En la región de la mixteca poblana hay un hermoso pájaro (no es albur) que el pueblo llama chupamirto. Se trata de un ave picuda que anda de flor en flor extrayéndoles la miel y el polen. Con estas materias naturales endulzan la vida miles de personas en el mundo y se polinizan las plantas. Si así trabajaran muchos de los políticos “picudos” de Morena, el encabronamiento de la militancia no existiría. Pero resulta que estos buenos para nada desde que fueron llevados al poder se divorciaron de sus electores, de sus bases, de su partido. Durante su ejercicio no dijeron o hicieron algo importante que los reivindicara con la gente. Los ganó el chambismo, la corrupción. Perdieron el piso y mostraron incapacidad. Con esto, perdió el partido y perdió la política

El mundo animal está de luto, se siente agraviado por un comportamiento mendaz, interesado y perverso de los pájaros de cuenta que hoy, vuelan y vuelan buscando otra vez la fuente de sus voraces apetitos. El poder y el dinero son su objetivo. Son unos verdaderos zopilotes. La comparación pareciera fuera de lugar pero resulta que estos políticos de pacotilla no les han hecho ningún servicio importante a los ciudadanos, al pueblo y menos a la nación. ¡Lo que sí han hecho es desprestigiar este noble ejercicio social!

Los chupamirtos morenos que le tiran más a aves carroñeras, perdieron la oportunidad de ser comparados con el ave diligente y hermosa que sí trabaja de verdad llamada chupamirto o picaflor. Pero en tiempos de elecciones y de recambios en algunas esferas del poder éstos se la pasan zopiloteando alrededor de él, muestran su oportunismo, la corrupción. Son políticos que no hablan con la gente, que no han vuelto a ver a sus electores, que no conocen las demandas del pueblo, son, eso sí, unos levanta dedos y buenos para nada. Los invade la arrogancia y el deseo de vivir como fifís pero sin trabajar. Les gusta salir en todas las fotos al lado de los “jefes” hacen relaciones políticas con los de la nomenclatura con el claro propósito de seguir pegados a la ubre.

Es verdad que este fenómeno no es nuevo, la cultura priista ha sido siempre el sello que ha configurado a los mediocres. Los tiempos que corren hacían suponer que los promovidos por el partido a distintos encargos iban a ser diferentes, que sabrían cumplirle a la gente, que harían un digno papel en defensa de las causas del pueblo. Pero no fue así, resultaron tan ineficientes y vanos que muchos de ellos dan pena ajena. A tal grado han cultivado estas prácticas que ahora que se están cambiando comisiones en el parlamento y se está por elegir nuevos dirigentes en el partido, los chapulines se están saltando todas las reglas con el objeto de seguir buscando el poder político y el dinero.

¿Hacia dónde nos están conduciendo este tipo de cosas? Es obvio que los más desencantados son los que trabajaron para construir un partido en el que estuvieran presentes la democracia, la participación de la militancia, la formación política, el esfuerzo popular para lograr un país con equidad y justicia. Millones de mexicanos abrazaron este proyecto que, sin el partido, sigue impulsando en solitario el presidente López Obrador. Morrena y la mayoría de sus cuadros, ni entienden ni mucho menos apoyan la 4T. No hay compromiso de nada ni capacidad para confrontar a una oposición ñoña pero ruidosa, que por todos los flancos ataca las decisiones políticas del gobierno federal, mientras sus intelectuales y sus dirigentes se la pasan peleando por el control y la promoción de su gente con miras al Congreso Nacional y a las elecciones del año 2021.

Tan mal andan las cosas que el presidente ha dicho que si el partido se “descompone” renunciaría a él y pediría que el nombre de Morena fuera retirado de las manos afiebradas de los oportunistas y buscadores de puestos. ¡Ojalá nada de esto suceda! Pero si las cosas no cambian y el presidente cumple su palabra, la militancia se va a ir con él, dejaría de estar en los residuos de esa organización. Los que se queden con el cascarón tendrían que pensar si lo que más les conviene es irse a la basura con el PRD o con su hijastro bautizado con el nombre de Futuro 21. Si se corrigen las cosas, Morena tendría que aplicar los Artículos 8 y la fracción b del 43 de los Estatutos, que señalan que ningún funcionario público puede participar en campañas y puestos del partido a menos que renuncien a ese servicio con 90 días de anticipación. Por lo pronto Ramón Jiménez López y sus operadores, todos o la mayoría funcionarios y trabajadores en RTP, no tienen nada que hacer en seguir organizando a sus tribus en GAM. Es mejor que se retiren a sus funciones y dejen que la militancia resuelva libremente sus problemas internos.