tan relevantes, como la pobreza.

Esta semana se han dado a conocer nuevos datos, con que el hoy tan tristemente célebre Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, mejor conocido como Coneval, mide precisamente eso, el avance de la política de desarrollo social, tomando como referencia la medición de los niveles de pobreza de la población.

Los datos hacen evidente la profunda desigualdad que marca a fuego a nuestro México, con entidades que son potencias económicas y que ven esto reflejado en empleos, que a su vez provocan los menores índices de pobreza del país, en contraste con otras que son evidentes fábricas de pobreza, que cancelan las posibilidades de que su gente tenga verdaderas oportunidades de mejorar sus condiciones de vida.

Para eso sirven los números... Para generar diagnósticos... Con la ventaja de que toca también al Coneval el dar seguimiento a los programas que buscan reducir esa pobreza.

Los nuevos numeritos del Coneval miden la evolución que ha tenido la pobreza en todos los estados del país durante la década reciente...

Nos dicen que mientras Nuevo León, que ya en el 2008 aparecía como el estado con menos habitantes en situación de pobreza, con solo 21.4% del total (compartiendo posición con Baja california Sur), 10 años después mantenía ese primer lugar y todavía se dio el lujo de bajar su registro para dejarlo en un magnífico 14.5 por ciento. 

Es el rigor de los datos; más que evidente que Nuevo León ha sido exitoso tanto en sus políticas de desarrollo económico, como en las de desarrollo social, entre las que figuran las destinadas a combatir la pobreza.

Y bueno... ¡Ay Chiapas!

Hace 10 años Chiapas era el estado con mayor porcentaje de población en situación de pobreza, con un 77% que tendría que haber sido la prioridad para los tres órdenes de gobierno que debieron estar obligados a dar la cara por los mexicanos que vivían en la entidad más pobre del país.

Y no fue así... En lo que tendría que ser motivo de vergüenza para todos los funcionarios involucrados, una década después, al cierre del 2018, Chiapas no solo seguía siendo el estado con mayor porcentaje de mexicanos en situación de pobreza, sino que, y esto es lo más terrible, el porcentaje solo mejoró en seis infames décimas de punto, quedando en un muy triste 76.4 por ciento.

Qué decir ante una realidad que grita que los chiapanecos tienen los ingresos más bajos de todo el país...

¿Qué carajos pasó? ¿Qué hizo y qué dejó de hacer la manada de incompetentes (y muy posiblemente corruptos) que gobernó y “trabajó” en los gobiernos de Chiapas en la década pasada?

¿Qué carajos pasó y permitió que 52% de los chiapanecos estén en situación de rezago educativo, lo que ubica a Chiapas como la peor entidad a este respecto, y que la informalidad represente 77.8% de la actividad productiva del estado, desastre solo superado por el de Guerrero, donde este indicador se eleva hasta 78.7 por ciento?

Los números permiten dimensionar esta realidad...

Pero además de medir la evolución de la pobreza, el Coneval mide el desempeño de los programas con que los gobiernos enfrentan esta realidad.

Y claro, no suena lógico que sea el mismo gobierno o los organismos que llevan estos programas los que también se encarguen de medir su evolución.

Eso ni sería serio, ni daría los elementos necesarios para actuar con eficiencia y oportunidad determinando desviaciones y haciendo los ajustes para corregirlas.

Y podemos tomar como ejemplo el trabajo hecho por Coneval en materia de vivienda, donde a finales del año pasado presentó un estudio que dimensiona el rezago habitacional, situándolo en 14 millones de unidades y, lo que quizá sea más importante, desmenuzando ese dato duro del rezago para determinar causas, ubicaciones y calidad y eficacia de los programas dirigidos a la atención de los segmentos de menores ingresos.

La medición es de por sí valiosa... Lo es mucho más en la medida que genera elementos que permiten encontrar los nichos de oportunidad que hagan posible atender mejor y más rápido los retos específicos inherentes a la pobreza.

Se trata de medir  los diferentes factores que definen la pobreza, para a partir de esos datos perfeccionar los elementos que permitan cambiar no las cifras, sino la realidad que padecen millones de mexicanos.

Concluyendo: no, no me parece una buena idea cuestionar la razón de ser de organismos como el Coneval, y menos implementar campañas para desprestigiarlos teniendo en mira hacerlos desaparecer.

Horacio Urbano es presidente fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas inmobiliarios y urbanos

Correo electrónico: hurbano@centrourbano.com

Twitter: @horacio_urbano