Las concertacesiones ya no son como antes. En el sano juego de las conjeturas, cobró visos de verosimilitud la versión de un presunto pacto entre el PRI y el PAN, por el cual el tricolor conservaría la gubernatura de Nuevo León y los panistas se mantendrían en el poder en Sonora. Sin embargo, parece que ese acuerdo se está derrumbando, ante la creciente posibilidad de un desenlace contrario a los objetivos buscados, es decir, se perfila un escenario donde el PRI ganaría en Sonora y el gobierno de Nuevo León se le escaparía al PRI para quedar en manos de un invitado inesperado: Jaime Rodríguez El Bronco.
De acuerdo con dicha versión, el PAN haría los arreglos necesarios para que su abanderado en Nuevo León fuera un personaje de bajo perfil, sin el empaque necesario para competir por la gubernatura; en este marco, bajaron de la candidatura a la alcaldesa de Monterrey, Margarita Arellanes, quien había concitado el apoyo del panismo local, además de ser poseedora de un especial carisma. En una acción que dividió al panismo local, Madero operó desde el centro para proyectar la candidatura de Felipe de Jesús Cantú, también ex alcalde regiomontano pero que despierta escaso entusiasmo entre los electores y la poderosa clase empresarial de Nuevo León.
La mesa estaba puesta para el PRI. Sin embargo, la candidatura de Ivonne Álvarez, arropada por el gobernador Medina, no ha crecido lo suficiente y hasta la fecha no prende entre el electorado, mientras que los empresarios no terminan por convencerse de la viabilidad de un gobierno encabezado por la abanderada priista. Pero el factor que ha desbaratado el tablero electoral en Nuevo León es el fenómeno Bronco. La candidatura independiente del Bronco ha puesto a temblar a la clase política panista y priista en el estado, porque está creciendo de forma exponencial en el ánimo de los electores neoloneses, lo que diversas encuestas registran ya como una tendencia casi imparable que lo haría ganar la gubernatura. Para muestra un botón: hace dos semanas, un acto masivo donde trabajadores del sector salud harían patente su respaldo a la candidata del PRI, tuvo que ser súbitamente cancelado porque al aparecer en las pantallas la imagen de Ivonne Álvarez llegando al auditorio, los asistentes estallaron en un grito de ¡Bronco, Bronco, Bronco!
A este escenario adverso para el PRI en Nuevo León, se suma la revelación de presuntos actos de corrupción e impunidad del padre del gobernador, lo que ha fortalecido el rechazo ciudadano al PRI y a los partidos políticos en general.
La corrupción se está convirtiendo un factor que puede descomponer el escenario electoral, como está ocurriendo también en Sonora. En la lógica de la concertacesión, el gobierno federal y el PRI nacional operarían para minar las posibilidades de triunfo de la candidata del PRI Claudia Pavlovich; en ese contexto se entenderían las filtraciones de llamadas telefónicas, facturas y fotos de Pavlovich que revelan indicios de tráfico de influencias y corrupción de la candidata priista. Además, el gobierno federal y el PRI impulsarían con singular alegría el cumplimiento de este pacto, porque con ello asestarían un duro golpe al patrocinador de la candidatura de Claudia Pavlovich: Manlio Fabio Beltrones.
La preocupación que genera en el gobierno federal el próximo desempleo de Manlio, ha impedido que Peña Nieto tome la decisión que espera con creciente impaciencia la clase política priista: ¿A dónde se irá el poderoso político sonorense, a Gobernación, a la SEP, al PRI, al exilio?
Desde luego, en el gobierno federal y en la cúpula del PRI saben que el lugar donde más peligro generaría Manlio Fabio Beltrones es en el ocio. Peor aún, si es un ocio precedido de una triunfal operación electoral, con la medalla de arrebatarle la gubernatura de Sonora al PAN, situación que pavimentaría el camino al coordinador de los diputados del PRI para hacer realidad sus objetivos táctico-estratégicos. En esta tesitura, la presunta concertacesión tendría el doble efecto benéfico de mantener el gobierno de Nuevo León para el PRI y debilitar a Manlio en sus públicas aspiraciones de convertirse en el líder del PRI que operaría la sucesión presidencial de Peña Nieto.
Por eso decimos que las concertacesiones ya no se hacen como antes. Ahora son muchas las variables sobre las que no hay control. Manlio y Pavlovich reaccionaron con una consistente embestida contra el gobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés, y contra el candidato panista, Javier Gándara. El tema no podía ser otro que acusaciones de corrupción, tráfico de influencias y conflicto de intereses, en un lance que mostró el considerable arsenal con que cuenta el grupo de Manlio Fabio Beltrones. En la dinámica de acusarse mutuamente de corruptos, está ganando la candidata de Manlio y esa situación tendría sumamente enojados al PAN, a la cúpula del PRI y al gobierno federal.
En Nuevo León queda el expediente de la elección de Estado para bajar al Bronco, en una operación en la que PAN y PRD están cooperando ya ante el gran riesgo que significa para la partidocracia el que un candidato independiente gane una gubernatura como la de ese estado norteño. Tendrían que operar con sumo cuidado, porque cualquier error podría incendiar el estado y catapultar al Bronco, o a otro personaje similar, rumbo a una fuerte candidatura presidencial independiente en 2018.
En Sonora queda el expediente de desatar una tormenta de amenazas sobre Manlio y Pavlovich, en combinación con un fuerte apoyo del gobierno del estado y el federal al candidato del PAN, con el objeto de aplastar a la candidata Claudia Pavlovich. Sobra decir que una operación de tal magnitud implica serios riesgos para la estabilidad política sonorense y nacional.
Cierta o no la versión de la concertacesión antes descrita, lo cierto es que en Nuevo León y Sonora se juegan importantes fichas de cara a la recomposición de los equilibrios políticos de la segunda mitad del sexenio de Peña Nieto. La posibilidad de reconstruir una base mínima de estabilidad y consensos para recuperar la iniciativa política perdida, implica que el gobierno federal lleve a cabo un tejido fino en esos estados del norte de México.