Se tardó el gobierno de la Ciudad de México, pero al final del camino, tomó una buena decisión, abrir carriles exclusivos para bicicletas en Avenida de los Insurgentes, una de las vialidades más importantes de la capital del país.
Se tardó, porque esta medida se debió haber tomado desde el inicio del periodo de distanciamiento social, como parte de un potente programa de movilidad alternativa, que permitiera que como medida sanitaria y aprovechando el menor número de automóviles en circulación, las calles fueran tomadas por personas y bicicletas.
Pero el caso es que Insurgentes tiene carril para bicicletas... Y ese pequeño paso para la movilidad, puede ser un enorme salto para las políticas urbanas, en la medida en que este ejemplo sea retomado por otras ciudades del país y sea además la base de una revisión a fondo de lo que han sido los paradigmas que han definido hasta ahora la forma de planear, regular, invertir, gestionar y vivir en las ciudades.
Y es que la pandemia será detonador y acelerador de muchos cambios... Algunos de ellos muy positivos, que desde hace tiempo formaban ya parte de las utopías urbanas, pero que por diversas razones se habían quedado rezagados, superados siempre por los temas de coyuntura, la politización y los tiempos políticos.
Porque es evidente que hay temas que deben ser absoluta prioridad para las ciudades del mundo... Es más, en muchas de ellas lo son desde hace tiempo, y eso provoca que en comparación, las ciudades mexicanas luzcan absurdamente obsoletas.
Urge actualizar la visión urbana que permita que nuestras ciudades mejoren radicalmente en temas como transporte y espacio público, movilidad, protección al medio ambiente e inclusión...
Y esta urgencia implica, claro, reconocer temas como los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y ubicarlos en estrategias, programas y leyes, pero esto, más allá de la visión de quién esté al frente del gobierno, exige la capacidad de alcanzar acuerdos y privilegiar estos temas por encima de otros que pudiera parecer que ofrecen mejor rentabilidad política.
Hasta hace unos meses, ¿quién hubiera puesto el tema de un carril para bicicletas o la ampliación de banquetas por encima del análisis de una regulación para taxistas, vendedores ambulantes o marchas?
Pero ahora la pandemia ha puesto en su lugar el orden de las prioridades...
Y vimos ya que Insurgentes tiene un carril para bicicletas y qué hay policías para vigilar que los automovilistas lo respeten.
Habrá que ver qué clase de regulación implementan para contener las aglomeraciones en las horas pico del transporte público, que van a hacer con los horarios de escuelas y oficinas y cómo reducirán los millones de horas que la gente gasta en trasladarse de un lado a otro cruzando la ciudad.
¿Qué van a hacer para que toda la gente tenga posibilidad de comprar o rentar una vivienda?
¿Qué van a hacer para reactivar actividades productivas que, como la construcción, han frenado por no saber regular o por no haber tenido capacidad de aplicar la regulación vigente?
Es un reto enorme salirse de la ensalada de paradigmas, para privilegiar lo que en verdad se necesita, modelando para ello un verdadero proyecto de ciudad, que ponga en línea las diferentes agendas relacionadas en la transversalidad e integralidad de una verdadera agenda urbana.
El hecho es que todas las ciudades del mundo tendrán que tomar lecciones de esta crisis y usarlas para acelerar procesos de transformación que idealmente tendrían que tomar como base la Nueva Agenda Urbana y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
Y el hecho también, es que desde ya, los gobiernos urbanos tendrán que hacer profundos ejercicios de coordinación metropolitana para atender en forma inmediata temas relacionados con la gradual reactivación de todo tipo de actividades, al mismo tiempo que se mantiene la distancia social.
¿Cómo van a operar los restaurantes? Porque permitirles abrir al mismo tiempo que por aquello de la distancia social se reduce su número de mesas es condenarlos a una muerte lenta.
¿Será que al menos por los meses siguientes los gobiernos locales apuesten por peatonalizar calles completas o partes de las mismas para destinar superficie recuperada a bicicletas o usos comerciales, como pueden ser cafés, bares y restaurantes?
¿Será que veremos espacios públicos ocupados con mesas?
El distanciamiento social no llegó para quedarse... No... No al menos a un nivel como el que hemos vivido, que ha cancelado gran parte de la dinámica social que caracteriza la vida urbana.
Las ciudades tendrán que regresar a una normalidad... O acaso una nueva normalidad que reconozca la realidad de esta emergencia sanitaria... Pero normalidad al fin, en que la gente salga a trabajar, a la escuela, a bares, restaurantes, cines, supermercados, museos o centros comerciales.
La vida no se puede contener encerrada en la seguridad de cuatro paredes... El enorme reto para los gobiernos es reconocer esta realidad y darle debido cauce a través de la planeación y la implementación oportuna de todo tipo de programas.
* Horacio Urbano es fundador de Centro Urbano, think tank especializado en temas de desarrollo urbano, sector inmobiliario y vivienda.
@horacio_urbano