Desde Washington informa Loret de Mola
Que sí, que no; que estamos a días o a horas; que si la soberanía o que al rato quién sabe qué pase con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Desde Washington en su columna de El Universal, Carlos Loret de Mola dice que “quieren anunciar hoy el TLC 2.0”. Si anda en aquella ciudad tan importante periodista de Televisa se debe a que algo hay. O algo habrá.
Desafortunadamente, la firma de ese tratado, más que ser la meta de una buena negociación se está convirtiendo en una presea para un grupo de jugadores que no necesariamente están viendo por el bien de las tres naciones, sino por el de intereses propios (entiéndase el de sus carreras políticas).
Se firma según…
√ Si fuera por Trump, seguro lo firmaríamos el día que los restos de su archi recontra enemigo, John McCain, fueran honrados en el Capitolio, para —con la noticia del tratado firmado— acallar el reconocimiento al último gran héroe americano.Trump no puede soportar la figura de McCain aun muerto, enseñándole lo que es la honradez, la lealtad y la ética por la patria.
√ Si fuera por Videgaray, lo firmaría solamente él con Trump, para restregarnos su amistad con el magnate, y dejar fuera de la firma tanto a EPN como a AMLO. Buscaría que las cabezas de los diarios dijeran que sólo por él se pudo firmar el acuerdo. Lo cual, al momento de leer la redacción del TLC, nos demostraría que sería 110% a favor de Trump (ojo, ni siquiera a favor de nuestros vecinos del norte, sólo de Trump).
√ En el caso de Jesús Seade, al estar cómo observador por parte de AMLO, él trataría de que lo que pide el presidente electo pueda ser llevado a cabo.
√ Para Guajardo, aún secretario de Economía, su meta sería firmar el tratado cuidando los intereses de México, de sus productores y también incluyendo las observaciones del presidente electo. Tal vez sólo él y Seade estén buscando con la firma del tratado lo mejor para nuestra patria. Es cierto que ambos tienen el tiempo en contra y lo saben, pero también están conscientes (o queremos creer) que buscarán el interés de México ante todo.
√ Para Ebrard, el chiste es que él aparezca en la foto. Al igual que Videgaray, buscará que parezca que, gracias a él y de nadie más, la firma del TLCAN es posible. Con ello venderle a AMLO la noción de que su mejor apuesta es haberlo puesto a él como próximo canciller.
En el caso de Ebrard y de Videgaray, el tiempo juega un factor muy importante: deben de demostrar su valía y, para ello, el tratado se debería firmar antes de que el Congreso norteamericano pueda cambiar su composición.
¿Carreritas o maratón?
La próxima firma del TLC se puede ver como símil de un maratón, tipo el de la CDMX.
No son carreritas, ni correr los primeros cien metros en tiempo récord. Se trata de conocer los tiempos de los corredores, saber en qué momento guardar energía, encarar las subidas, utilizar a los otros corredores para disminuir las “resistencias” y el momento preciso para hacer un sprint y llegar a la meta.
El maratón, como el tratado, debería ser igual para todos los corredores o negociantes, obviamente todos quieren ganar y sacar la medalla. Sin embargo, al igual que en el maratón, no todos los participantes tienen la misma condición física/económica y en base a ello, deben saber cómo poder llegar a la meta y que la faena no signifique quedar hechos mierda.
El problema para los jugadores —perdón— participantes de este acuerdo, es que además de querer llegar en primer lugar, en el interim están tratando de desacreditar a los demás participantes. Están intentando ponerles zancadillas a los demás y, con ello, lucir.
Los que más “brillan” en esa situación son Marcelo Ebrard y Videgaray. No representan la economía del país, pero desde su posición de próximo y aún en funciones cancilleres de nuestra nación, buscan ser ellos los que se lleven las palmas.
Marcelo no puede permitir que nadie brille más que él; sabe que lo mismo que hizo con Vasconcelos (bajarle el puesto), alguien más podría venir a hacérselo a él. Videgaray, tratando de quedar bien con Trump, sabe que tiene el tiempo encima, tanto en su posición de canciller como por el Congreso americano.
Los dos saben que entre ellos no pueden hacerse daño, pero sus celos están dándole (o tratando de dar) al traste a lo alcanzado por Guajardo y Seade. Los que en realidad están llevando la negociación de forma callada y a mejor puerto. Tanto Videgaray como Ebrard, están haciendo ver que juegan el primero con Guajardo y el segundo con Seade, pero aparentando que son ellos (Luis y Marcelo) quienes dictan los cánones de las negociaciones.
La verdad es que sus respectivos jefes ya se dieron cuenta que quienes están realizando el trabajo.
Quienes ganarán esta partida serán éstos últimos, porque van más allá del puesto y con ello, no será una cuestión de que gane el equipo de EPN o de AMLO, sino el país. Así y solo así, seguramente la medalla no será EPN-Videgaray o AMLO-Ebrard, y podrá ser algo más divertido como Guajardo-AMLO.
En una de esas, Ebrard tendrá que probar una sopa de su propio chocolate: perder su puesto y ver cómo alguien más se queda con este. Quizá, después de todo, Andrés Manuel opte por la prudencia de Guajardo o Seade y permita que uno de ellos sea el próximo canciller. Si eso sucede, le deseamos al Carnal Marcelo (Tintán dixit) lo mejor en la embajada en París.