…el de hoy en Francia, a las 2 de la tarde de México, transmitido por los canales TF1 y France2, en el que se enfrentarán François Hollande y Nicolas Sarkozy.

 

Durará dos horas y, en efecto, se calcula que 20 millones de franceses lo verán, aparte de otros millones de personas que lo seguirán en toda Europa.

 

Tanta belleza es posible porque, en Francia, el sistema todavía no se moderniza al grado de entregar el poder a los hombres de negocios, lo que ya hemos hecho en México al otorgar a don Ricardo Salinas Pliego más facultades que al mismísimo Instituto Federal Electoral.

 

Los empresarios franceses, como el esposo de Salma Hayek, François-Henri Pinault, ni tienen más dinero que los nuestros (el señor Pinault tiene 4 mil millones de dólares menos que Salinas Pliego) ni mandan en el sistema político.

 

Hasta ahí las diferencias, en materia de debates, entre el sistema francés y el mexicano.

 

Las semejanzas tienen que ver con la actitud de los líderes en las encuestas.

 

Allá, como aquí,  los punteros piden menos debates y los que marchan en desventaja buscan más.

 

François Hollande, el socialista líder en los sondeos, rechazó los tres debates que propuso Nicolas Sarkozy (el de hoy será el único).

 

Como Hollande, en 2006 Andrés Manuel López Obrador no acudió al primer debate oficial, y ahora Enrique Peña Nieto se ha negado a asistir a debates en los medios, es decir, solo estará presente en los dos que ha organizado el Instituto Federal Electoral.

 

En Francia, los debates nunca han cambiado el resultado de una elección. El de hoy, piensan los expertos, no será la excepción, sobre todo porque será el único y porque llega demasiado tarde (faltan solo cuatro días para que se vote en la segunda vuelta).

 

Ha habido allá, desde 1974, grandes debates, sobre todo entre Valéry Giscard D'Estaing y François Mitterand.

 

En México, solo recuerdo un debate presidencial interesante, el primero, el de 1994, en el que Diego Fernández de Cevallos, del PAN, le dio una paliza a Ernesto Zedillo, del PRI, y a Cuauhtémoc Cárdenas, del PRD.

 

El de 2000 entre Vicente Fox y Francisco Labastida me aburrió, y si bien seguí con atención el segundo de 2006 entre Andrés Manuel López Obrador y Felipe Calderón (ganado por AMLO), no me pareció excesivamente entretenido, tal vez porque lo más destacable y recordable que hubo sobre los debates hace seis años fue la ausencia de AMLO al primero organizado por el IFE.

 

Del debate del próximo domingo, que enfrentará a Enrique Peña Nieto, Andrés Manuel López Obrador y Josefina Vázquez Mota, no espero gran cosa.

 

Por varias razones mis expectativas acerca del debate del domingo son bajas: la primera, se enfrentan demasiados candidatos (los tres mencionados y el de la maestra Elba Esther Gordillo, Gabriel Quadri); la segunda, el formato será muy rígido; la tercera, por culpa de un arrogante empresario de medios que se niega a transmitirlo, el debate será visto por muy poca gente, y la cuarta, habrá más acción en Twitter, el espacio en el que discutirán los simpatizantes de cada candidato.

 

El debate principal será el de los ciudadanos en Twitter. En la red social se verá qué equipo impone, y por más tiempo, más TT, alias Trending Topics, es decir, los temas más mencionados en esa red social.

 

Lo único que espero es que el TT de la noche no sea el Tigres-Morelia… Sería otra humillación al IFE ya tan pisoteado por don Ricardo Salinas Pliego.